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Tere Gil Portada 2022

Sin religión

Libros de ayer y hoy

Desde 2020, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) manejaba el 8.1 por ciento de la población agnóstica y atea. En este momento con datos del propio instituto, el porcentaje es de 9 por ciento. Alrededor de once millones de personas.

Por otra parte, aunque hay organismos que manejan otras cifras, Inegi tiene como dato en el censo de población del 2022, un descenso del catolicismo al 72 por ciento, de 77. 8 que había en el 2020. Esa reducción ya se captaba a nivel mundial en investigación de Gallup en 57 países, de 77 por ciento a 65 por ciento, entre los años 2005 a 2011. Se cree que el descenso se ha precipitado en los últimos años.

En México a los del 9 por ciento de agnósticos y ateos, se suman aquellos que siendo creyentes no tienen clara su religión y no profesan en grupo especial. El propio Inegi hizo un acucioso estudio de Clasificación de Religiones (2020) en México y llegó a todas las estructuras con los diferentes nombres y orígenes que dan la idea de la diferencia que existe en las creencias, aún en una misma religión.

Eso sucede con la iglesia católica que apabulla con su porcentaje que se provee de los más diversos grupos en todo el país, centenares de organismos de creyentes y religiosos. Es un documento que vale la pena consultar, si se tiene interés en profundizar en el universo de esos sectores que creen o no, en un dios. Es de 39 páginas y 13 de la mismas recogen el número de esos organismos de las más diferentes iglesias y creencias que hay en el país.

Los agnósticos y ateos van en alza en México y en el mundo

La estrepitosa caída del catolicismo, la ocupan otras denominaciones, por lo general desprendimientos como ocurrió tras la Reforma de Lutero, de la que se crearon importantes religiones que dominan el mundo del protestantismo. Una de ellas es la iglesia anglicana de Inglaterra. Muchas, además, de las que pululan en Estados Unidos.

Pero los agnósticos y ateos tienden a crecer. Se menciona en estos dos vocablos una diferencia que es fundamental. Los agnósticos son personas que no creen en un dios, pero la existencia para ellos puede en todo caso estar sujeta a comprobación. Los ateos, por el contrario, no creen radicalmente en un dios. A veces no especifican la diferencia y hay anécdotas de personajes que llevadas por la alteración y el desvarío cercano a su muerte, han llegado a declararse creyentes, lo que se maneja como una conversión.

Entre los mencionados que se clasifican como ateos, pero puede haber entre ellos agnósticos, están desde luego con sus apellidos Marx, Nietzsche, Freud, Russell, Sartre, Camus, Heidegger, Hawking, Bizet, Signoret, Berlioz, Bretón, Bataille, Bernhard, Wilkie Collins, Rivera, entre otros.  Hay un grupo de actores que se suman a estas posturas iniciando por Daniel Radcliffe el de Harry Potter, Juliane Moore, Javier Bardem, Keira Knightley, Paul Giametti, Richard Dawkins, entre muchos en las posturas que se diversifican en la negación a un dios.

La República Uruguaya, la más atea de todas, según datos

La imposición del catolicismo por el invasor español llevó aparejada la imposición de un dios. Por eso México es considerado el segundo país más católico del mundo. Pero hay lugares en donde hubo influencias posteriores y esa corriente disminuyó.

Se menciona la pequeña república de Uruguay como la más atea de todas en un mundo en el que se diversifican multitud de religiones y la iglesia católica que se las da de pudiente, en realidad ocupa solo el 17 por ciento, en ese mundo.

El escritor inglés Wilkie Collins entre otros grandes escritores y teóricos, ha puesto en su lugar a esa iglesia y lo hizo en su novela El hombre de negro (Editorial Bronce 1999. Kindle 2019) que ya hemos mencionado algunas veces. Expone el avasallamiento católico no solo en la imposición moral sino material, tal como lo captó Benito Juárez en el siglo XIX en México. Leerlo es como escuchar a Benito Juárez cuando tomó la decisión de poner también en su lugar a esa corriente religiosa.

Teresa de Jesús Gil Gálvez

Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.

Colaboradora desde enero de 2017.

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