+ Para el artista plástico, “Oaxaca va corriendo a perder su identidad; es una marca, sí, y con una doble careta”
OAXACA, OAX., septiembre 14 de 2020.- El artista Markoa Vásquez es “cien por ciento centro histórico” de la Ciudad de Oaxaca: nació en él. Desde niño se inclinó por el arte, en la secundaria se consolidó su vocación, en 1990 estuvo en talleres en la Casa de la Cultura Oaxaqueña y en 1992 entró a la Escuela de Bellas Artes de la UABJO. Y de ahí hasta hoy, cuando está por cumplir treinta años como artista.
No se siente activista, aclara que sólo realiza “acciones” para proteger y preservar el patrimonio cultural. Vive del arte, “humildemente, pero vivo bien, no tengo necesidad de andar agarrando dinero de donde no me corresponde, todo lo que gasto, como y visto es producto de mi trabajo”, indica.
Vivió en Estados Unidos de 1997 a 2011. Regresó a Oaxaca, “un estado con miles de reclamos, miles de injusticias y, por lo mismo, si la razón nos asiste, un estado por el que debemos y podemos alzar la voz”.
Con huelgas de hambre y manifestaciones diversas, Markoa ha alzado la voz y ha realizado acciones por el Museo del Ferrocarril, que no obstante pasó a una fundación; el Cerro del Fortín, que está siendo copado por la mancha urbana; el Monumento a la Madre, abandonado prácticamente por la parte gubernamental; el quiosco del zócalo, que ha sido restaurado por artistas; el Jardín de Arte Labastida, que está de regreso, y de forma reciente, por Los Portales del Zócalo del la Ciudad de Oaxaca, que con el pretexto de la pandemia habían sido cerrados a la circulación peatonal por parte de los restauranteros.
–Vas uno a cero contra los restauranteros de Los Portales del Zócalo de la Ciudad de Oaxaca: al parecer la acción que iniciaste para que fueran liberados para el paso del peatón oaxaqueño se logró en parte.
–La acción es un reclamo social, parte de un hartazgo ante los abusos. Es la voz de la comunidad, hacer valer los derechos del libre tránsito de las personas, incluyendo las de capacidades diferentes, se estaban violando normas.
“Cuando iniciamos la campaña, un sábado vino al Jardín de Arte Labastida una señora en silla de ruedas a quejarse, nos contó que a ella le gusta que la lleven al zócalo, pero que como ya no se podía andar en Los Portales, dejó de ir”.
Por fortuna, cuenta el artista plástico, algunos empresarios ya retiraron los obstáculos y los enrejados, como el de Mayordomo, quien fue uno de los primeros; se han resistido un poco los del Bistro y el Bar Jardín, pero al final del día, liberaron media banqueta.
Markoa comenta que seguirá trabajando en pro de los espacios públicos para mantenerlos sanos y libres.
–Son necesarias estas batallas, porque si no pasa como en el 2005 con la supuesta “remodelación” del Zócalo y la Alameda de León, cuando ampliaron el espacio más allá de Los Portales para que pudieran colocarse más mesas y sillas, y así se quedó—se le expone.
–Sí. Hay algo muy importante que tengo que decir: mis acciones no tienen ningún interés económico de mi parte ni de alguna posición política. Lo digo porque surgieron rumores de que hay personas atrás de mí: lo expreso claro y fuerte, tengo la conciencia tranquila, puedo caminar por las calles y ver a las gente a los ojos. Estas acciones son cien por ciento auténticas, no tenemos a alguien que nos esté jugando la cabeza, lo hacemos por amor a Oaxaca, lo hacemos porque tenemos que recuperar la dignidad, Oaxaca es de nosotros no en un sentido de propiedad, sino de identidad, y hay que seguir trabajando por ello.
–Además de la “remodelación” del Zócalo del 2005, recordemos que el cronista Luis Castañeda Guzmán hablaba, allá por 1992 –cuando este reportero charló con él– del avasallamiento comercial que se veía venir en el centro histórico desde la década de los ochenta, cuando empezaban a partir a la mitad las protecciones de herrería de los balcones para volverlas puertas de negocios, sin que nadie dijera nada, no obstante que se violaba normativa diversa.
Responde Markoa: “si seguimos a este paso en el Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca, vamos a perder la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Por eso nuestra lucha, hay que evitar que eso pase”. Afortunadamente, “en Oaxaca hay muchas personas conscientes, aunque a veces pareciera que existen más las que no lo son, aquellas que sólo les interesa seguir enriqueciéndose a costa de la dignidad de los oaxaqueños”.
Son bienvenidos todos al estado, acota, pero debe entenderse que vivimos en una entidad con usos y costumbres, cultura y naturaleza muy diversa, y que hay que respetar eso. “Muchos balcones del centro de la ciudad están intervenidos, partidos a la mitad, con su estructura destruida; hacen el daño en la noche o a escondidas, y cuando al otro día las autoridades se dan cuenta, se hacen de la vista gorda. En Oaxaca es urgente un reglamento más estricto para sancionar a quien altere las fachadas del Centro Histórico”.
–Un reglamento, sí, pero, además, que se haga valer la ley de INAH. Recordemos también lo dicho por el arquitecto Enrique Lastra: si se sitúa uno en una parte alta del centro, se dará cuenta de la disparidad que hay en los inmuebles, cómo ha crecido caóticamente el primer cuadro, cuando que la casona oaxaqueña clásica era de una planta—se le expone a Markoa.
–La tendencia de la terraza. No vamos en contra de eso, pero sí estamos en desacuerdo de que se altere la arquitectura de Oaxaca de Juárez. Una casa que está en contraesquina de Reforma y Gurrión, por ejemplo, se volvió hasta de cuatro pisos. Es lamentable lo que pasa, pero más lo es que le paguemos a ciertos funcionarios, como el director del INAH local o los del Centro Histórico correspondientes, y que ellos no hagan su trabajo.
–La gentrificación está en todo su apogeo en el Centro Histórico de Oaxaca.
–Oaxaca se está volviendo la gran boutique. La caja de cartón dividida y decorada para los que más dinero tienen. Mientras los oaxaqueños originarios nos estamos atrincherando en el quinto patio. Esto no puede ser posible. Oaxaca tiene que ser de todas y todos, con las mismas oportunidades; hay empresarios muy honestos, con el recurso para invertir, pero no les dan la oportunidad.
–En redes sociales, una chica mencionaba que Oaxaca se ha vuelto una marca, como que se está imponiendo la visión de un Oaxaca apócrifo, que es el que se está “vendiendo”, promoviendo, comercializando hacia fuera.
Responde el artista: “Oaxaca va corriendo a perder su identidad. Es una marca, sí, y con una doble careta. No deberíamos vender nuestra cultura, nuestro origen, nuestra esencia. Debemos tener un despertar de conciencia colectivo, sólo como colectividad podremos hacer un cambio”.