LIBROS DE AYER Y HOY
El nuestro más que fallido, es un estado fugado. Es un estado evadido, escapado, un ente que ha huido a través de sus representantes -llámense poderes-, de lo más estricto y fundamental de las instituciones.
Condición que para los sicólogos puede devenir a nivel individual en la fase maniaca, ¿cómo se expresa en una persona moral que es una entidad? Y no nos referimos a las ofensivas evasiones que vivimos constantemente y que ni siquiera tienen el ingenio de Edmundo Dantés cuando se fugó del castillo de If, -desde un humorístico fugas que se pela delante de sus juzgadores, la planeada y aparatosa fuga de El Chapo que se va cuando todo el poder ejecutivo está en Europa por casualidad, hasta las escandalosas e infames fugas de Javier Duarte y Guillermo Padrés en las narices de las autoridades-, sino a la relevante, la que se dio en la forma como se abandonó el país, como se le masacró a través de corrupción, impunidad, complicidades, abusos y mentiras.
Es la fuga imperdonable que se concentró en los últimos dos gobiernos, para abandonar a un país y dejarlo a su destino. Parece retahila repetirlo pero no podemos quedarnos callados. Si volteamos a todos lados, la evidencia está ahí: en los que escriben, en las redes, los que salen a las calles, en los que organizan foros, como el que organizaron algunos notables el fin de semana, el Encuentro nacional por la paz, la justicia, la democracia y la soberanía que abundó en un país en una grave crisis, “en una situación de desastre”, que merece una urgente reconsideración y la unidad de fuerzas progresistas, “que elabore un programa nacional de salvamento”.
No son los únicos que piensan así, ya se oye en muchos lugares la necesidad de grandes alianzas, ahora si una movilización nacional y la búsqueda y el rescate del país evadido en el gran túnel de la infamia. Las fugas se dan a todos los niveles, y así lo expresó Esther Seligson en su importante recopilación La fugacidad como método de escritura (Plaza y Valdés, 1988).
Se trata de un racimo de ensayos que fueron publicados en diversos medios en los que la académica, escritora, historiadora y poeta, aborda el tema recurrente de la fugacidad, a partir de un tiempo que se escapa, pero que por fortuna se recupera en la obra, en el arte.
De origen judío, Seligson nació en México en 1941 y su desarrollo académico se marcó en las letras, el teatro, la poesía, cuando curiosamente su carrera original había sido la química. Por algún tiempo colaboró con Octavio Paz. Fue una gran promotora de la cultura judía a través de escritos, clases y conferencias.
En el volumen que tenemos, La fugacidad… aborda a grandes poetas y escritores como Rilke, Virginia Woolf, Marguerite Yourcernar, Clarice Lispector, Ionesco, Fernando del Paso. En total más de 20 ensayos. En ellos muchas veces como reiteración, se centra en el tiempo perdido mencionado por Proust, para reivindicarlo como algo recobrado.
Esther hubiera cumplido 75 años este 25 de octubre, pero murió en 2010 en la ciudad de México. Poco antes, uno de sus hijos se había suicidado. Un verso suyo refleja lo que se vive en México y como impacta la vida individual:
Hoy me duele la vida como si fuera un tajo
de cuchillo en las muñecas
me abruman los hechos de violencia que cunden
el filo de mi propia recóndita agresión.
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx