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Enamorado de la luna

LIBROS DE AYER Y HOY

En México, algunas leyes dan por hecho que ciertos animales, como los toros de lidia, pueden ser exterminados. Las teorías sobre la legítima defensa plantean una urgencia inmediata que ponga en peligro la vida o parte de la integridad física de un ser humano.

Gorila

La situación punitiva se analiza a partir del grado de peligro que se enfrentó. Algo similar debería de estar previsto en el caso de los animales, herirlos o en caso extremo matarlos sólo cuando la agresión sea inminente.

Por fortuna ya se prevén mecanismos de urgencia -sedación entre ellos-, para paliar la posibilidad de un ataque ¿Pero qué pasa cuando la exacerbación proviene del ser humano y es el animal el que ataca en legítima defensa? Tratándose de los toros, una fiesta con permiso para matar,  los reglamentos los aplica la propia autoridad -presidencias municipales en su mayoría-, la que da permiso y pone énfasis en pago de impuestos y en los lineamientos formales de la tauromaquia, número de toros, médicos legistas y veterinario presentes, vestuario, armas de ataque, “cortantes y punzantes”, horario etcétera.

El veterinario está ahí para confirmar la edad y salud del animal, pero no para auxiliarlo cuando ya está herido; al final, da fe de que fue muerto con toda eficacia. Pero además el asunto va más allá y uno se pregunta sobre la ética del legislador que hace esas leyes y reglamentos, que permiten una fiesta en la que están en peligro los dos contendientes, el toro a la fuerza; se está condenando a priori las vidas del ser humano y del animal solo para realizar un espectáculo.

La larga historia del toreo consigna la muerte de muchos toreros, algunos famosos como Manolete y poco la muerte de toros. Menos el hecho de que ante la exacerbación que sufren, se vean obligados a agredir.

Los que se burlaron de Víctor Barrio, el torero muerto en Teruel el pasado 9 de julio,  cometieron la falla inhumana de burlarse de la muerte del diestro, aunque justificaron su actitud como una venganza del toro ante la agresión que siempre han sufrido esos animales.

La respuesta ha sido que no es ese el camino que debe seguirse para plantear la urgencia -que en muchos países está en proceso-, de analizar la prevalencia de esas corridas. Ya hay muchas críticas a festividades como la de San Fermín en España que acaba de concluir y otras comunidades del mundo, entre ellas Tlaxcala.

La muerte de animales de otras especies como el controvertido deceso del gorila Bantú, y los asesinatos del jaguar que acompañaba la antorcha olímpica en Brasil el 22 de junio y   del famoso león Cecil en Zimbabwe (agredido a mansalva por el dentista estadounidense Walter Palme el 20 de julio de 2015), hace indispensable que la vida animal sea puesta al día en la balanza de los derechos.

Mismos que atañen fundamentalmente a los derechos humanos porque la vida de hombres y mujeres está ligada indefectiblemente a la de todo ser viviente. La música y la literatura han puesto en la cúspide de la emoción la vida de ciertos toros famosos y son los españoles- de donde proviene principalmente la lidia-, los que más se han encargado de ello.

Seres sensibles les dan una proyección poética a animales que por lo general son tratados con una gran brutalidad. El músico español Carlos Castellano Gómez, compuso en 1964 la canción La luna y el toro, acerca de un torito que estaba enamorado de la luna. Se hizo tan famosa, que la cantaba todo mundo y Castellano recibió el premio por la mejor canción del año.

Federico García Lorca publicó cuatro elegías en 1935  en su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, el torero muerto en 1934 en Manzanares que además como mérito aparte, era miembro como García Lorca, de la Generación del 27.

“A las cinco de la tarde y el toro solo corazón arriba”. Para el granadino, los mismos toros lloraron la muerte del torero y se dolía como se duelen los que rechazan esas muertes inútiles, provocadas para darles gusto a los espíritus sangrientos. Decía el poeta:

Cuando los toros de Guisando

“casi muertos, casi piedra

mugieron como dos siglos

hartos de pisar la tierra”

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

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