Utopía
Por fin la Universidad Nacional Autónoma de México solicitó a sus académicos y trabajadores administrativos que se incorporen a laborar a partir del lunes 18, lo que según varias fuentes aumentó la incertidumbre entre la comunidad sobre cuándo volverán a las aulas –incertidumbre respaldada en sondeos mínimos–, en tanto que el Sindicato de Trabajadores de la UNAM expresó su desacuerdo por no ser avisado con la anticipación debida y pide retorno escalonado.
Hace una semana, el rector Enrique Graue fue enfático al establecer, en respuesta a un llamado del presidente Andrés Manuel a las autoridades de los centros de educación media y superior para volver a las aulas físicas–, que “El regreso a clases presenciales en la UNAM será voluntario hasta que la totalidad de los alumnos tenga un esquema de vacunación completo y con todas las medidas de seguridad”. Aclaró que lo hacía “sin ánimo de polemizar” –con YSQ, agrega este redactor– y bajo el cómodo argumento de que no puede “obligar a nadie”.
Una respuesta que no se compadece del hecho de que 10 universidades autónomas de igual número de entidades federativas atendieron enseguida el llamado de López Obrador, a pesar de estuvo acompañado de consideraciones innecesarias por erráticas, como que los docentes universitarios se acostumbraron a lo virtual en demérito de los presencial porque es menos laborioso. No tiene idea, me explican los profesores universitarios Pablo, Alexis y María Luisa, pero también los colegas de los medios convencionales y alternativos le piden opinar en la mañanera de todos los temas habidos y por haber.
En la víspera de la entrada en vigor del semáforo verde en la ciudad y el estado de México –27 millones de habitantes–, el Centro Histórico capitalino volvió a la normalidad de hace 19 meses y el Estadio de Ciudad Universitaria ocupó el 70% su aforo. Por lo visto los criterios del oftalmólogo Graue no aplican a la hora del gran negocio futbolero con el equipo formalmente de la UNAM (Pumas), pero que maneja un patronato que no rinde cuentas, excesivamente opaco, de acuerdo a estudiosos del tema. Y el estadio de Emilio Azcárraga Jean –el señor de los 70 años de Las Estrellas, la televisora “del presidente” y “del PRI”, según su difunto padre–, reanudó actividades masivas hace varias semanas.
Los riesgos persisten, pero también es cierto que las actividades productivas y de los servicios requieren de una ampliación mayor, con todas las precauciones debidas, pues la mitad de los mexicanos que no trabajan hoy, no tienen para alimentarse mañana. Y la complejidad del tema consiste en el justo equilibrio entre todas las medidas preventivas frente al SARS-CoV-2 que genera al covid-19 y el trabajo.
En los últimos 19 meses es la segunda ocasión que la capital de todos los mexicanos pasa a semáforo verde por el coronavirus, después del anuncio del 4 de junio. Color que permitirá las actividades masivas al aire libre sin restricción de aforo y modificando las medidas sanitarias en centros nocturnos, bares, cantinas, discotecas y salones de eventos sociales. Los riesgos son evidentes y mayores cuando los placeres de Dionisio están de por medio, mas todos los trabajadores tienen derecho a subsistir y el sector es robusto y emplea a muchos.
Todo es posible porque la semana concluyó con una reducción de 25% en contagios respecto a la semana anterior, sobre todo por la decidida y disciplinada participación de millones de capitalinos y de mexiquenses, en la región más poblada de México sin contar a la gran megalópolis del Valle de México.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
