Donald Trump tiene aversión patológica en contra de México.
Si aún quedaban dudas para el encuentro el 31 de enero en la Casa Blanca, Washington, entre el presidente de México, Enrique Peña Nieto y el nuevo presidente de Estados Unidos, el republicano Donald Trump, esto se acabó y la mejor decisión es que el Ejecutivo mexicano no vaya.
“Si México no está dispuesto a pagar por el muro, mejor sería cancelar la reunión” escribió Trump la mañana del 26 de enero. Un tono y una forma insospechados en un gobierno que se supone democrático; ajeno a la diplomacia y sin respeto por un presidente y un país ajenos. ¿Algo más?
El mismo día, más tarde, el presidente Peña Nieto mandó la respuesta: ‘México reitera su voluntad por trabajar con los Estados Unidos para lograr acuerdos a favor de ambas naciones. Esta mañana le hemos informado a la Casa Blanca que no asistiré a la reunión el próximo martes’.
Todavía a día 25 había dudas de gobierno por encima del clamor mexicano a través de redes sociales, medios de comunicación y de voz a voz para que el presidente de México no asistiera a ese encuentro: políticos de fuste, intelectuales, periodistas, gente de a pie insistían: “¡Qué no vaya!”…
Peña Nieto había dicho que consultaría con la CONAGO y el Senado para tomar una decisión al respecto: todo a lentitud. Y en esto el gobierno de Estados Unidos, al sospechar de la cancelación desde México, decidió adelantarse y decir que son ellos los que mandan la orden de no reunión. Decisiones vertiginosas frente a la lentitud mexicana para tomar decisiones trascendentes.
Donald Trump tiene aversión patológica en contra de México y tiene su propia agenda para asestar golpe a golpe al país del sur. Ya lo dijo: ‘la tortura también es útil’.
Ya firmó el acuerdo ejecutivo para la construcción del muro en territorio estadounidense para aislarse de México. Ya dijo que expulsará a los millones de trabajadores mexicanos que están en Estados Unidos. Ya ha presionado a empresas automovilísticas y otras para que desistan de invertir en México y trasladen sus plantas y trabajos a territorio de EUA… Seguirá haciéndolo.
… Donald Trump ya hace añicos el famoso Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) y está decidido a continuarlo sólo con Canadá en tanto que ‘revisará’ todo acuerdo con México para ‘renegociar’ o ‘cancelar’, pues eso: no hay a qué ir a Estados Unidos a poner cara de huevo estrellado y escuchar el regaño de un presidente-emperador que no entiende razones, como Gabino Barrera, cuando andaba en la borrachera.
Mientras tanto nuestro gobierno dubitativo y temeroso no termina por entender que lo que sigue es la defensa de lo mexicano y por lo mexicano. No termina por entender que cualquier negociación con el gobierno de Trump será fallida si no se tienen elementos objetivos, claros, definitivos, organizados, estructurados, estratégicos, con cifras, datos, resultados, balanzas de beneficio o no… y firmeza de carácter, que es lo que hace a los hombres de Estado…
Todavía unas horas antes, el canciller mexicano Luis Videgaray –desconocedor de la política exterior y la diplomacia, según él mismo dijo—, decía que por encima de lo que se dijera, “la reunión del 31 sigue vigente… Sigue confirmada: En eso quiero ser muy claro –dijo engolando la voz—la reunión por ahora sigue en pie: la reunión sigue confirmada”.
Mientras, José Antonio Meade, secretario de Hacienda, en su propensión a la macroeconomía afirmaba: “la cancelación de esta reunión traería mayor incertidumbre a los mercados”.
Pues eso: que mientras son peras o perones para los mexicanos, para Trump es aquí y ya: contra México todo, aunque ya mostró su talón de Aquiles: la seguridad. Lo dijo el 25 de enero:
“La búsqueda sin precedentes de inmigrantes ilegales de Centroamérica está lastimando tanto a México como a Estados Unidos, y pienso que las acciones que tomaremos a partir de ahora mismo mejorarán la seguridad en nuestros dos países. Esto será muy muy bueno para México”. Ahí está una carta mexicana…
Aun así, el gobierno mexicano deberá buscar la salida adecuada de este embrollo en el que se ha metido. Trump tiene su agenda en contra de México. ¿Cuál es la agenda mexicana en contra del odio de Trump hacia nuestro país y lo nuestro? Lo primero, y aunque suene chabacano, es la dignidad y en seguida, la defensa de los intereses mexicanos por encima de juegos de palabras y discursos.
Buscar alternativas de negociación, diversificación y producción nacional para el consumo nacional. No depender de los Estados Unidos y buscar opciones de comercialización e inversión. Volver hacia Centro y Sudamérica. Europa… China… Y apretarnos el cinturón los que tengamos cinturón y acostumbrarnos a que vendrán días de tacos de frijoles… Pero nuestros tacos y nuestros frijoles en mesa propia. Bien que no vaya. Bien-bien. ¿Qué sigue?
@joelhsantiago
@OpinionLSR
Tomado de la Silla Rota: http://lasillarota.com/no-ir-bien/Joel-Hernndez-Santiago#.WIwaNLh96M9