Si como refiere Jürgen Habermas todo conocimiento tiene un origen empírico, en la experiencia sensible, y la experiencia de los últimos años nos confirma que Donald Trump ha sido el presidente norteamericano más xenófobo, racista y antimexicano, no sólo por su discurso de odio contra nuestros paisanos, sino por sus políticas públicas en materia migratoria…
¿Por qué el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se tuvo que dirigir a él de la siguiente manera?: “Quise estar aquí para agradecerle al pueblo de Estados Unidos, a su gobierno y a usted presidente Trump por ser cada vez más respetuosos con nuestros paisanos mexicanos; a usted presidente Trump le agradezco su comprensión y la ayuda que nos ha brindado”.
Sin duda, una extraordinaria pieza de oratoria, si quien lo dice no fuera AMLO, no en la Casa Blanca y menos frente a Donald Trump.
Hay quienes afirman que fue parte de la negociación entre los cuerpos diplomáticos de ambos países para evitar un desaguisado y lograr un encuentro terso, de altura diplomática.
Pero, ¿por qué el presidente López Obrador, que tiene dentro de sus principales mandamientos el No mentir, tuvo que recurrir a la mentira y a la zalamería para lograr sus objetivos?
“Usted no ha pretendido tratarnos como colonia, sino que por el contrario, ha honrado nuestra condición de nación independiente. Por eso estoy aquí para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto, nos ha tratado como lo que somos, un país y un pueblo digno, libre, democrático y soberano”.
Todo esto quizá nunca tendrá respuesta. Es probable que tenga respuesta en la poesía.
Paul Valéry ilumina este momento: “hasta la más complicada mentira es más sencilla que la verdad”.
Y remata con esta frase lapidaria, que utiliza Jorge Volpi como epígrafe en Una novela criminal: “la mezcla de la verdad y de lo falso es mucho más tóxica que la pura falsedad”.
*Director de Radio Universidad de Oaxaca (UABJO).