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La Revolución de 1910 frenó el crecimiento de Oaxaca: Cronista

+ La visita de Madero, en diciembre de 1909, para instalar el Club Central Antireeleccionista Oaxaqueño rompió la paz porfiriana y las obras reiniciarían hasta 30 años después, refiere el cronista de la Ciudad de Oaxaca, Jorge Bueno Sánchez

OAXACA, OAX., noviembre 20.- La Revolución Mexicana encontró a la Ciudad de Oaxaca de Juárez en una etapa de crecimiento en infraestructura, obra y entorno urbano.

El arribo del Ferrocarril Mexicano del sur a la capital del Estado en 1892 impulsó el crecimiento de la ciudad hacia el oriente; un año antes de que estallara el movimiento armado, en 1909, se inauguró el Teatro Mier y Terán, hoy Teatro “Macedonio Alcalá”, y se renovó la fachada del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, hoy UABJO. “La ciudad vivía un auge constructor”, señaló el Cronista de la Ciudad, Jorge Bueno Sánchez.

Décadas de Porfiriato, el encumbramiento de oaxaqueños en puestos clave del gobierno de Porfirio Díaz, insertos en el grupo dominante de los científicos y parte fundamental de la Cámara de Diputados permitía una comunidad en paz, en calma y en pleno crecimientos, señaló Bueno Sánchez al describir la vida en la pujante capital de Oaxaca.

Entonces gobernaba Emilio Pimentel, quien cumplía su segundo periodo y administraba la relativa bonanza porfirista de la ciudad y el estado. Con él se amplió la red eléctrica y el teléfono.

Oaxaca de Juárez era una urbe pequeña, tras el arribo del tren; el entonces municipio del ex Marquesado se transformó en un barrio citadino.

En la parte opuesta, en el oriente, el casco urbano llegaba hasta el Río de Arena; San Matías Jalatlaco era límite natural; es en la década de los albores revolucionarios cuando, poco a poco, Jalatlaco resultó atrapado por la ciudad. Las calles de Independencia y Morelos terminaban en los puentes para cruzar hacia el barrio.

El Cronista de la Ciudad de Oaxaca explicó que, hacia el sur, la capital apenas se acercaba a la ex Hacienda de La Noria, la Factoría de esa zona era la demarcación. La línea imaginaria limítrofe corría hacia Trinidad de las Huertas y se extendía hasta la ya entonces agencia municipal de San Juan Chapultepec.

Para Bueno Sánchez la Revolución vino a trastocar una etapa de auge y estabilidad para la capital pues, apenas años antes se construyeron, entre otros, los mercados públicos como el “Sánchez Pascuas”, edificado en el perímetro del templo del Carmen Alto; “Democracia” o de La Merced que ocupó el atrio del templo hoy cerrado a causa de los daños dejados por los sismos en diversas épocas.

También se realizó la remodelación de la fachada del Instituto de Ciencias y Artes del Estado, ubicado en la esquina de avenida Independencia y Macedonio Alcalá con la imagen que hoy muestra a los oaxaqueños.

La fecha del 21 de marzo de 1906, cuatro años antes del estallamiento revolucionario, fue inaugurada la estatua y el monumento a Benito Juárez en el Cerro del Fortín que, junto con la remodelación del Instituto de Ciencias y Artes, fueron ejes de la celebración del centenario del natalicio del patricio oaxaqueño Benito Juárez García.

Un hecho clave para la historia del estado y de la ciudad fue el arribo de Francisco I. Madero a la capital para crear Partido Antirreleccionista en Oaxaca bajo el lema de, también, otro oaxaqueño: José Vasconcelos y su “Sufragio efectivo no reelección”. Aquí era esperado por muy pocos.

A Francisco I. Madero se le impidió la realización de un mitin en el Cerro del Fortín. Llegó a Oaxaca un 4 de diciembre de 1909, hoy hace 210 años; de acuerdo con un recuento hemerográfico, el llamado “Apóstol de la Democracia” realizó un acto en el Salón París, propiedad del doctor Gildardo Gómez.

Una casa de la calle Morelos, situada en contra esquina del templo de Las Nieves, la de Juan Sánchez, rompió la paz porfiriana, pues ahí se consolidó el Club Central Antireeleccionista Oaxaqueño (CAO).

En tierra de Juárez y de Díaz la semilla estaba sembrada. A partir de esa fecha la sociedad oaxaqueña quedó dividida y la “bola” revolucionaria trastocó la vida de los capitalinos.

Oaxaca de Juárez ya no fue la misma, frenó, por décadas, su obra y crecimiento; sería hasta 30 años más tarde, por ejemplo, que se ampliaría la red de drenaje.

 

 

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