EDUCACIÓN EN VOZ ALTA
Yordanka Masó Dominico**
Es indudable que la educación superior en todos los países debe estar a la altura de las mejores prácticas y estándares internacionales en materia de formación profesional, investigación científica, desarrollo tecnológico y difusión del conocimiento.
Las acciones de las Instituciones de Educación Superior (IES) siempre han estado relacionadas con el hombre, la ciencia y la sociedad, siendo sus funciones sustantivas: la docencia, investigación y extensión comunitaria para difundir la cultura y transferir el conocimiento científico.
Por la importancia actual de la Educación Superior en la vida de México, se inicia con un diagnóstico en el contexto mundial donde expertos regionales señalan, (Saborido2019), que es una “tarea pendiente la Educación Superior, ya que hay insuficiencias relativamente generalizadas: la baja valoración social y académica de la profesión docente, el difícil equilibrio en la formación disciplinaria y pedagógica, el énfasis academicista y las debilidades de la formación continua.”. (p. 5).
Por supuesto, sin perder de vista las características particulares y específicas de cada nación se pueden mencionar: sistemas de educación superior diversificados, problemas estructurales, diseños institucionales complejos y diversos, intereses políticos y económicos de las clases dominantes, multiculturalismo, origen e historia, condiciones socioeconómicas y régimen político de cada nación.
Al respecto, la 16a versión del Congreso Internacional de Pedagogía, celebrado en La Habana, Cuba, del 4 al 8 de febrero del 2019, con una asistencia de más de 2 mil 300 delegados de 37 países de África, Europa, América Latina y América del Norte con Estados Unidos y Canadá, teniendo la excepcional oportunidad de participar en la temática de Educación Superior: Retos ante la Agenda 2030.
El propósito fue promover el intercambio de experiencias y un amplio debate acerca de las tendencias que caracterizan a la Educación Superior en el momento actual para vencer los desafíos que implica el logro del objetivo 4 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: asegurar el acceso igualitario de hombres y mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad, así como el aumento del número de jóvenes y adultos con las competencias necesarias, en particular técnicas profesionales para acceder al empleo, trabajo decente y el emprendimiento.
En tal sentido, aleccionadora es la disertación del Dr. José Ramón Saborido Loidi, ministro de Educación Superior de Cuba, celebrada en el contexto del Congreso: “La Educación Superior cubana como parte del sistema educativo. Articulación y calidad para el Desarrollo”. Contextualiza de inicio que un referente fundamental lo constituye el eje temático de la reciente Conferencia Regional de Educación Superior (CRES), que se celebró en junio del 2018 en la ciudad de Córdoba, Argentina, y en segundo lugar un aspecto central es el objetivo 4 de desarrollo sostenible –“garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”–, Organización de las Naciones Unidas. (ONU 2015).
El Dr. Saborido enfatiza sobre “la articulación entre la educación superior y la educación escolar básica, la calidad y pertinencia, el desarrollo de competencias a lo largo de toda la vida”, y para ello “es inevitable analizar la interacción entre el Ministerio de Educación Superior (MES) y el Ministerio de Educación (MINED) entre las universidades y los sistemas educativos territoriales, así como con su entorno económico y social en función del desarrollo económico y social de nuestro país”.
El Ministro de Educación Superior abordó el tema referente a la formación de profesores y reiteró la posición cubana al plantear: “La universidad mantiene el desafío de garantizar en calidad y cantidad la formación de profesores, fortalecer la investigación pedagógica, la producción de contenidos y contribuir al perfeccionamiento del sistema educativo. Las políticas públicas deben favorecer la formación y superación de maestros y profesores, enaltecer su imagen y reconocimiento social y crear condiciones para el mejor desempeño profesional en su decisiva labor”.
Ante este desafío, de México y Oaxaca en lo particular, deben afrontarse los retos de la globalización. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en el objetivo 4, de garantizar una “educación inclusiva y equitativa de calidad” y sus principios fundamentales: derecho a la educación para todos, condición de bien público e igualdad de género ligado a la educación y, por último, la exigencia de la sociedad mexicana a una educación superior gratuita y de calidad enmarcada en la solución de los problemas de la vida, ya que la educación “es la vida misma”.
Esto sitúa al Estado/Gobierno en la generación de políticas públicas de este nivel educativo y a las universidades públicas y privadas de México en el compromiso de cumplir con sus fines, funciones sustantivas y replantear alternativas pedagógicas con visión de futuro para impulsar la revisión y transformación de los objetivos y modelos curriculares que permitan enlazar mejor la vinculación entre el nivel de educación básica, la docencia con la investigación, la extensión comunitaria y la estrecha relación que guardan para satisfacer las necesidades formativas del ser humano a lo largo de toda la vida y la solución de problemas individuales y colectivos del desarrollo del país, regional y local para ponernos al día con el resto del mundo.
*Académico universitario, investigador y escritor. Profesor Normalista, Psicólogo Educativo, Maestro y Doctorante en Ciencias de la Educación.
Email: ggonzalormm@hotmail.com
**Yordanka Masó Dominico es Doctora en Gestión Educativa, investigadora, árbitro de revistas y catedrática.
Email: yordanka_maso@hotmail.com
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, establece una visión transformadora hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental de los 193 Estados Miembros que la suscribieron (…) ONU-CEPAL. Mayo 2016 p. 5