TLAXIACO, OAXACA, enero 29.- Con 92 años a cuestas, humedecidos los ojos, Don Alfonso tuvo que retirarse de su botica; fatigado y melancólico, recuerda su hijo, estaba parado en el umbral de la puerta, ni dentro ni fuera, y desde ahí se despidió en silencio y cabizbajo del lugar donde por más de 60 años curó y sanó a generaciones.

Se trata del médico tradicional Alfonso Taboada, nacido en 1917, a quien los pueblerinos cariñosamente le llamaban ‘Doctor’.

Su nombre y su leyenda son el imán que aún atrae a cientos de personas a la última y singular botica que permanece abierta en el corazón del llamado “París Chiquito”, que los mixtecos también llaman ‘Ñuú Vico’, pueblo o país de las Nubes.

“Es toda una tradición, quizás lleno de leyendas medicinales; a los viejos boticarios seguramente les da mucha impotencia saber que su noble oficio está agonizando”, lamenta con tristeza Jesús Valle Jiménez, nieto de Valentín Nicolás Jiménez, quien ha permanecido durante los últimos 25 años al frente del local junto con su familia, y tercero en generación.

Cuenta que hace más de 150 años, cuando Valentín Nicolás Jiménez llegó a estas tierras de la Mixteca oaxaqueña, procedente de España, instaló la empresa boticaria “La Parroquia”, que abrió sus puertas en la esquina de las céntricas calles de Fray Caldelas y Fray Lucero, junto al templo parroquial de la Virgen de la Asunción.

La tradición del oficio estaba en su apogeo, aceptable entre la gente de los pueblos de la comarca, pero en la actualidad “ya no se come con esto”, lamenta Valle Jiménez.

Por eso y porque las generaciones de ahora ya quieren dedicarse de lleno a sus estudios y carreras afines, o de plano a otras actividades, en la era de las tecnologías “de punta”, aunque la familia le añora el sentimiento, la tradición debe continuar, sostiene.

FUNDADA EN 1865

Recuerda con orgullo cuando fue creada la gran empresa. Actualmente la farmacia permanece de pie en la vieja casona donde iniciase El Viejo con la noble actividad de ‘boticario’.

Todos los días abierta al público y en ocasiones hasta altas horas de la noche, atendiendo a la clientela que requería de los medicamentos tradicionales.

A la fecha, las viejas recetas han sido sustituidas por los modernos reactivos.

Hoy trabajan con formulaciones que tienen mayor demanda en el segmento de pomadas y fomentos para problemas de la piel, como Dermatitis.

Valle Jiménez admite que el oficio e boticario sucumbe, especialmente desde hace cinco años, ante la presión de los laboratorios internacionales, la medicina de patente y las farmacias de cadena.

Se queja de que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), exige un área reservada para la preparación de formulaciones botánicas, separada de la farmacia y su consultorio, como lo indican los artículos 58 y 114 del reglamento de insumos para la salud.

Ante ello, el boticario tlaxiaquense informa que “decidimos parar la fabricación y sólo continuar con la preparación de polvos y ungüentos de formulaciones más simples para afecciones de la piel, aunque tampoco nos deja muchas ganancias”.

DE TODO EN LA BOTICA

Alopáticos, Genéricos intercambiables, Oficinales, Magistrales y Homeopáticos, en cuanto a medicamentos se refiere.

Y en el rubro de la medicina están la tradicional, alternativa-holística, de patente (IV, V, VI), naturista y fitoterapia.

En insumos, para fórmulas magistrales, sales, lociones, tinturas, esencias, extractos, pomadas, entre otros.

Continúan como miembros activos de Anafarmex/amiif y bpcm, con certificado 2001 por la Secretaría de Salud (SSA).

Refiere que entre las preparaciones más populares en la época de oro de la botica estaban el talco de Venecia, que era perfumado con fragancias de grosella o menta, para hacer ‘polvo para enamorar’.

Cuenta la leyenda que se esparcían en la palma del interesado, luego él tenía que saludar de mano a su amada para impregnárselos, y si ella se lavaba las manos y el talco se escurría con el agua quedaba prendada, enamorada, lo que hacía al medicamento muy popular entre la clientela.

Era tal la cantidad de utensilios en este antiguo laboratorio que es difícil fijar la vista en hornillos, cazos, morteros, medidas, pesas, pildoreros, una báscula antiquísima, espatuleros, donde el boticario elaboraba los medicamentos, un viejo librero de fina madera; también hay textos antiguos, raros.

Don Jesús refirió que se trata de una colección de farmacopeas y libros de control con miles de recetas surtidas desde 1865 hasta nuestros días.

INCIERTO, EL FUTURO DE LA BOTICA

Los pobladores de esta zona de la Mixteca oaxaqueña recuerdan a Don Valentín Nicolás siempre servicial y dispuesto a darles un consejo, pero sobre todo para curar a los familiares de algún mal.

Fue un verdadero “doctor” del pueblo, ya que gran parte de su tiempo lo pasaba en su improvisado laboratorio preparando los más complicados jarabes, ungüentos y polvos.

Aseguran que en el “París Chiquito” todavía permanece ese aire del siglo pasado, cuando llegaban los pacientes de barrios y pueblos, a pie o montados en burros o caballos, a tratarse síntomas y solicitar recetas con el medicamento adecuado.

Tiempos aquellos en que la Botica y el Boticario tenían que abrir y trabajar desde las cuatro y media de la mañana, hasta la media noche para dar abasto a la clientela.

La venta superaba más de mil productos diarios, pero en la actualidad expenden unos 20 medicamentos al día, con excepción de los días de plaza, cuando bajan los paisanos a realizar sus compras.

“Mi abuelo siempre quiso que la gente viera todos sus tesoros, recetas, utensilios, para que la tradición perdurara. Todo esto que ahora está en cajas o empolvado es la esencia de siglos, de la época de oro de México, y de la nobleza campirana de Tlaxiaco y de la Mixteca”, subrayó nostálgico Jesús Valle Jiménez, heredero de la tradición de boticario.