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Miguel-Ángel

La República Xoxocotlán de los Topes

En la República Xoxocotlán de los Topes los perros tienen una inteligencia superior. El coeficiente intelectual de los caninos rebasa la media de los humanos y humanas. Aprender no les ha sido fácil.

Con seguridad la generación que antecedió a estos cuatropatas, para hablar con propiedad, presenció grandes masacres: perros atropellados, envenenados, encarcelados, encostalados.

Los perros aprendieron de sus ancestros y ahora dominan el medio hostil en que sobreviven. Me he dado cuenta de la inteligencia de estos animales por su cultura vial.

Los perros han aprendido a cruzar las calles y a leer las señales de tránsito. Perros que esperan el siga para cruzar la avenida; perros que, si ven un mototaxi, mejor se detienen en su loca carrera; saben que los mototaxis son cosa seria; perros que cruzan una vez que pasan las filas de vehículos.

Hace unos días salí a correr temprano, con mi atuendo de Rocky Balboa, como hago todas las mañanas. Un perro callejero me siguió varias cuadras, como quien acompaña a su amigo a hacer acondicionamiento físico. Todo normal. El perro leyó un buen gesto en mi condescendencia.

Abro un paréntesis. No tengo mascotas, menos he convivido con perros, desde cuando de niño me mordió la nalga el perro “Payaso”, así era su nombre, de mis vecinos. A los perros los he vivido con miedo que poco a poco me voy quitando. Cierro el paréntesis.

Corrimos dos kilómetros juntos. Cuando íbamos por el tercero, el perro empezó a cobrar facturas a sus congéneres de la zona. Echaba pleito, lanzaba mentadas de ladridos y cuando lo perseguían para madrearlo corría a mi lado como una perita en dulce. Me pegó varios sustos.

Un perro negro, otro gris, uno más blanco, corriendo atrás de nosotros, hasta que mi perro adoptivo se ponía junto a mí, muy modosito, los demás se iban.

Arme mi estrategia para quitármelo de encima. Aproveché que corrió para seguir a otros perros, me metí en las calles laberinto hasta llegar al parque. Lo perdí. Sudé. Al fin.

Abro un segundo paréntesis. Hace unos días escuché en Radio Universidad a una mujer activista por los derechos de los animales que decía: los perros callejeros cumplen una función social importante, sin ellos la ciudad estaría inundada de ratas y otras especies de bichos; sólo hay que cuidar que estén vacunados y esterilizados. Cierro el paréntesis.

Bueno, ahora espero que mi perro adoptivo haya salido bien librado de esas reyertas.

*Director de Radio Universidad de Oaxaca (UABJO).

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