Y si hay que jugar sucio, lo harán; si hay que traicionar, lo harán; si hay que jugar con cartas marcadas, lo harán. No quieren perder el Estado de México.
Está bien que en unos cuantos días hayan detenido muy cerca de su ocaso a dos ex gobernadores del PRI a quienes se siguen investigaciones por presuntos delitos cometidos durante su gestión: A Tomás Yarrington, de Tamaulipas, el domingo 9 de abril en Florencia, y a Javier Duarte de Ochoa, de Veracruz, el 15 de abril, en Guatemala.
Cosa extraña, por cierto. Aunque hay priistas que dicen que en México de todo se quejan: ‘si no los detienen, porque no los detienen; y si los detienen, porque los detienen.’ Pues sí. Es bueno que hayan sido capturados y que hagan su defensa y que los jueces decidan inocencia o culpabilidad en cada caso: es obligado que lo hagan en base a criterios de justicia, que ojalá no sean criterios políticos en el caso mexicano. Todo esto a punto del proceso electoral 2017, con rumbo a 2018.
En ambos casos el Partido Revolucionario Institucional abjuró de ellos. De Tomás Yarrington en diciembre de 2016, cuando según el acta de Sesión el PRI informó que se expulsaba del PRI al exgobernador de Tamaulipas, “por vulnerar sistemáticamente los estatutos del partido, el código de ética y cometer actos de falta de probidad durante su gestión”.
En el caso de Javier Duarte fue el 26 de septiembre de 2016, “dada la gravedad de las acusaciones y la afectación a la imagen del Partido Revolucionario Institucional”, dijo en un comunicado.
Así que primero los ensalzan, los llevan de aquí para allá presumiendo sus maravillas como ‘hombres probos’, como militantes priístas, como funcionarios priístas, como candidatos priístas y como gobernadores priístas: y durante toda su gestión seguían siendo ‘el orgullo de su priismo’. Y, sabiendo lo que ocurría en la entidad, los dejaron hacer y todo dejaban pasar: laissez faire, laissez passer, era la consigna, mientras las cosas no se supieran…
Pero el caso de Tomás Yarrington en Tamaulipas, Javier Duarte en Veracruz, Roberto Borge Angulo en Quintana Roo, César Duarte en Chihuahua causó mella en los resultados electorales de 2016, esto es, que el PRI perdió 7 de las 12 gubernaturas en juego.
… Entregó a la oposición cuatro estados en los que había gobernado de forma consecutiva durante 86 años: Durango, Quintana Roo, Veracruz y Tamaulipas: también dejaría de gobernar Chihuahua, Aguascalientes y no recuperó Puebla.
Y a partir de ahí que el discurso del novel dirigente priista, Enrique Ochoa Reza, puesto ahí por el presidente Enrique Peña Nieto, fue el de la anti-corrupción: “¡No permitiremos que por unos paguen todos!”; “No permitiremos más actos de corrupción en el PRI!”; “¡La corrupción será desterrada de nuestros gobiernos!”; “¡Solo el 99 por ciento de los priistas son corruptos!”…
Así que durante un largo periodo esta fue la estrategia de campaña: “La anticorrupción”, precisamente porque ésta corrupción les había hecho un daño fatal. Ya no.
Por décadas, el PRI se construyó con base en la regla del enriquecimiento de muchos de quienes ocupaban cargos de gobierno. Ser priísta para muchos no era una vocación, era una ambición, y en muchos casos lo sigue siendo. Sin duda, como en todo, para que la regla lo sea, hay excepciones.
En este mismísimo momento, en algún punto del país, gobernantes, funcionarios, legisladores, burócratas priistas medran con cargos públicos y se enriquecen, como si estuviera en su ADN ahí están, ocupando puestos y acumulando riquezas “inexplicables”. ‘Son amigos de tal o cual personaje’.
Cierto: no es privativo del PRI. Los otros institutos políticos que conforman nuestro famosísimo “sistema de partidos” tienen cola que les pisen. Ahí están algunas muestras ya puestas a disposición de la ley, como es el caso del ex gobernador de Coahuila, Guillermo Padrés Elías, quien se entregó a las autoridades el 10 de noviembre de 2016, declarándose inocente. PRD, Morena, todos… llevan en su sangre al priismo original y la ambición nueva de muchos de sus militantes… Y ni qué decir de los partiditos ‘rémora’
Pero en particular las cosas no van bien para el PRI este año electoral en el que se llevarán a cabo elecciones en Coahuila, Nayarit, Veracruz y Estado de México. Precisamente en esta entidad, que es de la que proviene el presidente de México, en donde se juega el futuro de este partido, con rumbo a 2018. Son 11.3 millones de electores que no se pueden perder y el presidente no puede perder en su estado… dicen en el PRI.
Y si hay que jugar sucio, lo harán; si hay que traicionar, lo harán; si hay que jugar con cartas marcadas, lo harán. No quieren perder el Estado de México. ¿Escogieron al mejor candidato?
Sí, es muy extraña la captura en unos cuantos días de Yarrington y de Javier Duarte; la de éste último de forma aún más extraña: exhibiéndose en un súper hotel de Guatemala y pidiendo que le llevaran ahí a su familia, como si no se supiera prófugo y perseguido… Sale al balcón y luego dócilmente se entrega, va pasillo al proceso con muecas y actitudes de tal talante que pareciera que hubiera tomado algo para la calma-calma y con una mirada de fulgor extraño… En fin.
En fin, que en todo esto el PRI de todos modos PRI se llama. ¿Quién lo salvará? ¿Qué salvará al PRI?
En fin, que las elecciones 2017 son una especie de tarjeta postal de lo que será el panorama político de México en 2018. Y ahí sí, señoras y señores políticos de toda índole, color, modo y forma: la guerra entre partidos ya está declarada, y no precisamente por lo político o por propuestas de gobierno, o diseño de futuro social… no, precisamente.
@joelhsantiago
@OpinionLSR
Tomado de la Silla Rota: http://lasillarota.com/de-todos-modos-pri-te-llamas/Joel-Hernndez-Santiago#.WPqlPNJ97IV