Mary Allwood ni bebe ni fuma. Pero su cuerpo está destrozado. La culpa la tiene su adicción al Red Bull. Consumía 20 latas al día hasta que los médicos la advirtieron muy seriamente: si no dejaba esta bebida, podía morir.
Con este hábito, esta madre de 26 años residente en Devon (Inglaterra), consumía en azúcar el equivalente a 16 chocolatinas al día. En cafeína, lo mismo que si tomara 17 tazas de café. Tanto exceso le ha destrozado el hígado, el órgano que depura las sustancias que consumimos, hasta el punto de tenerlo como un alcohólico.
Pero no solo su cuerpo estaba sufriendo tan pésimo hábito. También su economía: según publica el Telegraph, Allwood se gastaba de media unas 2.300 libras (3.000 euros) al año en Red Bull.
Pero aunque su familia le advertía de su adicción, no la superó hasta que notó un dolor agudo en su estómago: era su hígado, que estaba pidiéndole a gritos que parara. Tras ser ingresada en un hospital, Allwood tomo conciencia de su situación y se apuntó a un programa de desintoxicación de sustancias.
Cinco meses después de su ingreso, las analíticas han vuelto a la normalidad y sus órganos funcionan de manera adecuada. “No era consciente de todo el daño que me estaba haciendo a mí misma”, asegura la mujer.
La inglesa confiesa que su adicción al Red Bull se debía sobre todo a que “me despertaba y me daba energía. Si no lo tomaba, me sentía fatal y me enfadaba. Poco a poco al tomarlo solo me tranquilizaba, no conseguía el mismo efecto que al principio”. (VIDEO: https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=TCyN9OINbI0)
Su primer Red Bull fue a los 22 años de edad. Y poco a poco fue subiendo la dosis hasta llegar a las 20 latas diarias que consumía justo antes de su ingreso. En sus peores momentos, se llegó a beber una lata en tan solo tres sorbos. “Iba a los supermercados y compraba 10 packs de 6 latas y les decía a los cajeros que tenía un restaurante, y que por eso necesitaba comprar tanto”, revela.
Tanto consumo de Red Bull le hizo engordar, y pasó de la talla 38 a la 42. Además, dejó de tomar agua, y empezó a notar ciertos desajustes emocionales, como pasar de la tristeza a la alegría en tan solo segundos.
Para ella, esta bebida energética debería ser considerada como una sustancia que podría tener peligrosa. “Es como los cigarrillos o el alcohol. No debería estar disponible en las tiendas para que cualquiera se lo compre, sin control”, reclama Allwood en el mismo medio.