Utopía
Si bien las autoridades de la Ciudad de México estimaron en 90 mil a los ciudadanos que participaron en la marcha-mitin por “la defensa de la democracia” o “de nuestra democracia” –lo cual es mucho más exacto–, y los organizadores los calcularon en 700 mil, el hecho trascendente es que se trató de una acción importante por la coyuntura política en la que se realizó, signada por el debate sobre el paquete de reformas constitucionales del presidente Andrés Manuel y el comienzo formal de las campañas para las elecciones generales del próximo 2 de junio.
La disparidad en los cálculos como si se tratara de calculadores provenientes de distintos planetas, es una pésima tradición de la denominada clase política y a la que no es ajena casi ninguna fuerza o grupo político y tampoco social del espectro mexicano, incluidos los organismos de la harto manoseada sociedad civil que por más de un centenar convocaron y organizaron la plausible movilización “sin que se rompiera un solo vidrio”, un hecho muy relevante y poco valorado, pero fue imposible ocultar el decidido estímulo de Fuerza y Corazón por México y/o el Frente Amplio por México con la inevitable participación del “gurú” Claudio X. González Guajardo –el verdadero líder de las oposiciones–, Marko Cortés, José Ramón Cossío, Enrique de la Madrid, Denise Dresser, Enrique Krauze, José Woldenberg, Jesús Zambrano y Margarita Zavala, entre otros; así como la ausencia más formal que real de Xóchitl Gálvez.
Pero no sólo importa y mucho la capacidad de organización que implica una concentración de esta naturaleza, sino también la de convocatoria de los que suscribieron el llamamiento y que fueron muchos organismos, aunque no pocos son familiares o modos de vida y de operación, pero que mostraron aptitud para privilegiar lo que es común.
En todas las marchas participan despistados que no se enteran del verdadero motivo explícito de la protesta, por lo visto en la del domingo 18 abundaron los que ven en riesgo la propiedad sobre sus bienes e inmuebles. Y por supuesto que para ello Cuba, Nicaragua y Venezuela fueron utilizadas como “el ahí viene el coco” para sembrar incertidumbre, miedo. Tan simple como observar la inversión extranjera directa sin precedente que llega a México o las grandes utilidades que obtiene la banca extranjera y local.
Tampoco es dable utilizar en demérito de la movilización dominguera en Reforma y el Zócalo la afluencia de presuntos “acarreados” por el hecho de recibir facilidades para transportarse, práctica que forma parte de la organización de las concentraciones. Otra cosa, muy distinta, es atraer asistentes bajo amenaza de cancelar servicios o prestaciones.
El músculo que mostraron las oposiciones de ninguna manera es para subestimarse por la Cuarta Transformación y sus autoridades de todos los niveles del Ejecutivo, Legislativo y Judicial, más todavía si se toma en cuenta que el país necesita oposiciones sólidas y organizadas como equilibrio y contrapeso democrático a la coalición política gobernante. Incluso en el contexto de que sus objetivos puedan ser considerados de carácter antipopular y en no pocas ocasiones de subordinación a la geopolítica imperial del norte, como lo verbalizó con reiteración Berta Xóchitl Gálvez Ruiz en su reciente gira por Nueva York y Washington.
Otra cosa, muy distinta, es si la capacidad de convocatoria, organización y protesta alcanza para impedir que la 4T obtenga la mayoría calificada en el Congreso, como es el objetivo central de las oposiciones para el 2 de junio.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
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