LIBROS DE AYER Y HOY
Conocidos comentaristas consideraron una buena noticia el que un presunto delincuente detenido en España haya sido dejado libre, aunque se lamentaron de que la libertad fuera “con restricciones”.
Casi al mismo tiempo se dio la “buena noticia” de que la profesora Elba Esther Gordillo Morales dejaba el hospital público –al que asisten por su pobreza miles de mexicanos–, para regresar al hospital privado de enormes gastos, con dinero que presuntamente le confiscaron cuando quedó presa.
Es la exaltación y defensa de los seres pequeños –aunque sus faltas hayan sido enormes– en nuestro mundo actual.
Como una contradicción vemos y leemos todos los epítetos y agravios que han tenido que arrastrar grandes personajes en los que se ensañan la envidia, los malos análisis de sus obras, la homofobia o la simple ideología.
Biógrafos de Miguel de Cervantes, por ejemplo, insisten en que tenía ¡mal aliento!, quizá llevados por la propia descripción que el famoso manco de la mano izquierda hace de sí mismo: al parecer sólo tenía seis dientes, como dice con humorismo, aunque por los pocos avances odontológicos de la época eso puede entenderse.
Jorobado le decían versificando a nuestro Juan Ruiz de Alarcón, cuando le repetían como “te corcovienes y cómo te corcovas”.
También de espaldas cargadas calificaban a Wilkie Collins, aunque se acentuaba que ello no le impedía tener dos mujeres con sus respectivos hijos, en la misma cuadra.
Literatura “para sirvientas”, decían los envidiosos de las obras de los hermanos Goncourt, Musset, Chejov y otros grandes escritores que son universales.
El premio literario más importante de Francia actualmente es el Goncourt. Más reciente.
Paul Uster mete en su Trilogía de Nueva York una anécdota sobre Walt Witman que tiene toda la intención de denostar al gran poeta estadounidense.
Dice que solía recibir en una especie de ático, sentado en un escritorio, junto al cual había una bacinica plena.
Poe pasó a la historia como amante de los tragos, aunque últimamente algunos insisten en que era ¡mal escritor!.
Y así se dan miles de ejemplos no sólo en el medio literario. Los propios escritores crean a sus personajes con minusvalía y el clásico es un loco, Don Quijote.
Pero otros estereotiparon a sus personajes con defectos raros, como el Poirot de Agatha Christie, que tiene la cabeza en forma de huevo, es chaparro y en su vestuario, “parece un sapo endomingado”, como sostiene Luis Rogelio Nogueras, el autor cubano.
Dicen que ella se inspiró en Gaston Leroux, el escritor francés, y su detective José Rouletabille para describir a Poirot.
Rouletabille es un muchacho de 18 años, pequeño, cabezón, con la cara roja, pero eso sí muy sonriente.
Los otros personajes de Leroux, no le van a la zaga: El fantasma de la ópera tiene la cara deforme e igual que el detective que compite con Rouletabille, Federico Larsán, viene desde el pasado para, a la usanza de Edmundo Dantés, en El Conde de Montecristo, ejercer una venganza terrible.
Y así vamos viendo los resquemores que causan los grandes personajes y sus autores, mientras los pequeños, los minúsculos, que tanto daño hicieron al país, son rescatados por la voz de comentaristas interesados.
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