+ En los “días naranja”, el 25 de cada mes, se colocan estadísticas que muestran que cada vez mueren más a manos de los hombres y el mensaje parece ser: mira, ocurren y no pasa nada.
Un hombre violento es capaz de agredir con saña a quienes “más quiere” y considera vulnerables: novias, esposas, hijas/hijos, madres. Y lo hace con toda su fuerza física, hasta matarlas, desollarlas, cortarlas en pedacitos y arrojar sus cuerpos como desechos a la basura o calcinarlos.
Cuando consume estimulantes, su violencia se acentúa. Sin embargo, aún sin drogas ni alcohol al parecer, no puede controlar su esencia, su naturaleza, sus instintos. Por ello, se “entiende” que planee la muerte de sus compañeras de vida, que las asesine lentamente con agresiones verbales, físicas, sicológicas, económicas, sexuales.
Lo hace básicamente en espacios cerrados donde no lo pueden ver. Pero también agrede en público a sus personas queridas y a compañeras de trabajo y mujeres en la calle donde sabe que no le llamarán la atención. Sin embargo, sabe que hizo mal y muchas veces ni se arrepiente, porque ha llegado a decir que ella se lo merecía porque era coqueta, controladora, feliz, independiente, “rebelde”, inteligente, hablaba mucho; porque brillaba demasiado, quizá.
Y cuando ha llegado muy lejos, cuando ha matado, el feminicida huye, se esconde para que no lo castiguen. Y cuenta con la complicidad de la familia y de los amigos que solapan al “mano”. Que si lo han visto no lo delatarán por el sabido pacto de hombres.
Y a pesar de ser ellos los agresores no se les toca ni con una mención. Los recursos económicos para campañas, programas, organizaciones, estrategias, son dirigidos a las mujeres. Que se cuide, que denuncie, que no se deje, que huya de su casa, que se refugie en los albergues disponibles, aunque solo por un tiempo, que se “empodere”. En los “días naranja”, el 25 de cada mes, se colocan estadísticas que muestran que cada vez mueren más a manos de los hombres y el mensaje parece ser: mira, ocurren y no pasa nada.
Tampoco en los medios de comunicación -que existen para servir a la sociedad-, hay sensibilidad ni conocimiento de reporteros y jefes de información. Solo tratan el tema de violencia contra las mujeres si es muy cruel, si “vende”, es decir si les generará más lectores. Los reporteros ni están enterados del tema ni les interesa. Y tampoco son capacitados para tratar las violencias contra las mujeres, para generar un cambio en la mentalidad de los hombres violentos.
Las organizaciones no gubernamentales han recibido recursos económicos y a veces solo llevan un conteo de los casos de feminicidio, tomado de los medios de comunicación. Hacen pronunciamientos y se quedan en discursos. Muchas mujeres ni siquiera conocen estas instancias ni cómo podría orientarlas ni menos, ayudarlas y por supuesto, los mensajes de estas organizaciones tampoco se dirigen a los hombres.
Todo el mundo sabe la problemática. La Organización de las Naciones Unidas tiene campañas permanentes en las que tampoco les habla a los violentos. “Durante la campaña anual de los 16 Días de activismo contra la violencia de género, ONU Mujeres se une a sobrevivientes, activistas, Gobiernos, representantes de la sociedad civil, y del sistema de las Naciones Unidas para destacar la necesidad de financiación, servicios esenciales, prevención y datos que propicien respuestas mejor fundamentadas”.
Los hombres deben saber que no se pueden llevar a una menor de edad, que no deben embarazarlas, que no las deben obligar a estar presentes en sus consultas ginecológicas. Y se les debe exigir respeto a sus novias, esposas, hijas, hijos, amigas, madres, el mismo que le deben tener a cualquier persona.
Y que hay leyes para castigar sus acciones. La violencia es un delito y como tal, es castigado. Y sin embargo, casi ningún violador está en la cárcel porque tienen toda una red de apoyo para que la carga violatoria sea de la víctima. Además de que en México sólo dos de cada 100 violadas denuncia. Y a esas dos las hacemos pedazos para que el violador no llegue a la cárcel. Eso se llama complicidad. No es posible que sigamos operando de esa manera, no es posible que sigamos buscando en el cuerpo de la mujer a ver qué elementos encontramos”, así lo ha declarado la abogada Patricia Olamendi.
¿Los hombres violentos seguirán en la inconsciencia? ¿Seguirán permitiendo que los traten como hombres sin voluntad, incapaces de controlar sus instintos? ¿Saben que no pueden formar familias porque las destrozarían? ¿Las personas de sus entornos saben que no deben solaparlos? Por delitos de feminicidio pueden ser castigados con 40 a 60 años de prisión y por maltratos de 10 a 15 años.
Ernestina Gaitán Cruz
Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Reportera, articulista y free lance en La Jornada, Notimex, El Nacional, El Día Latinoamericano, Revistas FEM y Mira; Noticias de Oaxaca y Tiempo de Oaxaca. También llegó a colaborar en los Gobiernos de Guerrero y de Oaxaca.