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Teresa Gil

Condominios, sujetos a decisiones digitales que agreden democracia

Libros de ayer y hoy

México y otros países que tienen sistemas tipo condominiales, han sido afectados masivamente por los virus aún presentes. Millones en el mundo han sufrido un encierro colectivo cuyos efectos aún no están delineados.

Las redes han sido un gran auxilio, pero son eso, un auxilio transitorio mientras se instala lo que es la vida normal. Son un paliativo importante, pero hay cosas que pese al encierro siguen vigentes. Una de ellas es la escritura y su respectiva impresión. Y en algunos casos, es algo que debe respetarse, salvo violación a la ley.

La decisión tomada en diciembre en la Ciudad de México para que las asambleas de condóminos puedan realizarse por plataforma, desde luego en colectividad, no tomó en  cuenta que en los alrededor de 9 mil condominios que hay en la ciudad de México con millones de habitantes, muchos rechazan ese sistema, otros no tienen computadora o internet o no saben usarlos.

Es cierto que la pandemia llevó a usar los sistemas digitales y es muy cómodo para los administradores, tomar o plantear decisiones desde un escritorio. Pero el viejo sistema escrito en papel no ha dejado de existir (pese a las ideas del controvertido McLuhan) y la expresión democrática en ese tipo de viviendas, es la convocatoria de asambleas.

Esta convocatoria se está haciendo por Whatsapp (hay gente que no lo usa o por internet, que tampoco tiene), anulando otras formas de comunicación, que no impide la pandemia. La impresora casera que las administraciones tienen puede impedir las miles de violaciones a la ley, que ha dejado a miles de condóminos sin su justo derecho.

No se usa el teléfono tampoco. Hay obligación  legal de entregar y pegar en la zona, esa convocatoria. A la par que uso de plataformas, la Procuraduría Social (Prosoc), organismo del que dependen los condominios, debe insistir en reglas  que no agredan esos derechos ni afecten las medidas pandémicas. Aunque la ley al respecto ya las fija

Condominios epicentro de problemas que ha creado la pandemia

Los condominios son una fuente de gran  importancia para el erario de las ciudades por el sistema un tanto injusto de imponer carga fiscal a toda extensión del departamento habitacional, y ya sea estacionamiento o cuarto de servicio, todos tienen carga diferente. Siendo un sistema de tanta ganancia económica para los erarios locales, carecen de la atención necesaria en su estabilidad física.

En 2017, alrededor del 20 por ciento estaba en pleno deterioro cuando ocurrió el sismo de septiembre. Había ofertas en determinado momento de la Prosoc, pero al parecer muchas de estas se han  limitado. Tradicionalmente dentro de los muchos problemas que enfrentan comunidades colectivas, por lo general poco afines  y solo cercanas en su condición  de clase media tirando a baja, los principales son  la morosidad, los ruidos y la ocupación de partes comunes.

También está el abuso de algunos condóminos o arrendatarios que organizan negocios, ponen consultorios y  despachos de abogado introduciendo a extraños en un condominio habitacional. Se agarran de que existe siempre en ese medio, un pequeño espacio para una tiendita o negocio necesario, que es dejado en ese tipo de condominio, para las cuestiones urgentes. Son problemas que aborda la Ley  en Propiedad de Condominios de Inmuebles que derivan en graves sanciones.

Uso del condominio por administradores, que no se apegan a la ley

La obligación que impone la ley de registrarse es violada en forma permanente. Es una manera de evadir la ley y zanjar responsabilidades en su registro obligatorio, manejo de efectivo,  en la toma de decisiones o en la negativa a usar actas de asambleas legales.

El artículo 87 de esa ley  en sus primeras fracciones, además de fijar las sanciones a los condóminos que la violen, sanciona al administrador que incumpla sus funciones  y castigo de ejercer ese oficio. La propia Prosoc niega la existencia de administradores que funcionan en ciertos condominios  cuando no se han registrado. No tienen  representatividad, ni pueden hacer gestiones en nombre de sus supuestos representados. Pero eso se viola constantemente.

Mucho se ha escrito sobre esos organismos que surgieron desde los años cuarenta en forma de multifamiliares, que después se registraron  como condominios, como el  que está en Félix Cuevas de la capital, Presidente Miguel Alemán (CUPA) de 1947, pero poco se ha explorado sobre una forma de vida que en mucho introdujo algo de la vieja vecindad y  sobre  los efectos actuales que está  experimentado, algunos relacionados con la violencia familiar, los embarazos de adolescentes que se cuentan  por miles y el abuso de muchos condóminos y arrendatarios en áreas comunes, morosidad y generadores de ruido. Tampoco un análisis sobre la capacidad organizativa ciudadana que han  creado, si bien hay algunos ejemplos.

En su libro ya mencionado en otra ocasión, Como llevar la fiesta en paz en Condominio (Editorial Libra S. A de C.V. 1994) de Margarita C. de Almeida, se describe el tipo de habitantes que recibió ese contexto y los que mostraron sus orígenes, sus formas de ser a través de  muchas expresiones. Menciona como indeseables a los morosos,  violentos, invasores, deshonestos. Pero rescata como forma de alegrarse la vida en ese medio ahora tan golpeado, a los fiesteros, marisabidillas, grillos, sabiondos,  fodongos, pedinches entre otros, con los que según ella, si se puede llevar la fiesta en paz en condominio.


Teresa de Jesús Gil Gálvez

Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.

Colaboradora desde enero de 2017.


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