LIBROS DE AYER Y HOY

¿Se podría seguir confiando en quienes dicen una cosa hoy y al día siguiente dicen los contrario o niegan lo dicho? El presidente del PRI por ejemplo, dejó sorprendidos a muchos cuando declaró en Tabasco que se le pedirían cuentas al gobernador de Veracruz Javier Duarte. Ya lo tumbaron, fue el diagnóstico.

La retractación  de Manlio Fabio Beltrones al día siguiente fue más sorpresiva aún, porque el incumplimiento político se da en los hechos no en las palabras. Se trata de guardar, al menos, cierta compostura. Las argumentaciones de los analistas fueron muchas: hubo reculada, pero Duarte ya está tocado: vino a negociar con Osorio Chong: le recordó los favores que le deben; le advirtió de todo lo que sabe, etcétera, etcétera.

Pero el señor sigue muy campante en Veracruz y hasta le mandan mensajes en la toma de posesión del candidato a gobernador del PRI, Héctor Yunes Landa. ¿La credibilidad de Beltrones? Que el pueblo lo diga. Uno que estuvo peor fue Cuauhtémoc Blanco. Ni siquiera hay reticencia en llamarlo político, porque no lo es, pero como muchos que se dicen políticos tampoco  lo son, lo incluiremos en la lista porque la reculada que dio fue de apoteosis.

Después de días de pleitos con Graco Ramírez y mensajes al gobierno federal sobre su oposición al mando único, en medio de la tragedia que significó el alevoso asesinato de la presidenta municipal de Temixco, Gisela Mota Ocampo, el señor firma más tarde, muy contento, como si nada y se reúne a pan y leche con el gobernador de esa agraviada entidad.

Poco antes, Osorio Chong se había entrevistado con él. ¿Cuántos ejemplos tenemos que dar para describir la figura del llamado político mexicano, que no sean una verdad sabida? Quizá mencionar como algo raro una palabra  que jamás los describiría a la vieja usanza: caballeros.

No era esa la intención de Noe Jitrik, el famoso ensayista y crítico literario argentino, cuando escribió El no existente caballero, en su largo ensayo sobre el personaje en la trama literaria.

Tomado de la mano de las muchas concepciones que tiene el personaje en esa trama, como algo central o algo secundario según el opinante, Jitrik,  gran admirador del escritor Macedonio Fernández también argentino, se agarra de la lista que hizo éste para colocar al personaje en la cima de la sátira.

Y aunque él asume la seriedad de la reflexión, no puede uno sino reírse cuando describe los once tipos de personajes que Macedonio elucubró, entre ellos, el no existente caballero, alguien que desde luego no  existe, además, el que no figura, el que los lectores  no quieren que figure, el que se contrata como empleado, el que exige conocer a sus coprotagonistas, el que pide salirse por momentos de la trama, etcétera.

Muy teórico, un poco denso, pero de gran interés, Jitrik transita con propiedad, como lo hace en muchos de sus ensayos y algunas novelas y cuentos que ha escrito. Una duda que deja al lector es sobre la insistencia de algunos autores por cierto tipo de personajes, aunque no sea determinante en su obra.

Vargas Llosa, por ejemplo, con los militares, Benedetti con los empleados y Cortázar con los intelectuales. Una cosa si está clara: ninguno de ellos se retractó.

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