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Es tiempo de una revolución educativa

Coincidimos que la educación debe pensarse y realizarse de manera integral; es decir, no basta con evaluar a los maestros, tampoco es suficiente la transformación de la institución que lo administra (IEEPO) y mucho menos es aceptable que con ello haya una militarización en Oaxaca.

Maestros-de-O1Especialistas han manifestado que es el sistema educativo el que debería reformarse; debe haber cambios desde la información que se comunica a los estudiantes, la capacitación de los maestros, la pedagogía misma debe revisarse, los espacios educativos y su acondicionamiento, el material didáctico con que se dispone, los medios de comunicación disponibles y el acceso a ellos, el contexto sociocultural y étnico, así como el aspecto económico de los niños y niñas de Oaxaca.

No es sencillo; es todo un reto que implica que el maestro debe cambiar de chip.

Por eso planteo lo siguiente a los maestros de educación básica de Oaxaca: deberán dejar las calles, las plazas y las oficinas y acuartelarse de tiempo completo en sus escuelas, en sus comunidades, en los barrios y colonias.

Esto no significa que ya no hagan trabajo sindical, sino más bien convertirse en verdaderos misioneros modernos de la educación ante la deslegitimación social.

Saltar el copia y pega y formar a la infancia para que sepa realmente escribir, anteponer que el conocimiento no es repetir, sino enseñarles a preguntar, a cuestionar, a pensar pues.

También abandonar la creencia de que las matemáticas son difíciles e implementar estrategias de enseñanza abstracta y práctica, además dar un plus para que realicen actividades artísticas y prácticas, pero sobre todo replantear que la educación ahora deberá ser holística, que no se brinquen la historia, el humanismo, la filosofía, las artes, y enseñarlos a hacer y ser libres, críticos, reflexivos, analíticos y pensantes.

Gritarle al capitalismo y al gobierno ya no basta. Más bien forjar y formar una sociedad distinta y está en sus manos, educar a la infancia y deseducar a los padres de familia.

Imaginemos que los poco más de 80 mil maestros, unos 20 mil hagan bien esta tarea, con sus hijos y familia, estamos hablando de 100 mil, esperando un efecto multiplicador al doble, serían 200 mil oaxaqueños que serían la base social de la revolución educativa, que implica dejar la telebasura y en lugar de ello ir a lecturas selectas que ayuden al desarrollo humano en toda su amplitud.

Maestros-de-Es decir, que sean críticos, pero también con competencias ante la realidad económica actual; hacia esto último nos quieren llevar con el modelo planteado para responder únicamente a las exigencias del mercado y las empresas, lo que implica mano de obra autómata, obediente y monótona.

Esto implica que los liderazgos deberán dejar el discurso vago y plantear una reingeniería de la educación y que los foros que sólo fueron una exhibición o pasarela, pasen a ser verdaderos talleres entre profesionistas, padres de familia y magisterio, con verdaderos mecanismos participativos, talleres en las escuelas y plenarias en las zonas escolares, que recojan verdaderamente las necesidades y no que sólo se impongan o se legitimen.

Esto nos deberá llevar necesariamente a mediano y largo plazo, como oaxaqueños, a pasar de ser los mejores obreros del mundo, muy solicitados en USA, a los grandes pensadores y profesionales, con una formación crítica, política, humanista, filosófica y artística, pero que vaya desde la cuna.

La Sección 22 está hecha todo un quesillo oaxaqueño, porque no olvidemos que en la pasada elección hubo un ala de dicha gremial que con sus acciones tuvo efectos colaterales que ayudaron al PRI.

Si a ello agregamos que está muy politizado, si continúa por ese sendero seguiremos sumidos en la misma condición.

Hay dos rutas para una revolución educativa: que sea la sociedad organizada la que imponga la agenda, que venga desde abajo y en forma de espiral, y sea quien busque los cambios ante el Estado-Gobierno.

La otra son los maestros, pero con una conciencia y un pensamiento diferente, porque hasta ahora muchos medios masivos sostienen que la sociedad ya no los soporta.

Pero si se educa a todos no habrá poder que los detenga, porque sólo los que leen saben la realidad; si son todos ya no serían anómalas sus demandas y acciones y la historia les dará la razón, pero será clave enseñar para concientizar y servir, educar para que respondan ante las circunstancias.

Si sembramos la semilla en esta coyuntura histórica de nuestro Estado podemos obtener cambios sustanciales en el largo plazo.

Esto implica un giro del “dime qué lees y te diré quién eres”, una revolución educativa que quizás se ve lejos, pero muchos la anhelamos para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

 

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