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Carne de ataúd - Bernardo Esquinca

“Carne de ataúd” evidencia los primeros feminicidios en México

+ El libro Carne de ataúd (Almadía, 2016) de Bernardo Esquinca, trae al presente los crímenes de Francisco Guerrero Pérez, el chalequero, quien entre 1880 y 1888 asesinó a 20 prostitutas y una última mujer, de la tercera edad, en 1908.

Por Ernestina Gaitán Cruz

La vida de quien quizá fue el primer feminicida en serie, al menos de quien se tiene noticia en las hojas volantes, también muestra el trabajo de los primeros reporteros mexicanos con el personaje de Eugenio Casasola   

Otros protagonistas son la médium francesa Madame Guillot, el investigador Carlos Roumagnac, uno de los primeros criminólogos mexicanos, y Murcia Gallardo, nombre verdadero de una de las víctimas y en la novela, el amor de Eugenio Casasola, por quien decide enfrentarse al chalequero y al dictador Porfirio Díaz.

Con Carne de ataúd, Bernardo Esquinca muestra la violencia criminal de los últimos años del siglo XIX y principios del XX, cuando los feminicidios empezaban a ser contados en los medios. Después vendrían otros casos consignados como el de Goyo Cárdenas (mataba mujeres), Las Poquianchis (prostituían a mujeres), La Mataviejitas (asesina de ancianas) y El Caníbal de la Guerrero feminicida. Todos los asesinos fueron condenados y encarcelados.

La novela Carne de ataúd está conformada por la narración del autor, las memorias del reporter policiaco Eugenio Casasola dictadas desde el Manicomio de La Castañeda, las reflexiones y recuerdos del asesino, desde la cárcel, así como recortes de periódicos tal cual fueron publicados y otros inventados, lo cual nos da un retrato de la vida del asesino también llamado El zapatero.

“Muchos años han transcurrido desde que la calzada que conduce a la Villa de Guadalupe Hidalgo (en la Ciudad de México) se hizo célebre, a la vez que temida, por las horrendas hazañas de aquel criminal a quien se conoció con el apodo de El chalequero.

Fue en la época en que cada cierto tiempo se hallaban tirados en distintos lugares de dicha calzada, pero muy especialmente cerca del Río Consulado, cadáveres de infelices mujeres, degolladas casi todas, después de que el feroz asesino hubiera saciado en ellas brutales instintos”.

La explicación de la violencia contra las mujeres se originó desde su infancia. En sus pesadillas, Francisco Guerrero recordaba las palizas dadas por su madre y el resentimiento que le guardaba, hasta el hecho de considerar que las mujeres le seguían debiendo y que era tiempo de volver a cobrar.

En sus recuerdos desde la cárcel de Lecumberri, donde fue recluido la última vez cuando fue sentenciado a pena de muerte (que no se cumplió porque murió antes, en 1910 a los 70 años), también refería la relación con sus 13 hermanos, su vida en pobreza, la ausencia de padre.

Carne de ataúd es la novela en la que Bernardo Esquinca (Guadalajara 1972), también nombra a Porfirio Díaz como el autor intelectual de los asesinatos de periodistas, cuyos cuerpos aparecieron con la lengua arrancada a mordidas, como mensaje sobre la no libertad de expresión en los medios impresos de la época.

La   portada   del   libro es un grabado de José Guadalupe Posada. Muestra al asesino serial cuando degüella a una mujer. Hay otra cubierta con la fotografía de Francisco Guerrero en el patio de Lecumberri. El diseño es de Alejandro Magallanes.

Ernestina Gaitán Cruz

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Reportera, articulista y free lance en La Jornada, Notimex, El Nacional, El Día Latinoamericano, Revistas FEM y Mira; Noticias de Oaxaca y Tiempo de Oaxaca. También llegó a colaborar en los Gobiernos de Guerrero y de Oaxaca.

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