CHALCATONGO DE HIDALGO, Oaxaca, septiembre 6.- Ranferi Elizabeth Cuevas Suárez es un ejemplo de constancia, que a pesar de sus dificultades de movilidad, inició sus estudios de secundaria en el año 2015 y hace un par de meses recibió su certificado que avalan sus estudios a sus 53 años de edad.
Las personas alfabetizadas y que reciben su educación básica a través del Instituto Estatal de Educación para Adultos (IEEA) tienen diversas obligaciones familiares y deben superar incluso barreras sociales para lograr sus propósitos.
Algunos con dificultades económicas, enfermedades, jornadas largas de trabajo, cuidado de los hijos y la administración de un hogar, son quienes buscan la manera de organizar sus tiempos para conocer los números, formar palabras, realizar operaciones aritméticas y concluir la educación básica.
Ranferi Elizabeth Cuevas Suárez es originaria de Chalcatongo de Hidalgo, municipio enclavado en la mixteca oaxaqueña, donde el personal educativo de la Coordinación de Zona de Tlaxiaco imparte asesorías a jóvenes y adultos que desean superarse por medio de la educación.
Al recibir su documento oficial, Cuevas Suárez expresó emocionada que uno de los principales retos que se planteó en la vida es concluir el nivel básico, porque así puede continuar su preparación.
“Este certificado representa el inicio de un camino que me llevará a mi meta; mi sueño es verme en una universidad recibiendo mi título de contadora pública. Tengo la confianza de que lo voy a lograr porque estoy entusiasmada y decidida”.
Mencionó que los obstáculos impuestos por la naturaleza y la vida no la desanimaron, por el contrario, le dieron fuerzas para luchar con más entusiasmo.
Al nacer con discapacidad motriz, desde niña buscó la forma de moverse de un lugar a otro sin necesidad de depender de los demás y con muletas aprendió a caminar.
La situación que fue determinante para que no accediera a la educación en su infancia, fue el cambio de residencia de su mamá y papá.
“Era una bebé cuando nos fuimos a vivir a la Ciudad de México, como ellos tenían que trabajar no me podían llevar a la escuela; fue hasta después de los 10 años cuando volvimos a Chalcatongo, donde estudié la primaria”, expresó.
La secundaria no la pudo cursar de manera escolarizada debido a la distancia entre su domicilio y el plantel, pues por su condición física se le dificultaba el traslado diario, pero como ella dice para todo hay una solución y en el IEEA encontró una alternativa de estudio que aprovechó.
Para Elizabeth es importante tomar las oportunidades que la vida ofrece para ganarse el alimento de todos los días de manera digna. Tiene una tienda de abarrotes y se dedica al bordado y tejido de diversas prendas como son gorros, suéteres, blusas y servilletas.
Cuatro veces a la semana asiste a clases de computación en la Plaza Comunitaria Nundeya, ubicada en el centro de este municipio, ya que ahí el personal del IEEA les enseña el uso de la computadora, les prestan libros y hacen consultas en internet, sin costo alguno.