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¿Donde están los 43?

LIBROS DE AYER Y HOY

Resulta penoso, agresivo para la sociedad entera, la forma como se pretende justificar el presunto final de los 43 normalistas usando como argumento sus protestas, sus luchas, como si ese final -no probado- fuera bien merecido.

AyotzinapaA ese desenlace se suman comentaristas que pretenden plasmar una solución equivalente a conductas reiteradas justificando en el fondo la existencia de una venganza pública con la vigencia de una pena de muerte -no legislada- que el presunto infractor merecía.

El estado de derecho que tanto proclaman sale sobrando. En este momento sólo se ha presentado el ensayo de un gran crimen – que parte de crímenes verdaderos como es la desaparición forzada- sin que haya contundencia en las muertes inmediatas, furtivas, que la propia ciencia desmiente.

Se trata de afianzar una verdad que parte de una contradicción: todo ha pasado, no ha pasado nada. Es como aquel argumento que usaba Antonioni en Blow Up: fue algo que ocurrió pero que ha desaparecido con los días, como una representación de la que sólo quedan tristes recuerdos.

Lo grave y peligroso es que la mentira y la simulación provocan reacciones y lo estamos viendo con las protestas ya más dramáticas que están haciendo los que no encuentran justicia.

Hay quienes se preguntan al cumplirse un año de la desaparición de los normalistas por qué este caso -en medio de brutales muertes masivas y desapariciones- ha causado tanto impacto en el país y en el mundo.

La respuesta es la gota que derrama el vaso. ¿No fue un niño sirio de tres años tirado en la playa el que catapultó el gran problema de los migrantes en el mundo? Ante las reacciones violentas se advierte que el gobierno puede aprovechar para reprimir- sobre todo si atrás hay sectores que lo están demandando-, pero la situación se complicaría más.

Lo que la sociedad demanda es la verdad y ésta no se ve por ninguna parte. Pese al título, Rodolfo Usigli urde su gran novela (Ensayo de un crimen V siglos S.A., Terra Nostra 1980, primera edición, 1944), a partir de crímenes verdaderos.

Según los distintos analistas de la novela, hay costumbrismo, mucho de sicología y para algunos un aporte a la novela negra en sus inicios propiamente dichos, los años cuarenta.

Pero los que más profundizan tocan desde antaño lo que está sucediendo en Ayotzinapa, el planteamiento de una “verdad absoluta” que se “maquilla” a conveniencia.

Roberto de la Cruz, un burgués, quiere ejecutar el crimen perfecto a partir de un criterio artístico que lo tiene obsesionado pero por alguna razón alguien se le adelanta como si adivinara su intención.

De qué manera este criterio, que en la película que hizo Luis Buñuel predomina, da también para un análisis de ciencia ficción. El dramaturgo (1905-1979) recorre los senderos de una ciudad dominada por una clase política represiva, una clase alta superflua y cruel, y una prensa sometida a los vaivenes de los poderes políticos.

En la actualidad con un sector politizado y exigente se yergue, como en aquellos años de Usigli una gran masa despolitizada “sin la capacidad curiosa por descubrir qué sucede a su alrededor”.

En el caso actual serán los demandantes los que sacarán la cara para exigir que se diga dónde están los 43 de Ayotzinapa… y miles más.

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

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