LIBROS DE AYER Y HOY
Buena parte de las luchas que se dan en las universidades públicas tienen como sustento la permanencia de la educación gratuita. Y no sólo pasa en México.
La inminencia de la elección de un nuevo rector en la UNAM que deja en la incógnita el proyecto que se aplicará a la que es considerada la principal Universidad del país y una de las más importantes de Latinoamérica, provoca dudas sobre lo que sucederá con la gratuidad.
Después de ver lo que está pasando con la llamada reforma educativa y el proyecto neoliberal que se pretende imponer en el resto de la enseñanza del país –reducción de gastos, aplicación de cuotas subrepticias, estrechez de plazas, etcétera–, hay un alerta sobre el que sigue en la fila.
El que un reducido grupo de notables, la Junta de Gobierno, decida el futuro de una estructura de alrededor de 400 mil miembros, ya ha prendido los focos de suspicacia en la comunidad y el problema podría acumularse a otros que ya existen.
Se daría una mezcla explosiva. Las universidades públicas si bien han sido un emblema demagógico para los gobiernos, en el fondo son una piedra en el camino que se quisiera eliminar.
El apoyo y crecimiento de las universidades privadas –en un país de más de 50 millones pobres–, habla de que no tan lentamente ese obstáculo se ha ido quitando.
Escuchaba hace poco que una universidad privada del sur de la ciudad tiene 7 mil cajones de estacionamiento. Ese dato da una idea del desarrollo que han tenido esas estructuras.
Y el desplazamiento obligatorio de una gran masa estudiantil ante los obstáculos de la matrícula en las universidades públicas.
El nombramiento de un nuevo rector ha puesto en la discusión no sólo la educación gratuita, sino el proyecto de una universidad que debe servir a los grandes intereses populares con la mira de abrir los canales del conocimiento, vincularlos con los problemas del país y hacer fluir la enseñanza superior a las verdaderas necesidades de la gente.
Si bien está claro que en las comunidades tan enormes como las de la UNAM, la participación debe ser plural e integral en la discusión de los cambios, la elección de un rector que forma parte de las estructuras verticales que se usan en México, puede influir mucho en cambios que tengan atrás intereses con pies.
No sabemos si todos irán a estar a la altura de las circunstancias. Con ese título se distinguió la cuarta parte de la edición en prosa del gran poeta español, Antonio Machado.
A la altura de las circunstancias (Cuadernos para el diálogo, divulgación universitaria, Madrid 1972), es un hermoso libro que trasciende las posturas políticas de Juan de Mairena, uno de los seudónimos más famosos del poeta.
Pese a que Machado sostuvo siempre que él se interesó en la política en su madurez, sus biógrafos dicen que desde siempre fue un ser político en medio de su poesía comprometida y cuando, ante la cátedra, sostenía que era un liberal republicano como lo había sido su padre.
El libro se divide en seis partes en la que Machado aborda todo, la muerte de poetas y escritores –Lorca, Unamuno–, las guerras de Alemania y sus miserias, las etapas de la república española y un bello recuerdo para Dostoievsky, entre otros.
Sus biógrafos dicen que en forma reiterada se refería al hecho de que siempre se debe de estar a la altura de las circunstancias. Por ello, volviendo al tema de la UNAM, he aquí una línea de su poema: Yo voy soñando caminos:
“¿A dónde el camino irá?”.
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