Utopía
Dice el expresidente Ernesto Zedillo que después de 24 años de dejar la Presidencia de la República, rompía y ponía en pausa su regla de autocensura para no comentar asuntos políticos de México, “por una razón muy triste: la aprobación por parte del Congreso y de la mayoría de las legislaturas de los estados de una reforma que destruirá al Poder Judicial”.
Miente, pues el 24 de enero pasado vino a la Ciudad de México para reivindicar ante los suyos las bondades del neoliberalismo, llamar dictador y demagogo al presidente Andrés Manuel y se fue, tal y como hacen los políticamente cobardes, como los tres expresidentes avecindados en Madrid, a diferencia de Vicente Fox que desde Guanajuato expresaba sus barbaridades.
Miente también al poner como ejemplo su reforma al Poder Judicial que consistió en quitar de un plumazo a todo los ministros jubilándolos con sumas y prestaciones millonarias, reducir el número de integrantes de la Suprema Corte y colocar a sus amigos o conocidos más obedientes en un órgano tan autónomo que Zedillo Ponce de León ponía y disponía sin que a diferencia de hoy nadie chistara.
El denominado en los años 80 Doctor Ficorca, como candidato presidencial triunfador, gracias a la ausencia de Diego Fernández, fue uno de los principales beneficiarios del asesinato de Luis Donaldo Colosio. Y entonces exigió a la banda de Los Panchitos “¡A mí díganme la neta!”, y ya se imaginará el respetable la cantidad de chistes homófobos.
Para Zedillo la reforma judicial promulgada por López Obrador en Palacio Nacional el día 15, con Claudia Sheinbaum como testigo, es “una atrocidad que enterrará la democracia mexicana y lo que quede de su frágil estado de derecho”, la transformarán “en una tiranía”. Nada original el señor que convirtió deudas privadas de unos cuantos, incluidos los Fox Quesada, en públicas con el Fobaproa, la crisis económica por el “error de diciembre”, privatizaciones a precio de remate como los ferrocarriles, la matanza de Aguas Blancas… Y ahora repite la vulgar narrativa de los intelectuales orgánicos.
Con un cinismo inaudito sostiene que la elección de jueces dependerá de las campañas de Morena e incluso del crimen organizado, pues a la familia de su esposa Nilda Patricia Velasco, incluidos su padre y uno de sus hermanos, se le atribuyeron presuntos vínculos con el llamado cártel de las metanfetaminas. Así que el silencio que nunca guardó como expresidente acaso sea más conveniente contemplarlo porque posee una larguísima cola como presidente, como el regateo de recursos a la campaña presidencial de Francisco Labastida o dejar “morir solo” a Óscar Espinosa Villarreal en la cárcel, según testimonio de ambos excolaboradores. Para no hablar de las severas críticas de la finada María de los Ángeles Moreno.
En la misma conferencia de la Asociación Internacional de Abogados que inauguró Zedillo, la ministra presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, fuera del programa oficial, recibió un premio y leyó un discurso, acompañada por tres ministros de su grupo, bien custodiados por sus escoltas, en el que rechazó la reforma al Poder Judicial “por el riesgo que representa”, seguramente para su equipo dominante y los intereses extrajudiciales de los potentados que a través de la partidocracia los colocaron allí.
Piña Hernández demostró que no es tan mala histrionisa como buena lideresa política que es, porque al prometer que luchará “hasta el último aliento” por los derechos, “el amor a la investidura y la independencia judicial”, derramó lágrimas de cocodrilo.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
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