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El otro lado del dólar

LIBROS DE AYER Y HOY

Resulta irónico que ante  la caída del peso, el dólar sea el que nos salve. Y no  es porque nuestros vecinos del norte sean generosos, los dólares están llegando con las remesas de los migrantes.

dollarY es ironía también, que uno de los sectores más vilipendiados, a los que el país expulsó a su destino, sea el salvador de nuestra economía y nos convierta en mantenidos a casi 120 millones de mexicanos.

El fenómeno se está viendo en muchos países, incluso del llamado primer mundo, ante políticas nefastas, gobiernos ineptos y el derroche oficial que absorbe cualquier presupuesto.

Son esos gobiernos que sueltan a sus connacionales a su suerte, abandonados ya en el interior de su patria, a sufrir vejámenes, agresiones diversas e incluso la muerte.

Pero eso sí, muy giritos reciben la lana que éstos mandan y se fortifican y declaran y se les ve sonrientes, gastando lo que ellos no acuñaron, ni ganaron.

¿Qué se hará en México con los millones de divisas que llegaron al país?, ¿cubrir las letras del lujoso avión de Los Pinos, mantener a la troupe inútil que acompaña los viajes al exterior o pagar el costoso viaje del papa para endulzar los vaivenes electorales del PRI en 2016?

Los millones de migrantes que viven en otros países en realidad están enviando parte de sus vidas en esas remesas y pagan mal con bien sin que a cambio obtengan sino un recibimiento demagógico cuando en fechas señaladas regresan al país.

Malgastar el dinero que tanto esfuerzo costó es duplicar al agravio que México les has hecho al correrlos. Es hora de que los ciudadanos conscientes le sigan la pista a ese dinero.

El otro lado del dólar se llama la exitosa novela de Ross Macdonald, el escritor estadunidense-canadiense que completó con ella la trilogía que integraron El caso Dalton y La mirada del adiós.

Macdonald, cuyo verdadero nombre era Kenneth Millar, es uno de esos grandes escritores a los que se equipara con la triada de la novela negra, Hammett, Chandler y Cain y para algunos, su prosa se pone al nivel de la de Chandler por su frescura y contundencia.

Tomó el seudónimo de Ross Macdonald  porque su esposa Margaret Millar ya publicaba con su apellido.

Yo recuerdo las novelas de los dos, muy copiosas en personajes y situaciones, algunos aparentemente inverosímiles, pero que si se vieran en el contexto actual encajarían como anillo al dedo.

En El otro lado del dólar (Ediciones Orbis S.A, 1984) hay muertes misteriosas, secuestros, hospitales siquiátricos, personajes extraños que surgen del pasado, episodios que embonan con personajes cotidianos.

Y es el detective de Ross, Lew Archer, el que se enfrenta a toda la ambición que genera la riqueza, celos incluidos.

Obras excelentes pero que no pueden desterrar la herencia que dejó la novela policiaca clásica: el recinto cerrado, en este caso una familia poderosa, que se disputa la pertenencia de un hijo.

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

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