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Muertes tempranas ¿y la responsabilidad?

LIBROS DE AYER Y HOY

Las muertes tempranas están preocupando al mundo. Paradójicamente cuando el promedio de vida alcanza porcentajes que no se imaginaban en épocas pasadas, de pronto miles de personas están muriendo aquejadas por males que podrían haberse evitado o que por lo avances podrían curarse. Estamos ante el fenómeno de los que no tenían por qué haber muerto. Al menos en ese momento.

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Fuera de accidentes, males heredados, agresiones dolosas, las causas están siendo creadas por la irresponsabilidad de los gobiernos -lo acabamos ver en el caso Tultepec-, las empresas depredadoras y el mismo ser humano que no atiende su cuerpo.  El fenómeno puede tener como origen principal la contaminación.

La Agencia Europea del Medio Ambiente,  tiene contabilizadas más de 430 mil muertes prematuras  anuales, atribuidas a la polución. Hungría es la más afectada. En la ciudad de México datos publicados señalan que 6 de cada diez personas tienen males vinculados a ese problema y los más afectados son  niños y personas mayores.

El Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) informa que 12 millones de mexicanos están afectados, uno de cada nueve. Ese fenómeno repercute en cardiopatías, cáncer, enfermedades pulmonares crónicas, males digestivos entre otros. Aparte del entorno, confluyen los alimentos chatarra, el tabaquismo, la falta de servicios sanitarios, la negación de servicios de salud a grandes núcleos, la carestía de los medicamentos, el auxilio médico   inadecuado, etcétera.

Lo grave de la situación que tiende a avanzar, es que hay poca responsabilidad pública, antes bien, las autoridades aumentan los riesgos sin que las denuncias importen. Lo acabamos de ver con la presencia millonaria de peregrinos para las fiestas de Guadalupe, evento que es estimulado por la propia jefatura de gobierno. Según datos del año anterior de la propia delegación, fueron recogidos 50 camiones de basura en la Gustavo A Madero, en zonas altamente contaminadas cercanas a la Basílica, con materia fecal incluida.

El Instituto Nacional de Salud Pública informa de 20 mil muertes anuales por la contaminación, nueve mil 600 de las cuales ocurren en el área metropolitana. Pero para un país tan grande como México de casi 120 millones de habitantes, la cifra se antoja pequeña. La que da España es de 27 mil muertes anuales tempranas con casi 47 millones de habitantes, solo por la contaminación. Para este año se vaticinaban 30 mil.

En lugares de alta concentración de contaminantes como la Ciudad de México los problemas respiratorios  se deben a que lo que se respira está por encima de lo recomendado. El propio secretario de Salud José Narro Robles, informa que han aumentado el asma, la conjuntivitis y la otitis.

¿Hay una investigación que finque responsabilidades? Cuando Carlos Monsiváis escribió Los mil y un velorios (Alianza Cien, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 1994), no se refería a la contaminación porque en la década de los noventa el problema no era tan alarmante. Pero si versaba en el crimen organizado otro factor de muertes tempranas.

Se menciona que en los últimos dos sexenios pueden contarse más de cien mil muertes, un alto porcentaje de las cuales es de gente joven. Monsiváis se va a la nota roja  cuya información fascina al ciudadano común ya que  se surte de las cuestiones más inverosímiles y complejas. Es uno de los textos de una serie que se publicó en un librito pequeño de bolsillo.

El escritor y periodista fallecido el 19 de junio de 2010, se remonta al virreinato para hablar de los crímenes de la Inquisición, pero ya en el siglo X1X, se solaza con su clásico humor en el horrorosísimo crimen del horrorosísimo hijo que mató a su horrorosísima madre; luego se detiene para mencionar al inglés Thomás de Quincey, uno de los clásicos que trasciende al lector el pavor que produce el crimen.

En su obra, el mexicano nos recuerda a los criminales más famosos del siglo pasado, Goyo Cárdenas, José León Toral, Jacques Monard o Ramón Mercader, Sobera de la Flor, Gilberto Flores Alavez, los narcosatánicos, entre muchos,  para llegar a la extensión del narcopoder con un José Antonio Zorrilla asesinando al columnista Manuel Buendía. A partir del 2006, las muertes tempranas por el narcotráfico, se dispararon.

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

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