Al pie de una foto
Dedicado in memoriam al poeta Eduardo Cerecedo
Mi hermandad de primera juventud era una parvada de cuervos maléficos volando de tarde en tarde, de noche en noche, de barrio en barrio, con graznidos turbios repartíamos presagios venturosos como flores negras. Auto exiliados del mundo, necios navegantes atónitos, nómadas invencibles surcábamos las viejas rutas del deseo, veredas dibujadas con polvo de estrellas fugaces, caminos trazados en un indeleble, delirante mapa de seres mitológicos cuyos nombres jamás han sido pronunciados, susurrados apenas en profecías de inspiración pagana.
Exultantes de una vieja locura surgimos nadando a contracorriente como salmones brutos, tritones ciegos, enloquecidos. Ya lo habíamos decidido el destino no importaba. Queríamos vivir intensamente, lo anhelábamos brutal, salvajemente, la vida y sus infinitas posibilidades pese a su aparente sordidez nos llamaba con su hechizante canto desde un archipiélago remoto plagado de gritos de ninfas que vestidas con hojas de mandrágora realizaban invocaciones.
Crecíamos como vibrantes espigas de zacate en fragosas cañadas sahumadas con el aroma del pápalo quelite y del perfume de hojarasca y hongos. Con los brazos al cielo elevamos toscas, roncas odas y elegias dejándonos acariciar por delicadas brisas pletóricas de camaleones antediluvianos, mariposas pardas, trinos de ocote y eucalipto entre el rumoroso carnaval de sendas y caudales que dejaban saber sus frescuras y tintineos de peces dorados nacidos en manantiales de virginales deshielos desbarrancados que sabían a limo mineral, a barro de mixtura ancestral, a tierra prístina apenas germinada.
Acaso erráticas carcazas flameantes, pendencieros esqueletos bruñidos por la arena y el viento, viajábamos como las orugas en su seda y las rosas en el capullo, hordas insurrectas de ternura en armaduras de óxido, cuero y huesos, los cráneos rasurados, lucidos y los ojos enfebrecidos crepitantes de obscuridad para enfrentar la avalancha de fantásticas visiones libertarias, inéditas, apóstatas que manaban de los bien amados libros, nuestro único, verdadero tesoro acunados en las mochilas, en las guaridas clandestinas del deseo, en las trémulas, callosas manos.
Somos aquellos sobrevivientes de tribus antiguas, reencarnaciones de seres imposibles con lenguas prohibidas, miembros de clanes hermanados en la terca obstinación rebelde de la sangre alzada en armas, el instinto y los sueños prestos para robarle un suspiro al tiempo muerto, un beso a las pobres almas del purgatorio. Hacer con la medula de las almas rotas un manto de porvenir, construir con cicatrices, cuescos, calaveras y lodo una escalera al horizonte del alba, tejer con andanadas de flechas lienzos de sombras y viento para cubrir las heridas.
Ahí fue donde recibimos las bendiciones del verbum, en el abismo del pensamiento, Cronos apremiaba y bendecía nuestra naturaleza indómita, mirando al cenit primigenios y caóticos en el armónico remolino de la espiral infinita danzamos extasiados chocando unos con otros hasta sangrar, los tambores batían sus tensados cueros como las fieras sus belfos, libamos ambrosia de luna, saciados e insurrectos, ebrios de leche de soles inmortales, avanzamos sin freno por la cara oculta de la historia.
Humeando como espejos de obsidiana, galopando reptiles alados, serpientes de trueno y caballos de fuego conquistamos lejanas tierras incógnitas, antiguas ciudades imperiales, insondables laberintos míticos en el ombligo del cosmos inverso y mares de pensamiento cubiertos de espumas iridiscentes, hechizadas.
¡Oh mi generación de guerreros descarriados! Que dulzura palpar el velo de la muerte helada como se toca la mística grupa de Pegaso antes de elevarse rumbo al infinito, para nunca más devolver la mirada sobre los hombros y correr freneticos como una tormenta de viento solar hasta fundirse con la nada.
Fernando García Álvarez
Nací enamorado de la luz y desde muy joven decidí ser artesano de sus reflejos. He sido aprendiz y alumno de generosos mentores que me llevaron al mundo de las artes y la comunicación. Así he publicado mis fotografías y letras en diversos foros y medios nacionales e internacionales desde hace varias décadas. El compromiso adquirido a través de la conciencia social me ha llevado a la docencia.
Colaborador desde el 10 de diciembre de 2021.