Utopía
Dos afirmaciones. Una tomada de Rayuela, de La Jornada (19-IV): “¡Carambola! El PRI no obtuvo lo que quiso: nada menos que las gubernaturas de tres estados… y por eso votó en contra”. La otra fue expresada en la mañanera del lunes 18 por el presidente Andrés Manuel y la sintetizo: tras la ambición se encuentran los fondos de inversión que dominan en el mundo y los partidos políticos están a su servicio. Sin embargo, descartó comprar a diputados de oposición como sucedió en 2013 con la reforma energética de Enrique Peña: “Si hubiésemos hecho lo mismo, pues hubiésemos contado con la mayoría calificada”.
Además de los valores éticos que respaldaron la estrategia del gobierno y de la mayoría en las cámaras para no cooptar legisladores a base de dinero como fue habitual en San Lázaro (antes Donceles) y en Reforma e Insurgente (antes Xicoténcatl), seguramente también cuentan los hechos jurídicos que dejaron a buen resguardo los intereses de la paraestatal Comisión Federal de Electricidad con la negativa, en votación dividida, de la Suprema Corte a declarar inconstitucional la Ley de la Industria Eléctrica. Y la reforma de la Ley Minera para que el litio, mineral estratégico del siglo XXI, sea declarado de utilidad pública la exploración, explotación y aprovechamiento, por lo que no se otorgarán concesiones, licencias, contratos, permisos, asignaciones o autorizaciones en la materia y el preciado mineral sea patrimonio de la nación y su aprovechamiento se reserva para beneficio del pueblo de México. Tal y como resolvió la Cámara de Diputados.
De lo contrario, no sobraría el planteamiento hipotético de qué tan caro, aparte de nada ético, sería para la nación cooptar a políticos y legisladores que tienen precio desde que empezaron y así continuarán el resto de sus vidas políticas, para concluir en forma constitucional con el saqueo archimillonario de que fue y es objeto la CFE por trasnacionales energéticas tan voraces y poderosas como Iberdrola, entre otras, pero siempre con el respaldo de gobiernos subordinados a los que “dominan el mundo”, como bien apuntó López Obrador.
Por eso aparte de exhibir a los 222 hombres y mujeres –aquí el género valió comino–, que votaron en contra de la reforma constitucional, provenientes de los partidos Acción, Revolucionario, Ciudadano y De la Revolución –lo “socialdemócrata” de los tres últimos sirvió para dos cosas–, como “traidores a la patria”, campaña publicitaria que arrancó Morena, ninguna otra cosa se podía esperar de quienes todo indica no tienen ni patria ni matria, como tampoco los señores y señoras del gran capital, menos aún los subordinados laborales e ideológicos que abrazan un proyecto de nación propio, aunque no sepan exponerlo y lo defiendan todavía con primitivismo, como Marko Cortés quien todavía parasita con el discursito de “las ocurrencias” de AMLO, a falta de propuestas alternativas. Y sus aliados no cantan mal las rancheras. En forma involuntaria Magú lo ilustra muy bien:
Alguien postuló en Twitter –red que censura a los críticos de Va por México y sus mecenas de la oligarquía financiera–, que la votación dominical fue también para solidificar la alianza partidista-empresarial con buena parte de los dueños de México con la vista puesta en junio de 2024. Y para el anecdotario, otro colega apuntó que a Alejandro Moreno le vendieron la oferta (la mercancía, llévela, llévela) de que puede ser el candidato presidencial de la oposición.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.