Las imágenes son metáforas de estos tiempos de vendavales. Autoridades de las agencias y colonias de la zona oriente de la Villa de Zaachila se despojan de sus camisas para explicar a la opinión pública como se sienten:
“Nos quitamos las camisas porque nos sentimos vulnerables”. Los vecinos de la Agencia Vicente Guerrero y las colonias unidas expresan, no sólo cómo se sienten ellos por el menosprecio gubernamental, sino cómo estamos todos: descobijados y a la intemperie.
El estado de Oaxaca se cae a pedazos y, mientras esto sucede, el gobernador escribe en su cuenta de Facebook: “Asistí a la XXII Asamblea del PRI. Hoy el partido en el que milito es un partido abierto a las ideas y comprometido con las causas sociales, el PRI es el constructor de las instituciones que modernizan, impulsan el desarrollo de México y el bienestar social”.
La fotografía es por demás elocuente, dirigentes y gobernadores priistas (incluido el gobernador Murat) enfundados en tamañas chamarras rojas. Esta fotografía contrasta con la imagen de las descamisadas autoridades de la Agencia Vicente Guerrero.
Las imágenes dicen mucho más que las palabras, pero a veces son necesarias las palabras para explicar los contrastes. Esta semana, a muchos nos impresionaron los videos que circularon en redes sociales sobre la detención de un ladrón de celulares en Tlaxiaco.
El pueblo enardecido lo desnudó y lo paseó amarrado como animal rabioso por el centro de la población. El pueblo hace justicia por su propia mano frente al abandono gubernamental.
El presunto ladrón también quedó literalmente desnudo, desprotegido por las Instituciones que tendrían que aplicar justicia salvaguardando sus derechos humanos.
El jueves 17 de agosto el Congreso del Estado aprobó el Plan Estatal de Desarrollo 2016-2022. En una votación, de mayoría calificada, la bancada del PRI, PAN, PRD y PVEM otorgaron su aval a un plan estratégico que promete hacer de Oaxaca un estado: Seguro, Sustentable, Moderno, Transparente, Innovador, Incluyente y Productivo.
Es una quimera. Para un estado donde más del 70 por ciento de la población se encuentra descobijada y a la intemperie se tendrían que hacer esfuerzos extraordinarios, podríamos iniciar por exigir a las autoridades menos frivolidad y más resultados.
Un pueblo descobijado no necesita que su gobierno enchamarrado se dedique sólo a regalar cobijas en tiempos de vendavales.
*Director de Radio Universidad de Oaxaca.
