LIBROS DE AYER Y HOY
Mientras las fanfarrias desgranen su música el 8 de marzo, siete mujeres serán asesinadas. Parece el título tétrico de una novela de suspenso, pero en México esa es la cruda realidad. El dato proviene de la ONU y Amnistía Internacional, aunque hay quienes dicen que se queda corto.
La primera coloca al nuestro en el número 16 a nivel mundial en feminicidios y violencia contra las mujeres. La muerte como dato final, va marcada con la violencia cotidiana, el menosprecio, la sevicia, el odio de género, el machismo, la cultura patriarcal, para crear un estatus que un buen porcentaje de la contraparte no reconoce.
En las redes, por ejemplo, va en aumento el reclamo de hombres que desestiman y rechazan el feminicidio como tipo penal, “porque a diario mueren más hombres que mujeres”. La aseveración es injusta aunque el número de homicidios masculinos si sea válido.
Y es injusta porque la muerte violenta en si misma constituye un acto terrible que por ese solo hecho toda la sociedad debería de rechazar. En los códigos penales existe el tipo penal de homicidio para los casos en los que no se circunscribe algo específico aunque existan las tres agravantes. Pero el asesinato de mujeres por su género, de niños o de padres, por ejemplo, entran en otra tipificación.
El tipo de feminicidio que existe en la gran mayoría de los países del mundo ante el aumento de la violencia contra las mujeres, tiene características especiales y en México se ha instituido en todos los códigos de los estados, documentos que en la mayoría de los casos fueron reformados para introducir la definición.
Independientemente de la actualización de datos que de seguro será dada en estas fechas, pero que es movible, la alarma estremece solo de saber que de 2011 a 2014 la tasa de feminicidios creció cinco veces al pasar de 2.04 a 3.2 con cifras que se han seguido disparando.
La ONU sostiene que el aumento ha sido de 46 por ciento en los últimos cuatro años. En los 25 años anteriores a 2016 murieron asesinadas 50 mil mujeres. Hace cinco meses el Alto Comisionado de la ONU de visita en México alertó sobre el aumento de la violencia contra las mujeres, pero otros datos señalan que esta no se ha detenido.
Las llamadas alertas de género parece que han funcionado poco y las formas de violencia se han agudizado. En estas fechas en las que se celebra a nivel mundial a las mujeres, en México saldrán a la palestra las feministas que pagamos con nuestros impuestos para hablar de sus avances, los políticos que a lo mejor en franca contradicción dirán que los casos de violencia han mermado, las casas comerciales para ofrecer regalos de todo tipo.
Esa es otra definición de fanfarria, la de la baladronada, la de la jactancia. Pero, ¿alguien podrá olvidar que cada día mueren siete mujeres por el solo hecho de serlo? Némesis (ediciones Orbis S.A. Grandes maestros del crimen y misterio 1984) es una novela de Agatha Christie escrita a principios de los setenta del siglo pasado, que aborda el tema del feminicidio – sin que estuviera tipificado todavía-, en un poblado de Inglaterra destino de una excusión.
Varias mujeres jóvenes han sido asesinadas y aparecen destrozadas en barrancos, pero lo curioso es que el principal sospechoso está en la cárcel. ¿Quién las está matando, entonces? La anciana Miss Marple personaje de la escritora inglesa, tendrá que hacer una investigación que involucra a tres mujeres que recuerdan en mucho a Las tres hermanas, de Chejov, en una mansión en la que se respira tristeza.
El caso encubre un amor lésbico – extraño en una autora de origen victoriano-, y una dulce muchacha, Verity, que es asesinada porque quería huir de los lazos de una de las hermanas, madura Clitemnestra. Marple se inspira en Némesis, la diosa de la venganza divina, deidad griega que aplicaba la justicia retributiva, la solidaridad, la venganza y la fortuna.
Y que curiosamente fue la madre según el mito, de Helena, aquella que causó tanto impacto en la guerra de Troya. Marple cae como ave vengadora sobre aquella mujer bella y deshumanizada, para hacer que pague los feminicidios que su propia pasión le hizo cometer. Así debería de ser en México, sea quien sea el asesino.
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