OAXACA, OAX, octubre 16.- Integrantes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) denunciaron un nuevo intento de Silviano Cabrera Gómez, ex secretario de Administración, por desestabilizar a la Máxima Casa de Estudios de la entidad.

Ahora, a través del Sindicato Universitario de Académicos, el candidato perdedor a la rectoría buscará presionar a las autoridades universitarias para recuperar sus viejas prebendas y obtener nuevos beneficios para él y su grupo de incondicionales.

No satisfecho con haber realizado una gran cantidad de movimientos turbios a espaldas de las autoridades cuando era funcionario de la UABJO, hoy pretende por medio de su nuevo negocio, el SUA, exprimir el paupérrimo subsidio universitario.

Dicho Sindicato se encuentra encabezado, en apariencia, por Amado Miguel Wilches Ramiro, y está conformado por un grupo de traidores de la anterior administración, dentro de los que destacan los hermanos Manuel y Daniel Jiménez Arango, así como algunos licenciados sin mayor mérito que haber sido burócratas en la oficina del Abogado General.

Al igual que Silviano, Wilches Ramiro tampoco es universitarios, pues es egresado del Instituto Tecnológico Agropecuario de Oaxaca. Por sus habilidades porriles fue reclutado por Enrique Lara Guerra y Georgina Corazón Saavedra, y una vez que los traicionó se acogió bajo la protección de Cabrera Gómez.

Es importante recordar que Silviano es un Ingeniero egresado del ITO. Al ingresar a la UABJO formo una banda de desadaptados sociales, brillando entre ellos Jorge López López, funcionario en la administración central, mejor conocido como “El Zopilote”, quien se aprovechó de su posición como directivo de la escuela, puesto al que llego mediante amenazas de grupos de jóvenes formados por ellos mismos.

Dentro de los incondicionales de Silviano y El Zopilote se encontraba el porro Edgar César Molano Blas, conocido como “El Thalía”, quien cobraba en la nómina del ex secretario de administración, al igual que otros de delincuentes.

Hoy, denunciaron, en su afán de no perder sus viejos beneficios, Cabrera Gómez pretende asestar un nuevo golpe a la universidad, sin importarle la vida administrativa y mucho menos la academia.