LIBROS DE AYER Y HOY
Las ferias del libro que por fortuna se han extendido en el país – hay más de cien de todo tipo-, no tienen solo el propósito de promover autorías, vender libros y estimular la lectura.
Son- deben ser-, eventos de humanismo, de llamadas a profundizar los ético, lo mejor que tiene una sociedad, más en el caso de México, cuanto éste se enfrenta al despoblado de lo inicuo, el crimen y la corrupción.
Son eventos, además, que en su mayoría tienen una inversión pública y que por lo tanto comprometen un presupuesto que es de todos y de cuya aplicación deben responder quienes lo utilizan.
Aplicarlo para confundir los elevados propósitos que tiene un evento de esta naturaleza, implica un juicio, no solo de valor.
El anuncio hecho el 17 de agosto de que en la 29 feria del libro de la Universidad Autónoma de Hidalgo (FUL), fijada para los días del 26 de agosto al 4 de septiembre, se le dará el doctorado honoris causa al ex presidente español José María Aznar, aliado de Bush en una de las grandes mentiras de la era moderna para devastar al pueblo de Irak, es un despropósito del que hasta el último momento se esperó su omisión.
Más cuando la Secretaría de Cultura federal está involucrada lo que deviene en un reconocimiento que confluye al gobierno federal y que exhibe una realidad: ¡quien está premiando a Aznar, es el propio gobierno de México! Algunos de los que hemos sido invitados a participar en la FUL para presentar libros, por promotores de buena fe -participarán alrededor de 300 escritores, 200 intelectuales, 300 casas editoriales y se espera una afluencia de más de 160 mil personas-, nos enfrentamos a la dicotomía de este desaguisado.
Por un lado un evento dedicado a la educación -en el que no deja de haber un toque a lo Nuño-, y por otro, una lección de lo que no debe suceder en estas ferias:¡premiar a un agresor! Conocemos las controversias que giran en torno al oficialismo del Estado de Hidalgo, las viejas historias, su vinculación con el gobierno federal actual y las luchas y denuncias que han dado grandes maestros del periodismo como el fallecido hidalguense Miguel Angel Granados Chapa, pero siempre queda la esperanza en sectores del pueblo que asuman su dignidad.
Para algunos, el reconocimiento de Aznar ya “es cosa juzgada”; si alguien denuncia, “no va a pasar nada”, quizá tengan razón en parte.
En este país se hacen a diario las denuncias mas graves y terribles y aparentemente no pasa nada.
Hay sectores además, de la ciudadanía que se deslizan por conveniencia sobre situaciones de esta naturaleza y se quedan callados.
Pero tarda o temprano la gota derrama el vaso. Un honoris causa, es algo que se da, como implica su definición en latín, “por causa del honor”.
(¿honor de un personaje como Aznar, sin méritos académicos, titular de varios consorcios extranjeros y presidente de la Iniciativa Amigos de Israel?) Es un alto honor, un título honorífico a gente eminente, que configura según esa definición, “el respeto a los semejantes…la buena reputación que sigue a la virtud”, el mérito “a las acciones de servicio..” ¿Encontró la FUL estos méritos en Aznar para lanzar un manchón sobre los miles de jóvenes y niños que están invitados a esa feria?¿Lo aceptarán los académicos y estudiantes de la UAH y los centenares de escritores e intelectuales que asistirán? ¿Que hay detrás de ese reconocimiento? Se habla de que Aznar es, junto con Bush -para eso se organizan las guerras-, un gran inversionista que ya lo intenta y pretende extender su imperio en Latinoamérica. Un honoris causa le lavaría la imagen en nuestro país.
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