LIBROS DE AYER Y HOY
Una catrinota de más de media tonelada que ha sido elevada a récord mundial, es el símbolo que cobija al otro récord que ganamos en los últimos días: el del país latinoamericano más riesgoso para los periodistas. La lógica nos da la razón, no podía ser la imagen de un santo, de un ángel o una canción a la vida, lo que nos exhibiera al mundo como un país campante. A cada quien lo suyo.
Año con año nuestros artesanos se esmeran por destruir el mito de nuestra pequeñez elaborando la rosca de reyes más grande, el tamal más enorme, la torta más larga del mundo. Han ganado algunos hasta ahora.
Pero ante la tristeza, la indignación y el coraje por la muerte impune de tantos periodistas, frente a la cual se ofrecen soluciones demagógicas y amelcochadas mientras se apoya a los que desde el poder la promueven, algo nos debe consolar: una catrina recorre el mundo como el fantasma de Marx y Engels. Se proyecta alta y huesuda como Posada la imaginó para demostrar con su presencia que clase de país somos. El país de los muertos.
Abusando de algún lector y de mis amables editores, en esta ocasión, como lo decía el escritor español Antonio Gala, hablaré de mí. Quiero mencionar los dos últimos libros que he publicado este año, el reciente LO QUE NO SE DIJO minis y otras pequeñeces, (octubre 2015) con la portada -en homenaje a mis colegas-, El periodista, del pintor Rodrigo Aridjis.
Se trata de una edición de 180 trabajos, una presentación y un prólogo, los cuales abarcan de todo: minificción, sátira, cuentos, relatos y un poco de sueños y poesía. El presentador Carlos Moncada Ochoa echa mano de Lugones para describirlo: “cofrecito de ilusiones, hecho del mejor marfil”.
El otro se enfoca a crímenes que por fortuna, a diferencia de lo que vemos a diario, nunca se cometieron. Mis crímenes con la señora Miller, Apuntes sobre novela policial (febrero 2015); se suman ambos a otros dos anteriores La falda corta (Anónimo teatro 2005) y La Isla que brillaba, premio de crónica del Instituto Sonorense de Cultura (2007).
Mis crímenes es un libro que en sus once capítulos, lleva de un hilo conductor a la autora inglesa Agatha Mary Clarissa Miller Christie Mallowan, la señora Miller, pero pretende exponer en esos once ensayos algunas de las tesis y teorías que se derivan de ese género literario.
Hay un breve repaso a la novela socialista sobre todo la cubana y de teóricos como Julián Simons, Ernest Mandel, Luis Rogelio Nogueras, Mempo Giardinelli, entre otros, y desde luego mi favorito Raymond Chandler, ya en la novela negra.
Se pretende desbrozar algunas de las características de la autora inglesa sin meterse a su trayectoria ya muy mencionada en biografías. Dos capítulos, el primero, “Monstruos que crean monstruos” y el VI “El hombre solitario frente al Estado” intentan sintetizar las manías de los escritores frente a sus creaciones y privilegiar a un hombre – el detective- frente a los cuerpos organizados del Estado. Esos son mis libros.
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