+ Artistas en pandemia o cómo le está yendo a los creadores locales en tiempos de SARS-CoV-2
OAXACA, OAX., septiembre 11.- En semáforo amarillo que será naranja de nuevo, la entrevista es en la calle del Pintor Velez, como indica la placa en la puerta que da al patio de la casa-estudio, allá en la Colonia Volcanes de la Ciudad de Oaxaca, de este artista en confinamiento que suelta sin ambages palabras contundentes:
–Dejé de pintar, me puse a dibujar y estoy vendiendo obras a precios Covid.
La plática con el artista visual Hugo Velez (DF, 29 de noviembre de 1965), defeño que lleva viviendo más de la mitad de su existencia en Oaxaca –llegó en 1990 invitado como maestro al Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo– y se ha dedicado en parte a crear obra con base en la llamada negritud, es para darse una idea sobre cómo le está yendo a los creadores locales, es decir, oaxaqueños oriundos o en adopción, en tiempos de SARS-CoV-2.
En parte porque desde marzo de 2020 y hasta antes del semáforo epidemiológico amarrillo, la actividad cultural en la capital de Oaxaca y otras urbes mayores y menores del estado, y en la Ciudad de México, así como en Estados Unidos y Europa, ha estado prácticamente muerta y ello implica cero exposiciones y, por lo mismo, escasas posibilidades de comercializar obra.
Pero además, en particular y por otra parte, porque Hugo Velez ha dicho en diferentes ocasiones que Oaxaca es la entidad de los 444 pintores, en el entendido que 44 serían artistas contemporáneos propiamente hablando y 400 los demás.
Un punto que iría en complemento con otra pregunta reservada para Velez: en un mundo poscovid, ¿becas Fonca sí o becas Fonca no? Y una más que cierra el círculo: artísticamente hablando, luego de la crisis económica-cultural provocada por la pandemia del nuevo coronavirus, ¿quiénes de esos 400 sobrevivirán?, ¿todos, unos cuántos?, ¿los que no son artistas propiamente se darán cuenta y buscarán otro oficio, profesión, qué pasará al respecto, pues?
“Dejé de pintar para ponerme a hacer dibujo –‘no es que piense que sea obra menor, pero sí sé que resulta más asequible, aunque todo depende de los formatos y de los materiales’, aclara–, y los estoy vendiendo a precios Covid”, asienta un Hugo Velez que, en la entrada de su estudio-casa, siempre envuelta en esa atmósfera de artista, al igual que él en su atuendo de talacha, muestra sus últimas piezas, un cuadro de gran formato con sus clásicos personajes de mujeres de la negritud y los perros de raza, así como otra más intitulada “Pictoescisiones”, una pieza innovadora que le “batearon” en la Bienal Tamayo porque según “no era pintura”.
Eso de los precios Covid implica bajarle un 20% a una pieza o incluso un 40% si el cliente se lleva tres, toda vez que, explica y complementa, por lo común, “el que compra sabe y entiende que es una oportunidad para hacerse de obras de artistas como yo. Así le estoy haciendo en mi caso, no sé cómo le estén haciendo otros artistas más cotizados cuyo cochinito es más grande”.
Más allá de las dificultades para comprar materiales en la ciudad de Oaxaca, pues varias casas que surten a los artistas cerraron o tuvieron dificultades para distribuir, Velez ejemplifica con un caso específico por qué se puso a dibujar y dejó de pintar:
Un promotor cultural de Dallas, Texas, vino a Oaxaca y se interesó y buscó especialmente obras en relación con la negritud: compró alebrijes, estuvo en Pinotepa Nacional, en Corralero, y se hizo de algunos trabajos al respecto.
No faltó quien le dijera si conocía el arte contemporáneo de Hugo Velez sobre la negritud… lo contactó y vio su obra: “la llevo a Dallas”, le dijo.
Se hicieron los arreglos necesarios. Todo estaba listo, cuando sobrevino la pandemia y la situación se puso peor y peor… Embalada, ahí estuvo, en su estudio, la obra del pintor por meses, hasta hace tres semanas que, con muchos esfuerzos, la pudo enviar.
Aunque a la baja, la pandemia de Coronavirus es todavía impredecible, al menos por ahora, ni siquiera en la efectividad de las vacunas que vienen se puede confiar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dicho que será hasta el año 2022 cuando sea real la posibilidad de una aplicación masiva de aquellas. En México, los gobiernos federal y estatal hablan de un recorte presupuestal para 2021 que tiene a todos en la incertidumbre. Es con tal contexto que se le hacen al artista Hugo Velez estas tres preguntas específicas:
–¿Becas Fonca sí o no?
–Un país que no apoya a sus artistas, es un país destinado a perder su riqueza cultural. El Estado estaba orgulloso de sus artistas, de toda índole; llevaba exposiciones, conciertos y puesta en escena por todo el mundo: México presumía a sus artistas. Si pensamos que, además, somos tantísimos en todo el país… Es y ha sido discutible la forma de seleccionar a los beneficiarios, pero también los artistas mexicanos somos una amalgama muy desigual, hay desde algunos cultísimos e intelectuales hasta otros muy virtuosos que viven en comunidades y que hablan solo su lengua indígena.
–¿Por qué dices que Oaxaca es la tierra de los 444 pintores?
–A raíz de la creación de la Facultad de Artes Visuales se ha generado una enorme cantidad de pintores en el estado. No necesariamente salen titulados, muchos desertan en el camino, pero ellos, más los no pocos autodidactas, han inundado, desde hace unos diez años, todos los comercios de la capital de Oaxaca. Restaurantes, cantinas, mercerías y hasta misceláneas prestan sus muros para que estos cientos –quizá miles– de productores expongan sus trabajos. Por eso es que digo que Oaxaca se convirtió en la ciudad de los 444 pintores: están los cuatro grandes, ya todos fallecidos; los 40 pintores que sustentamos el arte contemporáneo de Oaxaca, algunos de ellos muy buenos pinceles. Y finalmente los 400 a los que me referí. El problema que veo es que el de Oaxaca se ha convertido en un mercado más bien mediocre donde se ve mucho fusil de unos a los 44 y una múltiple copia entre aquellos.
Entre los 40 artistas contemporáneos mencionaría a Edi Martínez, Filemón Santiago, Guillermo Olguín, Tomás Pineda, Ixrael Montes, Luis Hampshire; pintoras como Soledad Velazco, muy buena, tal vez la mejor; también Siegrid Wiese.
–Hablando desde el ámbito del mercado artístico, ¿quiénes de todos los 400 sobrevivirán a la pandemia?
–Creo que gran parte de ellos no vive 100 por ciento del arte, o sea, tienen cierto gusto y facilidad, y lo hacen cuando pueden, y bueno, habrá algún restaurante u otro lugar que les cuelgue una pieza a cambio de una comisión. Conozco varios que pintan bien, cantan bien, bailan mejor, pero alguna es maestra, el otro tiene un comercio, seguro ahora están haciendo otra cosa.