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Karina-columnista

Una experiencia concreta de economía social y solidaria (MK)

En textos anteriores me he referido a la economía social y solidaria como una forma diferente de mantener la economía, la sustentabilidad ambiental y sobre todo mejorar nuestras relaciones sociales, pues al producir y consumir responsablemente sentamos las bases para mantener una economía que favorezca a la sociedad y no a la inversa.

Cuando hablamos de economía solidaria nos referimos al trabajo y consumo compartidos con la responsabilidad que corresponde a cada participante, así como de las prácticas comerciales diferentes, porque se piensa en la sustentabilidad sin necesidad de nombrarla con este término.

En general, las personas que podríamos considerar en estas prácticas producen y comercializan pensando en el entorno que las rodean; es decir, en la tierra que les posibilita obtener una producción agrícola, en los animales que permiten todo su proceso productivo, pensando en ellos como seres vivos y no como instrumentos de trabajo.

Es decir, se coexiste con la naturaleza y saben que dependemos de ella; por ello, estas estrategias las consideramos procesos civilizatorios alternativos al capitalista.

Entre las estrategias donde considero que se observan prácticas de economía solidaria es en algunas empresas familiares dedicadas a la agroindustria y en el Estado de Oaxaca afortunadamente podemos encontrar varias. En esta ocasión voy a referirme a MK, una empresa familiar que se dedica a la producción de ron orgánico.

Isidoro Krassel Peralta nos relata que la producción de aguardiente en Santa María Tlalixtac (municipio de la Cañada oaxaqueña) tiene tradición ancestral y es su abuelo con quien aprendieron esta actividad. Aunque era de origen alemán, Max Krassel no llegó en calidad de finquero, sino de ciudadano y se enamoró de una mujer de gran carácter (Guadalupe Cruz) a quien conoció en Cuyamecalco, en su andar por la zona, y se establecieron en Santa María Tlalixtac (los caminos del amor llevan a lugares insospechados). Así comenzó la historia de la producción de aguardiente en la familia Krassel.

La actividad la aprendieron desde el cultivo de caña hasta su procesamiento en destilado. Nos relata que su abuelo y su papá les enseñaron que cada caballo que favorecía el trabajo debía atenderse porque es un ser vivo, la tierra que necesitaba cuidarse, el cultivo de caña que requiere de cierta atención artesanal, porque un proceso mal elaborado, por querer apresurar alguna actividad, influye en su cultivo y después en su procesamiento.

Describe el proceso del destilado de caña y el palenque, que recuerda perfectamente por la forma en que estaba organizado, al tiempo que relata que su padre enseñó a sus hermanos y a él con mucho detalle el proceso del cultivo de la caña, el uso de las herramientas, la precisión de cada etapa del cultivo, el corte exacto que debe tener, con todo el cuidado de traslado al palenque, y considera que fue de las enseñanzas más importantes porque eso les permite hoy día guiar al personal que llega a trabajar con la familia.

En el proceso del destilado se requieren conocimientos de química para el armado del equipo, porque la calidad del mismo depende de ello y, aunque implica una enseñanza que se aprende en forma empírica, de cualquier forma se trata de generaciones de conocimiento, sobre todo porque los resultados involucran alcoholes de calidad, ya que se trata de un producto para consumo humano.

En el caso del abuelo Krassel, era una persona que desde que se instaló construyó sus propios equipos de destilación; por tanto, siguen construyendo sus palenques, inicialmente con cobre, un metal que incluso tenían que fundir para poder construir sus equipos.

Desde que iniciaron la actividad, la calidad del producto es algo que cuidan mucho en la familia porque más allá del tiempo que tarde, o la demanda del mercado, consideran que es fundamental cuidar el producto que distribuyen en el mercado.

La construcción de los equipos es también otro proceso de mucho cuidado para su producción; por tanto, dos hermanos (Rommel y Axel) son los encargados de construir sus propios equipos, actualmente también con acero inoxidable. Esto, por supuesto, no ha sido sencillo, pues les ha implicado involucrarse a profundidad en el uso de metales particulares para sus equipos, por lo que se han vuelto extremadamente especializados; necesitaron conocer más sobre pailería y termodinámica, ya que ambos conocimientos son muy importantes para obtener el producto de alta calidad que pretenden obtener constantemente.

En este momento, con sus equipos, usan cobre y acero inoxidable porque ambos metales cumplen una función importante en el sabor y en la calidad del ron.

Así, en la historia de la marca MK, participa el señor Isidoro Krassel Cruz, encargado de la producción de caña y padre de 4 hijos. Axel es desarrollador de perfiles, lo mismo que el propio Isidoro Krassel Peralta. Rommel se encarga de la construcción y mantenimiento de equipos, William de la destilería; Flor Salazar, esposa de Isidoro, de la imagen comercial.

En el año 2002 registran MK, alentados en gran medida por Flor Salazar por su experiencia laboral en agroempresas, a través del programa de empresas de solidaridad que en ese tiempo se impulsaron a través de FONAES. De esta forma, al conocer el trabajo de la familia, quedó impresionada del cuidado de la calidad y filosofía de vida del señor Isidoro Krassel Cruz, además del nivel de perfeccionismo que pretenden alcanzar en la producción, ocupados en colocar el aguardiente que expenden en la localidad y en la región; es decir, en los municipios aledaños.

Cuando Flor se involucra, se da cuenta que estos productores tienen una producción orgánica; sin embargo, les falta el proceso de certificación y es ella quien les orienta para integrarse en la certificación orgánica.

De esta forma, con el acompañamiento comercial, de proyectos y de certificación, logran producir ron orgánico, crear el diseño de la marca MK y, finalmente, Flor se integra como socia por entusiasmo y sobre todo por invitación de uno de los hermanos. Con un trato horizontal, a partir de ese momento se conforma formalmente la empresa familiar. Todo ello puede resultar sencillo, sin embargo, ha representado años de esfuerzo, de conocimientos especializados y principalmente de entusiasmo para mantener su actividad productiva.

En el caminar de su empresa familiar identifican los grandes retos; por ello, definen que su mercado es de carácter muy especializado; es decir, producto gourmet. Su primera característica de diferenciación es que se vuelven ron orgánico, además de mantener un sabor muy particular y con elevada calidad.

A través de una organización de café orgánico (Yeni Navan) logran exportar un lote muy pequeño de aguardiente orgánico a Alemania con la empresa importadora denominada El Puente. Este producto lo exportan ya embotellado.

Incursionaron un tiempo en el sistema de comercio justo; sin embargo, abandonaron ese proceso de certificación por los costos elevados.

En esa trayectoria lograron establecer tratos comerciales para exportar sus destilados artesanales como el caso de la producción de aguardiente de la tradición de la familia Krassel.

Con certificación orgánica, los destilados los exportan como ron, totalmente apegados a las normas de exigencia de Estados Unidos y Europa.

En la actualidad, esta empresa familiar produce y comercializa ron orgánico. Han logrado exportar a Singapur, Francia, Estados Unidos, Inglaterra, España y probablemente logren llevar su producto a Finlandia. También distribuyen en pequeñas escalas en las ciudades de México, Oaxaca, Veracruz, Monterrey y Guadalajara.

Tanto en la producción y comercialización nacional e internacional se requiere un nivel muy elevado de especialización, de calidad y de perfección en cada lote que venden; por tanto, el esfuerzo que la familia Krassel le imprime es constante, porque mantienen su filosofía de vender calidad para el mercado de que se trate, además de mantener su entusiasmo de continuar innovando en producciones, pues también están queriendo innovar con producción de whisky de maíz, trigo y ginebra, luego que lograron producir y comercializar vodka orgánico.

Sin duda son una empresa familiar que decidió mantener su actividad productiva y encontraron el camino para hacer visible la conservación de la biodiversidad que sostienen, al tiempo que comercializan con los estándares más elevados de calidad para mantenerse en un mercado que exige competitividad.

Con esta trayectoria MK mantiene y actualiza sus conocimientos para tener la elevada calidad en la producción de los destilados; en la producción de caña, conservar el medio ambiente con sus procesos amigables, con lo cual, están seguros, ofrecen un producto especial para todos los compradores y consumidores.

Con esto damos cuenta que existe tradición de agroindustria de todo tipo en Oaxaca, en localidades que tal vez no volteamos a ver, sólo cuando sabemos que se tiene que conservar la biodiversidad o el paisaje se vuelve atractivo.

Sin embargo, con esta experiencia notamos que la población local no sólo conserva, sino también produce y sostiene la economía familiar como producto del esfuerzo de varias generaciones.

Por tanto, en mi opinión, esta es la economía que debemos apoyar, sostener y de la cual debemos volvernos parte, claro siempre que estemos interesados en construir la economía social y solidaria.

Como lo he comentado en otros textos, estas experiencias nos dan muestra clara de lo que es un proyecto productivo, generador de ingresos, autoempleo, en pequeñas escalas, experiencias locales de economía social y solidaria, que se sustentan en empresas sociales, con la característica principal de que se integran por familias o colectivos locales con un objetivo común de carácter económico, donde lo que aportan es su trabajo, con productos de elevada calidad y donde el consumo de las producciones es de gran importancia para que estas iniciativas permanezcan.

*Profesora investigadora de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la UABJO; Nivel 1 del Sistema Nacional de Investigadores.

agosto 2020
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