SANTOS REYES TEPEJILLO, Juxtlahuaca, Oaxaca, enero 17.- Construido de piedras sobre piedras, a cielo abierto y en la cima de un cerro se encuentra la gran muralla, conocido así por los nativos del lugar, quienes dicen es un digno testimonio de la loable labor de los abuelos, así como una muestra cultural que supieron forjar los indígenas de la comarca y que sirvió como refugio y guarida ante el enemigo, los designios y tempestades de la naturaleza.
La gran muralla indígena se conserva intacta como una bella reliquia de los Tepejellisenses, pues su construcción data de tiempos de la revolución y fue edificada con piedras blancas de la región, las cuales fueron recolectadas por manos indígenas con el propósito de guarecer a los pobladores en tiempos de la revolución.
De acuerdo al testimonio de Miguel Vásquez Morales, oriundo de este municipio indígena de Tepejillo, cuenta que llegó a oír de boca de los abuelos que los constructores formaban una larga cadena humana desde las profundidades del río hasta la cima de la gran montaña-cuya altura alcanza los seis mil metros aproximadamente- para depositar el agua que trasladaban de manos en manos.
Cuenta el indígena que en aquellos tiempos aún no llegaban los utensilios en esta zona, únicamente jícaras que sacaban de las calabazas, pero ‘no tenían mucha resistencia, por lo que no quedaba de otra que llevar el agua de esta forma, juntando las manos’, abundó.
Otro factor fue la recolección de piedras de todos los tamaños, además de su grosor y peso, ya que los paisanos tuvieron que realizar una verdadera faena y esfuerzo físico para acarrear las piedras que se utilizarían para la construcción de la majestuosa muralla indígena, la cual permanece de pie dando testimonio del trabajo y sacrificio de los abuelos.
La enigmática muralla indígena cuenta con tres circunferencias alrededor del cerro, el primer círculo se encuentra de pie casi en su totalidad, ya que presenta fisuras hechas por la naturaleza, mientras que la mayor parte del daño fue hecha de manera intencional por los hombres de este tiempo, quienes por la necesidad de llevar la energía eléctrica a los poblados de la comarca, destruyeron la parte sur y noreste de la hermosa muralla de piedras.
En fracción de minutos, los hombres de ese tiempo destruyeron con maquinaria pesada la gran obra, misma que fue construida por décadas y que sin duda conlleva un valor cultural e histórico, los cuales no fueron apreciados para preservarla, subrayó Miguel Vásquez Morales, quien consideró necesario su rescate como una obra monumental, ejemplo vivo de lo que los Tepejillenses hicieron en tiempos y épocas difíciles.
El primer círculo de la muralla tiene una altura de seis metros aproximadamente, un grosor de un metro con veinte centímetros y ocho mil metros de circunferencia; el segundo círculo tiene una altura de cuatro y medio a cinco metros aproximadamente, un grosor igual que el primero y un cierre de seis mil metros; mientras que el tercer círculo, el más dañado de los tres por los designios de la naturaleza y del tiempo, ya no se alcanza a apreciar con exactitud, pues únicamente se logra ver un pequeño círculo de piedras amontonadas en la punta del cerro.
Pese a ello, aún se encuentra intacto el corazón del noble guerrero mixteco que aquí aposento sus realezas, hecho de roca y que se encuentra en el mero centro, lugar hasta donde llegan los nativos con sus respectivos presentes para invocar el espíritu de los abuelos y el del señor de las montañas para obtener algún beneficio espiritual.
Entre los tres círculos se observa la existencia de tumbas, dando a entender que aquí habitaron tres clases de gente: la clase baja, la clase media y la clase alta, ya que la última tumba estuvo mejor construida, lo que hace suponer que allí habitó el dignatario, rey ó noble guerrero mixteco, quien defendió el territorio y vivió con los suyos en tiempos y épocas difíciles.
La segunda tumba correspondía a los nobles del dignatario y en la tercera estuvieron los súbditos, soldados y peones. Curiosamente los tres círculos tienen sus puertas por el lado norte, mirando hacia el poblado de Tepejillo.
La majestuosidad que representa la muralla refleja en sí la identidad de la floreciente cultura autóctona de los Tepejellisenses, orgullo y ejemplo de identidad de los oriundos, por consiguiente, se requiere y demanda no sólo su preservación, sino la unidad y la sana convivencia, máxime en el rubro cultural entre los hombres de esta generación y la venidera, porque la gran muralla representa la capacidad que los abuelos tuvieron para levantar grandes construcciones en pro de una sociedad.
Qué mejor que en este tiempo se pueda rescatar, además de embellecerlo, para que sirva de escarmiento para propios y visitantes, ya que es una herencia cultural de los abuelos que por sí solo da testimonio de su valor histórico y cultural entre los pobladores de la comarca.
Agradecimiento
Agradecemos a Miguel Vásquez Morales, guía y principal promotor, quien proporcionó todas las facilidades para hacer posible este reportaje, además de la hospitalidad de los Tepejillenses, orgullosos de su identidad de mixtecos y dignos herederos de la raza indígena pura del noble guerrero mixteco.