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El Papa y la Letra Escarlata

LIBROS DE AYER Y HOY

Las décadas pasan y las mujeres siguen llevando la letra escarlata en el pecho, señaladas por un conservadurismo que se apropió del cuerpo femenino para ponerle marcas, como si fueran vacunos.

franciscoAhora resulta que el papa les hace la concesión de perdonarlas por haber abortado, con un perdón limitado, además, para colocarlas en una especie de limbo existencial.

El papa Francisco ha ido transitando del involucramiento inicial con los militares argentinos a una imagen más abierta, más consecuente, sin llegar a ser progresista.

Ha tocado temas cruciales en la forma, sin llegar al fondo como dijo un vocero de Católicas por el Derecho a Decidir, en México, y sin convertirse realmente en un reformador.

Ha logrado la defenestración de altos prelados y curas pederastas y apoyadores de esas conductas, pero no los  ha remitido a sus gobiernos locales, que entre paréntesis han sido omisos para castigarlos.

La Iglesia católica que ha utilizado en siglos de vida las creencias en un dios externo del que también se ha apropiado, cifra su poderío –a veces tambaleante y desacreditado–, en la fe de sus fieles.

Sin esa fe, que trata de alimentar cada día a veces con amenazas de condenación y excomunión, dicha institución no existiría.

Y en el caso de las mujeres alimenta en forma permanente una culpabilidad que penetra arrasante en las que creen, sobre todo cuando se trata de emociones personales o decisiones fundamentales como tener o no tener un hijo.

Según esa iglesia, ellas no tienen por qué decidir, si para eso están los curas.

Ahora esa jerarquía pretende portarse generosa, lanzando de paso la condena contra aquellos que promueven leyes en favor del aborto.

Un manto de oscuridad cubre al mundo, que curiosamente como en aquella obra de Nathaniel Hawthorne, sólo alcanza a las mujeres, aunque el escritor estadunidense da un giro para juzgar como un gran cuestionador.

Hawthorne publicó por primera vez La Letra Escarlata (Editorial Valdemar 2006) en 1850, y desde entonces ha sido profusamente editada, pese a que muchos prefieren sus cuentos, menos densos, como La hija de Rapaccini, por ejemplo, que inspiró a algunos famosos escritores mexicanos.

Pero aquella es su obra maestra, por la que se mantiene como uno de los grandes escritores estadunidenses del siglo X1X.

El tema, llevado al cine en 1995 con poco éxito, cuestiona las prácticas oscurantistas que aplicaban los puritanos de Nueva Inglaterra en el siglo XVIII contra la mujeres, cuando habían cometido alguna falta moral.

Hester Prynne, mujer independiente es obligada a llevar una “A” escarlata en el pecho, acusada de adulterio. La cárcel, el escarnio y el desprecio público a que es sometida, no doblegan su posición y el autor la rescata en su novela, cuando ya vencido su atacante principal –su propio marido–, viaja con su madre a Inglaterra a rehacer su vida.

Hawthorne, quien nació en Salem 1804-1864, cuna de quema de brujas por los propios puritanos, recreó los oscurantismos que manaban de las religiones protestantes, que en lo referente a la carga contra las mujeres no desmerecen en nada de la Iglesia católica.

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

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