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Violencia feminicida

Es necesario hablar de la violencia feminicida

+ Hablemos de la violencia contra las mujeres, la vivida todos los días en actos cotidianos que repetidos socavan la autoestima y llevan a la muerte emocional y la muerte física. Es necesario hablar, que se sepa, que se conozca a los agresores y las consecuencias de sus actos.

Por Ernestina Gaitán Cruz

Desde la niñez, como parte la cultura, las mujeres aprendieron a callar y aceptar las agresiones “que nos tocaron en la vida”. Y ellos, a ejercerla a la menor “provocación” porque así reaccionan padres, abuelos, primos, hermanos, vecinos, jefes. Y sobre todo porque creen que no hay consecuencias. Y sí las hay, pero son actos que no se conocen y por lo tanto, no existen. 

En las relaciones de pareja, las agresiones, normalizadas, son los empujones, pellizcos, jalones, descalificación; críticas a la manera de hablar, comer y de vestir, chistes denigrantes. También lo son el chantaje, celos, manipulación, ridiculizar o humillar; hacer caricias agresivas y las amenazas de muerte, encerrarlas, aislarlas, difundir contenido íntimo, hasta la mutilación y el feminicidio.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, se estima que 736 millones de mujeres alrededor del mundo, es decir, casi una de cada tres, han sido víctimas de violencia física, psicológica y/o sexual, al menos una vez en su vida.  La violencia se da en cualquier estrato de la sociedad y nivel educativo y se habla de ella, en la nota roja de los periódicos, cuando el feminicidio fue consumado y si fue con saña, se dan mayores detalles, para despertar el morbo y vender más.

Generalmente no hay castigo porque las amenazas y las agresiones pequeñas no se denuncian y si se hace, el procedimiento es tardado y las protecciones llegan tarde. Además, las mujeres no denuncian por temor, por vergüenza, por falta de recursos económicos. Sin embargo, es necesario hablarlo con la familia, con las amistades, gritarlo en las calles. Los hombres son valientes y abusivos mientras no se les vea. Por eso hay más agresiones dentro de los hogares.  

En las calles, se dan mientras no haya quien los detenga. Hay quienes ven y pasan de largo, pero cuando evidencian el hecho, los agresores son vistos y ahí les da temor, el enfrentar las consecuencias. Los hombres ejercen violencia contra las mujeres, porque quieren y porque pueden, al menor “pretexto”.

Un ejemplo difundido en las redes y en los medios de comunicación ocurrió el 22 de febrero del 2024, cuando el creador de contenidos, “Fofo” Márquez, por un incidente con su camioneta, golpeó con saña a una mujer.

El 10 de abril fue vinculado a proceso por tentativa de feminicidio. Al conocer el veredicto, lloró y se ofreció para que las mujeres lo patearan. Prefería la silla eléctrica antes de seguir encerrado en el Penal, dijo.  No se sabe si tuvo conciencia de lo que hizo o si lloró por ser castigado sin entender la gravedad de su actuar.

Llama la atención precisamente el que haya pedido que lo patearan las mujeres presentes y el gran temor al castigo. ¿Habrá sido un niño maltratado?, ¿violentado por quién?

Lidya Cacho, periodista de investigación sobre el abuso sexual contra infantes, en su libro, #ELLOSHABLAN. Testimonios de hombres, la relación con sus padres, el machismo y la violencia”, dio voz a los maltratadores. Dijo que conoció “las cicatrices emocionales que les dejó esa educación recibida para llegar a ser hombres de verdad”.

Lydia Cacho y su libro #ELLOSHABLAN | Foto: Milenio / Paula Vázquez

Eso que aprendemos en la infancia se proyecta en nuestra forma de vivir la política y la ciudadanía, dijo Lidya Cacho en una entrevista. “Cuando un gobernante o un policía nos hace daño, volvemos a esa imagen de lo paterno en que justificamos esas violencias. Millones de hombres en el mundo se someten a tiranos y dictadores”.

Rodolfo Márquez agredió a una mujer hasta que lo detuvieron. Se habló del caso, se hizo evidente por las grabaciones ciudadanas. De no haber sido así, el asunto hubiera quedado impune. Una muerta más, pero se habló públicamente y se hizo justicia. Lo cierto es que, si las mujeres habláramos, los evidenciaríamos y su entorno lo sabría, los juzgaría y castigaría y a eso sí le tienen temor, el que su sociedad (¿la figura paterna?) lo sepa y los castigue.

Otro hecho de llamar la atención: el 11 de abril, la madre del influencer envió una carta pública en la que se echa la culpa del comportamiento del hijo y se disculpa con la mujer agredida. Admitió haber cometido algunos errores en las responsabilidades que le conciernen como madre de “Fofo” de 26 años quien se describe como “niño millonario”. “Ahora enfrento las dolorosas consecuencias de esos errores…El padre de Rodolfo, del mismo nombre, “destacado empresario”, murió en noviembre de 2022.

Castigo a feminicidas

“La muerte violenta de las mujeres por razones de género, tipificada en nuestro sistema penal como feminicidio, es la forma más extrema de violencia contra la mujer. La muerte violenta de las mujeres por razones de género está tipificada en nuestro sistema penal como feminicidio”.

Los agresores deben saber que: “A quien cometa el delito de feminicidio se le impondrá una sanción de cuarenta a sesenta años de prisión y multa de cuatro mil a ocho mil cuotas. Además de la sanción prevista por este Artículo, el sujeto activo perderá todos los derechos civiles con relación a la víctima, incluidos los sucesorios”.

De acuerdo con el artículo 325 del Código Penal Federal, se considera feminicidio a la privación de la vida a una mujer por razones de género, siempre que exista alguna o varias de las siguientes circunstancias: La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo, Se hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia.

Existen antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar en contra de la víctima. Haya existido entre el victimario y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza. Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o lesiones en contra de la víctima. La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la vida. El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público.

Ernestina Gaitán Cruz

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Reportera, articulista y free lance en La Jornada, Notimex, El Nacional, El Día Latinoamericano, Revistas FEM y Mira; Noticias de Oaxaca y Tiempo de Oaxaca. También llegó a colaborar en los Gobiernos de Guerrero y de Oaxaca.

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