Utopía
Enseguida de que el presidente Andrés Manuel anunció la decisión, previo “sondeo”, de presentar en la Plaza de la Constitución el IV Informe de Gobierno el domingo 27, al concluir la manifestación que partirá del Ángel de la Independencia al Zócalo, en automático arrancó para descalificarla el coro del PRIANRD y de la dictadura mediática que controla nueve de cada 10 medios.
Los argumentos son varios y por fortuna hasta hoy ningún vocero se atreve a poner en duda el derecho que le asiste a la Cuarta Transformación y Morena a volver a las calles de la Ciudad de México, entre muchas en las que nacieron, forjaron e incluso multiplicaron hasta lograr el vigoroso músculo de 30.1 millones de votantes, multiplicados a más del doble si damos crédito a los datos presentados por López Obrador la semana anterior y que establecen que el 70% de la ciudadanía lo respalda, 27% está en contra y 2-3% apoya algunas políticas gubernamentales y otras no. En el primer caso la fuente es la encuesta estadunidense (mundial) que se da a conocer en forma periódica en Palacio Nacional y que lo coloca en el segundo lugar global; los otros dos porcentajes son derivaciones de la misma fuente.
Sin embargo, el diputado priista Rubén Moreira, señalado por su hermano Humberto de matarle a un hijo, advirtió que el derecho de manifestarse lo pueden ejercer “siempre y cuando se haga de forma ordenada y pacífica, como fue la marcha del pasado domingo”. El señor ignora que el obradorismo es el primer movimiento masivo, social y político, practicante de la resistencia civil pacífica. “Ni un vidrio roto” es una realidad no una frase de ocasión para el lucimiento.
Cuando todavía faltan más de dos semanas para la manifestación e Informe gubernamental, muchas voces coincidieron en asumir el papel de videntes al calificarla como marcha de acarreados, ejercicio que por cierto quedó de manifiesto en videos y entrevistas periodísticas el domingo 13, en la exitosa manifestación por “El INE no se toca” (sólo es manoseado por los dueños de México y sus representantes políticos e intelectuales).
Legisladores de los partidos Acción, Revolucionario y De la Revolución, que sellaron una alianza contra la iniciativa de ley de reforma electoral de AMLO, exigen que no se destinen recursos públicos para el acarreo de personas. “Hacer una marcha de Estado no se concibe en un país democrático”, juró el senador Miguel Osorio Chong, experto en supervisar las concentraciones de Enrique Peña como presidente, hasta el extremo de convertir la ceremonia de El Grito, la única concentración popular y espontánea en los 36 años de neoliberalismo azteca, en una fiesta con acarreados provenientes del estado de México, gracias a Eruviel Ávila.
El hecho es que nadie, menos los abundantes intelectuales orgánicos, con sus capos Enrique Krauze y Héctor Aguilar, previeron una iniciativa política como la del próximo día 27, en buena medida porque como lo mostraron el pasado domingo el odio obnubila sus capacidades de análisis, además porque optaron por la embriaguez triunfalista de la exitosa movilización, hasta el punto de ostentar con pocos argumentos que lo que denominan “clase media” ya la perdió la 4T y que la Ciudad de México es una plaza de las oposiciones mediáticas, las partidistas que trabajan por la reconciliación y las empresariales, todas bajo la dirección del magnate Claudio X. González, el líder que le entregó “una lanita” (200 pesos) a un ciudadano en pobreza extrema.
¿El domingo 27 se reconfirmarán las tesis opositoras o las evidenciará? Depende de usted. También la reforma electoral o su plan B.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
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