CRÓNICAS DE LA ÍNSULA
Aquí estamos de nuevo cayendo en la trampa de sumarnos al llanto de cualquiera que llora, de apoyar todo lo que parece injusto aunque realmente no lo sea.
El caso de la delegación de Juchitán que viajaría a la ciudad de Oaxaca para participar en la Guelaguetza es otro de esos casos de magnífica impostura.
De entrada, el clamor de la señora que firma como presidenta, Gloria Sánchez López, de que es por revanchismo político porque su gobierno municipal emanó del PRD es increíble, nadie como esa familia de enriquecidos políticos juchitecos ha sido más colaboracionista con los gobiernos del PRI.
Hay quienes se rasgan las vestiduras al decir que hay asuntos más importantes que la Guelaguetza, como la seguridad pública.
La seguridad pública es algo que siempre deberá atenderse, está fuera de toda duda, pero es errado ocuparse únicamente de eso. O como la cuestión eólica es nodal, no habríamos de ocuparnos de los demás temas de trascendencia social y cultural.
La mano de Héctor Sánchez
Entonces, ¿qué pasa en este caso de Juchitán, sus autoridades y la Guelaguetza 2017? Pues la raíz del conflicto se encuentra precisamente en Juchitán mismo, en el autoritarismo del viejo político con pretensiones de cacique, Héctor Sánchez López, “Mexha”, quien no firma pero si manda en la presidencia municipal de esa población.
El Cabildo de este gobierno municipal desapareció la Regiduría de Cultura, lo que fue algo criticado por la clase cultural y artística local.
En esa regiduría se cobijaba al maestro Filiberto Martín Luis Morales, quien fue el encargado más de 15 años de instruir y seleccionar a los jóvenes que formarían el grupo o delegación de Juchitán en la Guelaguetza.
Echaron al maestro para incrustar esa actividad en el DIF municipal, y se puso el grupo en las inexpertas manos de Iván Zacarías, director del DIF, aunque quien en realidad maneja ese asunto es la esposa de Héctor Sánchez, presidenta honoraria (¿) del DIF juchiteco, Rosaura López Valdivieso.
Echaron a Martín e improvisaron a otro grupo
Prescindieron del grupo formado por Martín Morales durante años, cambiaron a todos en unas cuantas semanas, es decir, improvisaron todo.
El grupo que vendría a Oaxaca era un grupo incipiente en materia de sones y bailes. Por supuesto, el maestro Martín no se iba a quedar callado y protestó justamente.
Varios factores concurrieron, entre otros que el personero de Samuel Gurrión, Pedro Santiago (Pedro “Rombo”) no se saliera con la suya de que su hija fuera quien concursara por Juchitán en el certamen de diosa Centeotl.
Trabajaba este conocido personaje del PRI con los perredistas del Ayuntamiento, metía mano en la designación de los jóvenes de la delegación y hasta los forzó a participar en una Vela del PRI y hacía otros negocios, a ciencia y paciencia de las autoridades municipales.
Eso de mandar hasta en las trojes, de meterse hasta en lo que tiene una dinámica propia, de imponer todo al gusto y cómo les viene en gana, a veces tiene resultados adversos.
De paso lastimaron a las muchachas y muchachos que ya estaban preparados para bailar en la Rotonda de la Azucena del Auditorio Guelaguetza; quedaron mal con los nuevos que de manera improvisada se disponían a relevar a los primeros; e hicieron gastar inútilmente a los padres de los últimos 10 mil pesos por incluirlos en la delegación juchiteca a “la máxima fiesta de los oaxaqueños”. Puras pérdidas.
En el caso de Pinotepa, que también está quedando fuera de la Guelaguetza, aún están por dilucidarse sus detalles (“el diablo está en los detalles”), lo que sabemos es que la presidenta que firma, Gloria Sánchez, llamó a su homólogo de Pinotepa para hacer un frente común y protestar hasta lograr el triunfo.
“Hasta la victoria siempre”, pues manitos.
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