LIBROS DE AYER Y HOY
Que bueno que los portugueses -habitantes de uno de los países más pobres de la Unión Europea- hayan tenido su momento de gloria este fin de semana por más que a muchos no nos guste el futbol espectáculo.
Algunas gotas de mi sangre son portuguesas. Y que bueno también que la selección se la jugó sola, sin ese niñito de oro, Cristiano Ronaldo, exacerbado por su madre, una creadora de machos. No se pueden olvidar las expresiones que se publicaron de esa señora, apoyada por su hijo, contra la modelo rusa Irina Shayk, ex novia del jugador.
Ni he sabido que alguna feminista haya entrado al quite. Hay mucha tolerancia contra los desmanes de los superdotados. Aquí, con justicia, la gente juzga duramente a los corruptos, pero nunca he oído que alguien exprese la misma beligerancia contra Messi y su corrupta familia, sujetos a una sentencia de cárcel por fraude fiscal.
Por su lado, el argentino Ricardo Lavolpe ya está muy feliz de nuevo como entrenador, después de haber agredido a una masajista, por lo que fue sometido a proceso. La memoria flaca de los que se embeben en el deporte espectáculo, los lleva al extremo de minimizar conductas agresivas que implican delitos y cuya tolerancia es la que ha conducido en parte, a un cúmulo de agresiones y de feminicidios en el país y en el mundo.
Recuerdo que hace muchos años asistí con un grupo de amigos reporteros a un centro de esos en lo que tocan música tropical. Uno de los músicos era José Ángel “Mantequilla” Nápoles. Mis amigos entraron en contienda con los de la mesa vecina, varios jóvenes que estaban acompañados de un hombre de mediana edad que no participaba en el pleito.
Ya en la madrugada e introducida en el conflicto, me puse de pie e increpé al hombre mayor que permanecía callado con una sonrisa en los labios. Indignada por su pasividad, lo reté a golpes. El me respondió con la misma sonrisa.
Mis amigos, asustados, me jalaron para que iniciáramos una rápida huida y ya afuera, me dijeron que acababa de retar a golpes al ¡ex campeón mundial de peso gallo, Carlos Zárate Serna! Siempre he creído y debe haber leyes al respecto, que todos aquellos que tienen una disciplina especial, deben ser coaccionados para que no usen su fuerza y destreza en contra de personas comunes.
Lo mismo en cuanto al aprovechamiento de su calidad de héroes para sacar partido, discriminar o cometer delitos como lo hacen los futbolistas arriba mencionados. Por ello siempre queda en el recuerdo la sonrisa cálida y tolerante que me dedicó Zárate, sabedor de que su fuerza no podía usarla en personas beligerantes, sino contra el retador que tenía enfrente, en el ring.
Volviendo a Portugal, a mí me gustó la edición portuguesa del libro Las mujeres que leen son peligrosas (Mulheres que leem sao perigosas), obra que fue muy difundida en diferentes idiomas en 2005 y 2006. Se trata de una investigación que realizó el alemán experto en Thomas Mann, Stefan Bollmann, que abarca desde el siglo X111 al actual, con una recopilación de obras, algunas clásicas, de mujeres pintadas o fotografiadas mientras leen.
Al respecto se sostiene que en determinado momento las mujeres pudieron acceder a la lectura, pero que es dudoso que ese despertar las hubiera liberado. Sobre todo si se echa una mirada a lo que sucede en el mundo. Pero las imágenes no exhiben mujeres compungidas – se ven obreras, campesinas, escolares, empleadas, religiosas, cortesanas, aristócratas, intelectuales.-, sino seres tranquilos que disfrutan con placer de la lectura.
En la selección se capta la intención de los autores – grandes pintores como Vermeer, van Gogh, Rembrandt, Miguel Ángel, Matisse. entre ellos-, de incluir la lectura en la actividad de mujeres de distintas épocas y capas sociales, lo cual destruye el mito de la estulticia femenina; se enfatiza además, la edición del libro en épocas de la Edad Media, antes de que Gutemberg entrara en escena.
Cualquier editor debió quedar fascinado por las distintas formas de exponer esos ejemplares; campea, además, el buen humor de Stefan en la selección de los trabajos, de los que exhibe imponentes fotografías. La edición es de una firma de Quetzal Editores y su prologuista es Elke Heidenreich.
Casi al final aparece la foto de Marilyn Monroe que fue destacada en las crónicas cuando salió el libro y que la fotógrafa que la tomó, Eve Arnold, tituló como Ler o Ulises. La actriz aparece muy sencilla, con las piernas de frente, sentada, leyendo un libro que en ningún momento parece que sea el Ulises. La edición española lanzada un año después que la portuguesa, en 2006, es editada por Maeva y trae un prólogo de Esther Tuskets.
La foto de MM que tanto promueven en las redes con el libro de Joyce, es otra. Como lo hizo Stieg Larson en su famosa trilogía -ahora con un tomo añadido de otro autor-, Bollmann se ha dedicado al tema de las mujeres en sus obras, mientras reseña, da clases y profundiza a Mann. Y espera, se supone, que el peligro de las mujeres lectoras se haga evidente.
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