+ El arqueólogo explicó que durante 40 años de trabajo se han descubierto la Casa de las Águilas, los Templos Rojos, el Cuauhxicalco y gran cantidad de ofrendas
CIUDAD DE MÉXICO, junio 24.- En la zona arqueológica del Templo Mayor, a lo largo de cuatro décadas, se han encontrado informaciones y datos con los que se ha descubierto un nuevo rostro del mexica o azteca, aseguró el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma en su conferencia El Proyecto Templo Mayor: 40 años de investigación. Del siglo XX al XXI.
Al participar la noche del 22 de junio en el ciclo Charlas con Premios Nacionales, organizado por el Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República y el Centro Nacional de las Artes (Cenart), el miembro de El Colegio Nacional hizo un recuento del trabajo realizado en lo que fue la Gran Tenochtitlan.
Destacó que sobre el Templo Mayor, sus vestigios y materiales encontrados (restos óseos humanos y animales, papel, telas, máscaras de piedra, cerámica, muros pintados, entre otros), existen más de mil 200 fichas bibliográficas escritas, entre libros, páginas de reseñas, catálogos y guías.
“Este es un viaje al pasado con el que nos remontamos a más de cinco siglos atrás, llegando hasta los hombres que hicieron toda una serie de obras y edificaciones”, comentó el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2007 a los asistentes reunidos en el Aula Magna José Vasconcelos del Cenart.
Refirió que el Proyecto Templo Mayor, cuya coordinación está a su cargo, se creó un mes después del descubrimiento del monolito de la diosa Coyolxauhqui por los trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro encontraron en la esquina de Guatemala y Argentina, el 21 de febrero de 1978.
Apuntó que a partir de esa fecha se iniciaron los trabajos de investigación, los cuales no han parado y que han permitido identificar las siete etapas constructivas del Templo Mayor, además del descubrimiento de la Casa de las Águilas, los Templos Rojos, el Cuauhxicalco (lugar de enterramiento de los tlatoanis), el monolito de Tlaltecuhtli, la diosa de la tierra, y un gran cantidad de ofrendas.
“Cuando empezamos a excavar hace 40 años usábamos un teodolito que ayudaba a hacer los planos de los edificios que íbamos encontrando, actualmente se usan aparatos sofisticados, algunos permiten pasar sobre la tierra y detectar lo que hay abajo, para que el arqueólogo, a través de la excavación, pueda llegar con mayor precisión a esos elementos detectados”, relató el arqueólogo.
Indicó que entre los primeros descubrimientos registrados entre 1979 y 1980 están los adoratorios a Tláloc y Huitzilopochtli, de la etapa más antigua (1390 d.C.), y al frente del acceso se localizaron unas urnas funerarias con restos osteológicos, tal vez un personaje de alto rango, y una escultura de Chac Mool.
El maestro en ciencias antropológicas con especialidad en arqueología, manifestó que se ha proporcionado gran información a través de las ofrendas que se han encontrado, entre oblaciones, dentro de cajas de piedra y otras en cámaras o pequeños cuartos en los que se colocaban los objetos ofrendados.
“Una ofrenda muy rica fue la Cámara III que se distinguió por dos grandes ollas de 40 centímetros de alto con sus tapas policromadas totalmente, con el rostro de una deidad que traía en las manos maíces. En medio de las dos ollas están los restos óseos de un felino que en sus fauces trae un cuchillo de pedernal”.
Apuntó que otra ofrenda significativa es la 61, en la cual se encontró diferente cantidad de materiales entre corales marinos y efigies de Tláloc.
“Cuando se dibuja, se fotografía y se graba lo encontrado, se pueden levantar los materiales para seguir viendo qué viene debajo de ellos. Las ofrendas presentaban un lenguaje, la ubicación de los materiales tienen un simbolismo, inclusive en el sentido vertical, vemos que se ponen los niveles: celeste, terrestre y el inframundo”, explicó.
En la charla, Eduardo Matos también se refirió al surgimiento en 1991 del Programa de Arqueología Urbana (PAU), dedicado a explorar áreas cercanas al Templo Mayor para lo cual excavó pozos bajo la Catedral Metropolitana, donde se detectaron canales, elementos arquitectónicos y ofrendas.
Indicó que hoy día se continúa la excavación y se sigue trabajando, encontrando elementos promisorios. “Seguramente han escuchado cómo se encontró el tzompantli, hemos localizado más de 350 cráneos que eran ensartados en varas producto de la decapitación”.
El catedrático de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), mencionó que definió su profesión luego de leer el libro Dioses, tumbas y sabios, de C.W Ceram, específicamente el capítulo de Egipto, y que antes de colaborar en el Templo Mayor, adquirió experiencia al trabajar en las ciudades prehispánicas de Teotihuacán, Cholula y Tula.