Diez tendencias de mercadotecnia 2025
Abanico
– Ivette Estrada
Ante la impasibilidad de la mayoría de los países que integran la ONU, Palestina está siendo agredida, sometida a sangre y fuego por un país más poderoso como Israel, sin que el llamado Consejo de Seguridad se reúna.
Las decenas de niños asesinados por el moderno armamento judío, valen tan poco, que el gobierno en Francia impidió una manifestación porque son más importantes las “sinagogas e intereses israelíes” que pudieran sufrir daños de parte de los manifestantes.
Desde que se creó la ONU en 1946, ciento cuarenta guerras han sido organizadas, declaradas y en muchos casos ejecutadas con el resultado de 13 millones de muertos.
A 73 años de la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA), ha habido en América guerras entre naciones, guerras civiles, golpes de estado, fraudes electorales, torturas y todo tipo de secuencias que se oponen a las funciones fundamentales de ambas organizaciones: la paz, la seguridad y la democracia.
En el caso de la OEA y de acuerdo a la Cepal, esa presunta democracia hasta 2019 ya había generado 182 millones de pobres, 64 millones en pobreza extrema, 70 millones de ellos en México. La pandemia podría agregar alrededor de 30 millones.
La guerra cruenta contra Gaza que hasta el 15 de mayo llevaba 126 muertos, 28 de ellos niños, que apenas empieza según Netanyahu, ha recibido el silencio de Estados Unidos y de los países que están con él pese a que el ejército israelí atacó las oficinas de la agencia AP.
Joe Biden es uno más de los presidentes guerreristas por más que hable de cambios. En este caso Israel ejecuta la agresión, pero en la mayoría de las guerras desde 1945, el protagonista ha sido Estados Unidos, que ahora apoya al sector beligerante en Siria y en otros países como Venezuela en América Latina y a los opositores cubanos a los que ha dado asilo en Miami.
La creación de la ONU le ha servido a este país muy ad hoc. Hay que recordar que Estados Unidos no estuvo adscrito a la Sociedad o Liga de las Naciones fundada en 1919 y cancelada en 1946 para dar paso a la ONU, y que en esta tiene un puesto permanente con otros tres países poderosos.
Todos los golpes de estado en el Cono Sur han sido organizados o avalados por el país del norte. En Sudamérica ha habido gobiernos depuestos, militarización, fraudes, en un entorno en el que más de una docena de países tiene conflictos que se acentúan por cuestiones de límites e invasión de tierras.
Los más funestos golpes de Estados Unidos, han sido los de Paraguay, gobierno que apoyó por 65 años, Chile en 1973, Bolivia en 1971 y más recientemente con sospechas en 2019, también en Bolivia, a través de la OEA. Ha apoyado las dictaduras militares de Brasil, y Argentina y entre otros a gobiernos como el de Fujimori en Perú. Ahora es una esfinge en torno a las matanzas que Netayahu realiza en la franja de Gaza. El que calla otorga.
La OEA fue creada en 1948, en esa avalancha de buenos deseos que se dieron después del armisticio en 1945 y la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948. Sus premisas son las mismas que las de la ONU y sus países inscritos, también lo son de ésta.
Pero mientras la ONU se enfrentaba a conflictos que quería solucionar o mitigar y creó una estructura de organismos que en mucho sirven, la OEA se estancó en su cercanía con Estados Unidos.
Sus organismos no han podido generar lo que son sus fundamentos, paz, seguridad y democracia, mucho menos la unidad. Ha llegado al extremo de expulsar naciones como lo hizo con Cuba en 1962 por órdenes de Kennedy y a la que dio cobijo otra vez 47 años después, que la gran nación cubana ha rechazado.
Al contrario de su carácter conciliatorio, la OEA ha transgredido sus principios al tomar partido por ciertos países cercanos a Estados Unidos y ha mostrado hostilidad a los izquierdistas como la propia Cuba, Venezuela, Nicaragua y en cierto modo Uruguay. Con la dirigencia de Luis Almagro Lenes desde 2015, la situación de desagrado se ha recrudecido por la injerencia permanente de Estados Unidos y la posición de vasallaje del propio Almagro.
Eso se vio en el golpe de estado contra Evo Morales en Bolivia que la OEA encabezó aunque lo niega, basándose en un presunto fraude electoral. Y desde hace tiempo socava en el interior de Venezuela para sacar al gobierno socialista de Maduro y poner al títere Juan Guaidó de la ultraderecha. El petróleo está en el fondo de la cuestión.
Cuando José Mújica, ex presidente de Uruguay descubrió la gran traición de Almagro al que había tenido en su gabinete y su entrega a Estados Unidos, le escribió este mensaje:
“Lamento el rumbo por el que enfilaste, por eso ahora te digo formalmente adiós y me despido”. Tavaré Vázquez el actual presidente de Uruguay, hizo lo mismo.
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