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Teresa Gil

Anticomunismo e imposición: Astrazéneca, Sputnik V y el Niñopa

LIBROS DE AYER Y HOY

¿Sabrán  los anticomunistas que boicotean la vacuna Sputnik V  que es una vacuna universal, con  casi el ciento por ciento de eficacia en enfermos graves del Coronavirus y que solo cuesta diez dólares?¿Recordarán los adoradores del Niñopa que pese a su nueva fe, en sus orígenes fue una imposición caciquil de los españoles?  ¿Celebrarán los racistas a la Candelaria, la virgen negra de las Islas Canarias que se festeja en estos días, eludiendo su color? Puede haber una presunta ignorancia que encubra mala fe de los mencionados, pero todos esos temas coinciden en días en que la salud, la vida y la estabilidad están en peligro.

En pleno Año de la Independencia, hay que entender que estamos en  la época de la globalización y que aquel movimiento glorioso de 1810,  lo tenemos que asumir como un acontecimiento histórico, cuyos principios  fundamentales tenemos que preservar: uno de ellos nuestra soberanía.

Pero siempre quedarán los resabios, los enojos, las agresiones que ahora tardíamente después del perdón exigido, quiere revalidar el rey de los españoles Felipe II, por ejemplo. Se le olvida que los agredidos fueron nuestros ancestros.

La condición terrible en la que vivimos, nos obliga, además, a alzar los ojos al mundo en general y saber cual será nuestro comportamiento ante las vicisitudes disminuidas de los países pobres, compartiendo vacunas y la crítica de alerta, para poner el freno a los voraces que quieren enriquecerse a costa de la vida humana.

Como una burla, los que critican el acuerdo de utilizar la vacuna Sputnik V, se quedan callados ante las actitudes denunciadas por la OMS de concentración de vacunas en países ricos, y avalan lo que a sus ideologías conviene.

EL NIÑOPA, UN HERMOSO BEBE DE MADERA, Y SU SIGNIFICACIÓN IMPUESTA

El Niñopa se va de unas manos a otras, en los primeros días de febrero.  Son los momentos coloquiales para  encauzar después un fenómeno masivo en Xochimilco, que se produce durante  la celebración del cambio de mayordomía de ese santo y el festejo de la virgen de la Candelaria.

Los creyentes hacen de lado que son imposiciones que nos legaron los españoles en su invasión y que ellos mismos prohijaron que  fueran los caciques de ese entonces, los que acapararan al niño de madera para concentrar en ellos como sus iguales, el beneficio de su dios.

El arrope de los llamados niños dios, es una costumbre  de muchos años, que tradicionalmente muestra en los mercados la artesanía de la adoración, con albos trajes llenos de creatividad, para vestir a un muñeco de acuerdo al tamaño de los bolsillos.

De eso no se preocupa con cinco mil trajes ropones, el famoso Niñopa de Xochimilco, el summum de la celebración, del 2 de febrero que es la fecha cumbre del cambio de mayordomías, esa función que se adjudica cada año y que viene desde tiempo atrás, de la colonia, cuando lo españoles que trajeron al mencionado santo se lo encargaban para su cuidado a los caciques de los pueblos; en este caso del mismo Xochimilco.

Pese al origen, la iglesia católica lo consideraba pagano por la forma de celebrar, hasta que se apoderó completamente de la celebración. Pero la fiesta tiene niveles populares sincréticos, algunos muy dramatizados por el entorno, que sobrepasan las disposiciones de los curas.

Es una fe de esas cerradas que todavía subsisten en algunos pueblos de México y que ahora con la pandemia se ha recrudecido para pedir milagros,  que por lo general  no los hay en un país que ya lleva más de 155 mil muertos.

El caso es que la festividad que ahora ha tenido que ser frenada por el virus, mantiene un toque de fervor y de fanatismo, sobre todo cuando el nuevo mayordomo, que tardó a veces 45 años para obtener el puesto,  se entera de que ha sido electo.

Es una obligación que puede quedar todavía en núcleos caciquiles y pudientes porque el nuevo mayordomo tiene que tener recursos, una casita propia para el santo y recibir a miles, nutrirlos y darles de beber sin que les cueste nada.

El resto de la capital, se contenta con tener en su casa a un niñito bello, inerte, en el que deposita la ilusión de su fe.

El Niñopa está hecho de madera colorín certificada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, que sostiene que es una madera localizada desde 1434. Su peso es de 598 gramos y mide 51 centímetros. Muy pequeño y ligero para tan grande rito.

CANDELARIA, LA VIRGEN NEGRA QUE EXHIBE CON SU LUZ, PREJUICIOS RACIALES

Con la virgen negra de la Candelaria, cuyo primer destello se encuentra en oriente, se crea un verdadero rito que se extiende en América, desde las Islas Canarias.

Lo curioso, y muy propio de los españoles, es que su  hallazgo lo hacen a la orilla  del mar, dos pastores guanches antiguos aborígenes de Tenerife,  quienes como lo hizo el indio Juan Diego cuando aseguró  que había visto a la virgen, fueron a denunciarlo, claro, a la propia iglesia católica.

Los españoles la trajeron en su viaje de descubrimiento y fue cuando se extendió su adoración en parte de América y Estados Unidos, sobre todo en San  Antonio en donde hay muchos latinos.

Es una imagen en la que una  mujer lleva en la mano una candela o candelabro, lo que le da su propio nombre y se habla de que con ella o él, tiene el mérito de iluminar el sendero de los fieles. No sabemos si los racistas se encuentran entre ellos. Suele fabricarse en barro, en bronce y en madera igual que el Niñopa.

Los tamaños de la virgen, a diferencia del Niñopa que es único, pueden ser diferentes y de acuerdo al país y  al púlpito donde se adora.

En México se llamó y llama Candelaria el famoso barrio oriental de la CDMX, que fue típico durante muchas décadas, zona en la que se realizaba un acto parecido al de Xochimilco, con  características propias en medio de lagunas y patos que graznaban.

laislaquebrillaba@yahooyahoo.com.mx

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