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Teresa Gil

La novela policial del sistema

LIBROS DE AYER Y HOY

Septiembre  traerá las sorpresas que el informe no pudo dar. Los pleitos políticos en la disputa por el poder y la búsqueda  de mecanismos para ocultar delitos y errores en la gestión, han llegado a extremos mientras el país se derrumba.

PRI y PAN están en duelo a muerte, ¿en que acabará? Días antes el ejecutivo federal había reconocido que el crimen ha tomado posesión de los espacios familiares y sociales lo que significa que  las cosas están más graves de lo que se piensa.

En esos niveles nos han sumido. A cualquier persona debe sorprender el que de pronto- en pocos años-, aparezcan por todas partes en el país asesinos a sueldo, sicarios con todo lo que se deriva de ello, enterradores, verdugos que cuelgan, destrozan, queman, hierven en recipientes, el horror más terrible que habla de la pérdida del valor de la vida en esas personas, su cercanía a las fieras; la moral y la ética destruidas.

Lo curioso es que ni siquiera debe haber odio, simplemente la acción mecánica de matar, del que cumple órdenes de seres que tienen un concepto diferente de esos crímenes: su propio  interés.

Que fracaso tan estrepitoso del poder y de la sociedad. Ahora se reconoce que ese crimen ya está presente en el ámbito familiar y social, en el entorno común, con el asesinato de parejas, familiares, hijos incluso, violaciones a diario, vejaciones; con  la muerte y la agresión que acechan en los rincones, en las calles para obtener a veces unas monedas.

Y uno se pregunta que pasó con los líderes llamados morales – gobierno, iglesias, intelectuales, universidades, maestros, padres, líderes políticos -, ¿de que sirvieron sus valores estereotipados? El problema es que cuando desde el poder se reconoce lo grave del problema es que hay algo que se avecina; el interés tiene pies.

Hay una ley en curso, la de Seguridad Interior para dar más vuelo al Ejército y a la Marina y la elección  por nueve años de un  presunto fiscal especial independiente, que tiene muchos bemoles.

Se busca, dicen los opositores,  tener a un  protector de los desmanes que se cometieron en el sexenio.

Esto ha provocado las diferencias surgidas entre PRI y PAN y  el sorpresivo nombramiento de Ernesto Cordero como  líder del Senado sin que la dirigencia nacional panista lo aprobara.

Se insiste también en sacar la iniciativa del mando único  policial, que  ha tenido serios cuestionamientos.

Entre el abultado cúmulo de cifras del informe y datos que no convencen, esas son las propuestas para la seguridad que hacen quienes gobiernan, que por cierto le echan  la culpa de la nueva concentración criminal a los poderes locales, a la ineficacia de una policía que olvidaron para darle fuerza al ejército en las calles.

Pero su oferta no es de un verdadero cambio. La corrupción sigue, el saqueo sigue, ¿que ejemplo puede ofrecerse para enfrentar lo que hay? Ninguno.

Septiembre ha sido un mes pródigo para el nacimiento de grandes escritores. Nada menos que Miguel de Cervantes nació en este mes otoñal, el día 29.

Francis Scott Fitzgerald fue también un escritor septembrino nacido el día 24. Su obra volcada en la biografía del académico André LeVot (Scott Fitzgerald Argos Vergara  Barcelona 1981) nos muestra a un personaje complejo amante de las veleidades sociales, de la bebida que lo llevó a la muerte, pero también a un ser agobiado, triste en su últimos años cuando apenas entraba en los cuarenta.

Aquella también típica y extraordinaria escritora que fue Gertrude Stein, solía decir, -lo publica LeVot-, que “no había escritor norteamericano contemporáneo que se propusiese una aventura estética comparable a la que había emprendido Francis Scott Fitzgerald”.

Y con solo leer El gran Gatsby, El otro lado del paraíso o Tierna es la noche, entre las muchas obras que dejó, se entiende porque fue recuperado después de su muerte -en 1940, a los 44 años-, para colocarlo en la cima de la literatura estadounidense.

En la minuciosa biografía, LeVot, profesor de literatura norteamericana en la Sorbona, se da tiempo para hablar de los otros amores del escritor nacido en Minnesota, con la inglesa Sheilah Graham con la que vivió sus últimos años.

Ella se convirtió con el tiempo, en una de las comentaristas de chismes escandalosos, que en México han sido copiadas en los medios, cada vez con menos impacto.

No recuerdo al poeta que escribió, “el eco grita y repite ¡muerte!”,  pero a Fitzgerald, siendo una figura bendecida por la fortuna, este grito lo persiguió implacable; su esposa Zelda murió quemada en un  manicomio y él mismo cayó fulminado por un infarto, cuando se levantó del escritorio donde escribía su última obra.

Con rasgos que lo identificaban con él, Jay Gatsby murió absurdamente al ser confundido por su asesino ( y fue muy lamentable que en la película el muerto haya sido  Robert Redford).

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

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