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Pasear y gobernar con garrote

LIBROS DE AYER Y HOY

El gran drama de los panistas que gobiernan en la Ciudad de México, es que lo hacen en dos delegaciones que llevan el nombre de  dos de los más grandes próceres mexicanos, Miguel Hidalgo y Benito Juárez, con los que desde luego no coinciden. Se les debe afectar el estómago cada vez que escriben los nombres de estos dos grandes agnósticos, revolucionarios y verdaderos opositores al conservadurismo a ultranza.

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Porque si bien Hidalgo era un cura y usó como estandarte de independencia a la Virgen de Guadalupe, su propósito era un fin libertario contra todas las sujeciones que mantenían presos a los habitantes de ese entonces. La jerarquía católica lo excomulgó, por más que quiso perdonarlo -¿lo necesitaba el gran cura?-, a fines de los 80, con una ridícula visita del primado Ernesto Corripio Ahumada a Dolores Hidalgo, Guanajuato.

Ahora salen a relucir las muchas deficiencias de los gobiernos delegacionales de Xóchitl Gálvez y Christian von Roehrich; de la primera hay denuncias graves de vecinos que se oponen a acciones policíacas represivas que ordena la señora de Hidalgo -su estado natal y el nombre de su delegación-, y del otro, en la Benito Juárez, la ineficiencia en seguridad y problemas viales y de ordenamiento citadino en primer término.

La señora Gálvez que llegó a su candidatura con un manchón negro al fijar una residencia en el Distrito Federal que no quedó clara, ahora se codea con la élite de la política y se da el lujo de pasear -mientras sus policías golpean derechos ciudadanos- y hasta de fungir como videoasta de la famosa fiesta de  Diego Fernández de Cevallos.

A éste no le hizo gracia  por el machetazo que recibió por sus andares de antaño en los videos contra López obrador. Esa cosa de los paseos y de las fiestas como que cunde entre los políticos y hasta se presume de ostentación mientras la ciudadanía resiente los golpes. En cuando a von Roehrich, acusado en su momento de golpear a un anciano, resulta omiso en su gobierno si se observa el uso  y apropiación de banquetas a los que no les pone coto.

Se nota un apoyo indiscriminado a restauranteros  que usan calles, incluyendo ejes viales, como estacionamientos para sus clientes. Hay zonas en las que no se puede transitar y obligan al transeúnte a bajar al arroyo de la calle, con enorme riesgo. No hay control para motos y bicicletas que transitan sin timbre o cláxon por las mismas banquetas.

Lo más grave es, sin embargo, la forma como campean y abusan las constructoras, sin que la delegación asuma su parte y le eche con cada denuncia la culpa al gobierno central. Las deficiencias se exhiben con el paso de los meses, para confirmar que a esos panistas, los nombres de los dos próceres les quedan grandes.

También les queda grande don Daniel Cosío Villegas, si hacemos referencia a su famoso libro El estilo personal de gobernar (Cuadernos de Joaquín Mortiz 1974), ya que el crítico se basa en la figura presidencial, pero el estilo de gobernar, cuando hay ciudadanos de por medio, también se exhibe hasta en el más modesto puesto – que en estos casos no lo son por la riqueza de esas delegaciones- y algo queda de las denotaciones que don Daniel le hizo a Luis Echeverría cuando llevaba tres años de gobierno.

Aunque mucho ha cambiado desde entonces y hay un ciudadano más atento y denunciador, siempre puede tomarse la pluma del analista y parodiar y señalar con él, que ante una omisión general de los ciudadanos y los medios colectivos para enfrentar a esos minúsculos virreyes, éstos obran “tranquilamente de un modo muy personal y caprichoso”.

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

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