Libros de ayer y hoy
Es curioso que sea hasta ahora que en Canadá se descubran los miles de asesinatos de niños indígenas si los episodios mencionados duraron al menos 135 años de 1863 a 1998, y de perdida alguna autoridad coherente pudo haberlo denunciado.
En 2015 se formó la Comisión de la Verdad y la Reconciliación dedicada especialmente al caso y aunque ésta sabía, es hasta ahora cuando se descubre todo el tinglado ocurrido en varias comunidades de ese país, en Kamloops, Canbrook, Saskachetwan principalmente, donde han encontrado los cadáveres de miles de niños, lo que ha desatado el escándalo en el mundo.
Justin Trudeau que ahora pide perdón y llama a la reflexión debe tener corta información, porque esos casos traspasan las comunas como el aire recorre el campo y todo mundo se entera. Su catolicismo y su puesto como primer ministro, lo colocan en un estado de dualidad con los deberes a su iglesia católica y con un reinado transoceánico ejercido por la colonialista Isabel II.
Si la mencionada comisión de 2015 sabía o imaginaba los hechos por datos que tenía, es claro que hubo un impasse o negociaciones, llamados de los jerarcas vaticanos que se meten en todos los países y un acuerdo para dejar que el tiempo corriera. Total los niños ya estaban muertos.
La destrucción de los símbolos del coloniaje se dirige ahora contra las estatuas de sus representantes y las iglesias de los que dirigieron y consumaron, quizá, los hechos señalados. Es una de las historias más negras que se conocen en el mundo y que tienen que ver con el racismo, la discriminación, el coloniaje y la promesa extraterrestre que utilizan creencias para controlar adeptos. De igual manera México lo vivió durante la invasión española.
Monjas y niños violados por sacerdotes, cauda de agravios
Con el caso de los niños de Canadá, el papado está metido en un gran embrollo porque los que administraban los reformatorios de niños indígenas, eran monjas y curas. Tratarán de arreglarlo a partir de los clásicos símbolos doctrinales sobre la permanencia de la iglesia.
Con las denuncias sobre pederastia que tienen pocos años, y que también han escandalizado a un mundo hipócrita que por algún motivo lo sabía, libros, filmes, denuncias de afectados, etcétera, debió haberse creado en ese momento en los organismos internacionales una comisión urgente para investigar el asunto y otros parecidos como los de Canadá.
Estos al menos son oficiales desde hace seis años, cuando se formó la comisión de 2015. Si la internacional se creó, no se sabe nada. Ahora los responsables se van pian pianito y el propio Papa le da vueltas al asunto de la pederastia, cambia el código vaticano para controlar los casos, con el fin de que no salgan de los muros de sus iglesias.
En la década pasada estalló la noticia de centenares de monjas violadas. Sorpresa de prelados, que desde luego sabían de los muchos conventos, algunos mexicanos, que la arqueología ha exhibido repleto de fetos, de niños muertos, obviamente de monjas violadas desde la época de la colonia cuando los españoles y sus curas sentaron sus reales.
En fechas recientes se le dio seis meses de prisión, únicamente, al famoso cardenal francés Philippe Barbarín, por haber ocultado la información sabida en su altos círculos, de las violaciones de más de cien niños franceses por el cura Bernard Preynat. Y así se han ocultado muchos casos, también en México, según denuncias contra el cardenal Norberto Rivera en su momento.
Niños las principales víctimas de los instintos y la discriminación
A lo largo de la historia la orfandad y pobreza han producido una literatura que fue casi calcada por los casos ocurridos en Canadá, orfelinatos y casas de reclusión en donde llegaban niños abandonados por sus padres o huérfanos o eran sustraídos.
La vida de los niños de la calle en México y otros países no anda muy lejos de aquellas historias que contaba Charles Dickens. Escritoras de gran talento como las inglesas Bronte abordaron los temas. Cumbres Borrascosas de Emily, describe el efecto de la orfandad infantil en el protagonista Heathcliff y su hermana Charlote, en Jane Eyre (Alianza Editorial 2012) relata la vida en un orfanato y el trato cruel que daban los responsables religiosos. Han sido llevadas al cine varias veces.
Otros filmes abundan sobre la circunstancia, como la francesa Gracias a dios, La mala educación, ésta de Pedro Almodóvar, Los niños de San Judas, La duda, el Club, Spot light, entre otras. Hay un documental sobre las muchas agresiones y abusos sexuales que hizo el padre Maciel y de los que el Vaticano aplicó mutis pese a las denuncias.
En El orfelinato de Juan Antonio Bayona, filme de 2007 multipremiado, coproducido por Guillermo del Toro, se cuenta en un relato de ficción, el caso de niños que fueron envenenados en un centro para pequeños huérfanos y la forma como ellos aparecen como una manera de mostrar lo que había sucedido.
Los que aparecen en Canadá en sus restos, son la memoria real de esos niños que surgen en tumbas, en lugares abandonados, para señalar con el dedo índice simbólico, lo que hicieron con ellos y la crueldad de seres protegidos por instituciones, cuya historia en este momento está en plena publicidad mundial. Y hay indignación y la exigencia de que se haga justicia.
Teresa de Jesús Gil Gálvez
Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.
Colaboradora desde enero de 2017.