Necesario un Pacto Nacional por la igualdad
De un documento inédito de Gerardo Esquivel Hernández y Oxfam México, sobre desigualdad extrema en México, se puede sintetizar y generar discusiones en torno a un pacto nacional por la igualdad. Veamos los datos para entrelazar las propuestas y entrar a debate.
La sociedad mexicana es de las más desiguales en el mundo, vive como muchos sabemos una desigualdad extrema, una economía estancada, no hay crecimiento económico, los salarios no crecen, la pobreza persiste, pero la fortuna de unos cuantos sigue expandiéndose, nos encontramos ante un ciclo vicioso en donde 53.3 millones de personas viven en pobreza, del documento se desprende que:
De éstos, unos 23 millones no pueden adquirir una canasta básica; es decir, con pobreza alimentaria; sin embargo, en el 1 por ciento más rico en México le corresponde un 21 por ciento de los ingresos totales de la nación, el 10 por ciento más rico de México concentra el 64.4 por ciento de toda la riqueza del país, pero eso no es todo: 16 multimillonarios en México, mientras en 1996 su riqueza era 25 mil 600 millones de dólares, unos 409 mil 600 millones de pesos, hoy esa cifra es de 142 mil 900 millones de dólares, pasando a unos 2,286,400 millones de pesos.
Y entre éstos 16 están Carlos Slim, de telefonía; Germán Larrea y Alberto Bailleres en la industria minera, así como Ricardo Salinas Pliego en TV Azteca, Iusacell y Banco Azteca.
Estos se han hecho ricos en sectores privados concesionados (privatizados) y/o regulados por el sector público. Se deduce entonces, que o falta regulación o hay un exceso de privilegios fiscales.
Históricamente considero que nunca se arrancó parejo y siempre se hizo riqueza de algunos a costa de las mayorías; a ello abonaron también hechos históricos como la Colonia, el Porfiriato y el liberalismo económico.
En estos últimos 30 años, el neoliberalismo, que sigue empujando la privatización, desregulación del Estado, libre mercado en sectores medios y bajos, mientras que en los sectores supra-altos prevalece el monopolio que no deja oportunidad ni a los inversionistas, ni a los consumidores.}
Por lo anterior y más, la pobreza alimentaria es de 20%, 28% la de Pobreza de capacidades y 52% la pobreza patrimonial en México.
Los únicos tres factores que han contribuido a la disminución de la desigualdad son las remesas que los migrantes envían a sus familias en las zonas rurales, la mejor focalización de algunos de los programas sociales y una menor desigualdad en los ingresos salariales.
Esto último, por el contrario, se ha perdido el poder adquisitivo de compra desde los años ochenta, pero el grave problema es la política fiscal del sistema tributario en nuestro país, pues su efecto redistributivo es nulo, así como el problema de gravar –casi exclusivamente– impuestos al consumo, pero no al ingreso personal (excepto el ISR) o empresarial.
Aquí cabe el ejemplo de un campesino o jornalero que de sus ingresos totales el 80% los emplea para alimentación; claro, porque al ser muy bajo, la mayor parte va para dicho rubro y queda sin recursos para educación, salud, patrimonio y otras arenas de bienestar.
Por otra parte, el estudio indica que la desigualdad tiene rostro indígena y de mujer esencialmente, pero lo peor del caso es que como sociedad estamos sumidos en un círculo vicioso de la desigualdad, pues la reproducción social, se sigue dando una movilidad social descendente de las clases medias.
Ante este importante diagnóstico, Esquivel y Oxfam concluyen con un importante ramillete de propuestas. La creación de un auténtico Estado Social que garantice el acceso de los servicios básicos bajo un enfoque de derechos, en donde el gasto se enfoque a educación, salud y el acceso a esos servicios. Es decir construir infraestructura que desencadene otros proyectos de inversión.
En términos económicos, una política fiscal progresiva y distribución más justa, una política salarial y laboral, en donde se empodere a los trabajadores, se redefina la fijación de salario mínimo, para que se recupere la capacidad de compra de las familias, el fortalecimiento del mercado interno y sentar las bases para la recuperación del nivel de vida.
Resalta el hecho de imponer un impuesto a las ganancias del capital en el mercado accionario y un impuesto a las herencias.
Otro tema relevante es transparencia y rendición de cuentas para combatir la corrupción mediante declaraciones fiscales de todos los miembros del gobierno, pero que este sea real y con una unidad de investigación patrimonial autónoma.