LIBROS DE AYER Y HOY
Si la mitad del mundo que busca la supremacía reconociera a la otra mitad, se quedaría maravillada. Los que no nos asumimos feministas porque creemos en una lucha integral en la que se enfrenten discriminación, violencia y miseria contra niños, adultos, indígenas y otros sectores sociales, no podemos menos que reconocer ese gran esfuerzo que hacen personas y grupos por un sector en especial.
En este caso las mujeres, enfrentadas a la marginación y a la violencia cotidianas en un país que el pasado 8 de marzo se enteró por INEGI, que de 2013 a 2015, habían muerto asesinadas 6 mil 488 mujeres, 46 por ciento más que de 2007 a 2009 y que en datos de la ONU, en México mueren asesinadas 7 mujeres al día, por lo general por sus parejas o algún familiar.
Como que la frase de Wilde, cada hombre mata lo que ama, pierde sentido ¿Puede alguien querer a quien destruye? El problema tiende a la alza, sin que nada ni nadie lo detenga. El gobierno y su partido parecen más preocupados por haber perdido gubernaturas, que por la saña que vive la mitad de los habitantes del país en el que, así como sucede con las personas gay, las mujeres son un punto de referencia del conservadurismo.
Frente a este panorama, algo pone una luz cuando leemos los libros que se inflaman de casos extraordinarios de mujeres que pueblan y poblaron México y que son y fueron parte esencial de muchos otros casos que aún se ignoran.
La académica Aurora Tovar Ramírez, sicóloga, especialista en teoría social y comunicación, volvió a presentar su diccionario biográfico Mil quinientas mujeres en nuestra conciencia colectiva, que ya en 1996 había agotado rápidamente su edición.
Esta nueva edición realizada como la primera por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, es de 2014, pero circula flamante en busca de librerías que promuevan este esfuerzo premiado por Documentación y Estudios de Mujeres A.C (DEMAC).
Revisado, cada caso remonta a una vida, a un trabajo, a un aporte y uno empieza a novelar los episodios que vivieron esas mujeres, como el caso de María Josefa Yermo de Yermo – apellido que no encaja con su obra-, mujer morelense del siglo XV111 que liberó a todos los esclavos de su hacienda, quizá llevada por el ejemplo de Lincoln.
O el caso misterioso, también del siglo XV111, de Getrudis “Los ojos”, la combatiente insurgente de la que hay pocos datos y el de la activista y escritora Alaíde Foppa, desaparecida por las fuerzas castrenses guatemaltecas, cuando denunciaba el avasallamiento militar de su país.
Al principio se topa uno con la ficha de Concepción Acevedo de la Llata, nada menos que la madre Conchita, intrépida mujer que olvidó el dogma de que la vida la creó dios, (del que tanto se engolosina el clero) y planeó con otros cómplices la muerte de Álvaro Obregón.
En su obra de teatro El Juicio, Vicente Leñero sostiene que se planeaba matar al mismo tiempo a Obregón y Calles, con una sustancia letal que les sería untada. El plan cambió y fue José de León Toral el que mató al revolucionario sonorense. Muy práctica, doña Conchita se olvidó de sus amores divinos y se casó en la prisión con uno de sus cómplices, Carlos Castro Balda.
Aparece por ahí, Ifigenia Martínez, quien a sus 91 años todavía se prepara a ser constituyente en la Ciudad de México y la reina Xóchilt y la Doña María Felix, y la actriz María Tereza Montoya y la maquillista Fraustita y así la larga lista.
Un caso que retrotrajo muchos recuerdos y personajes, fue el de la escritora sonorense Enriqueta de Parodi, maestra y periodista, mujer estimada y autora de varias novelas románticas. La pintora californiana Betty Schneider plasmó una serigrafía a partir del negativo de una foto tomada por el hijo de Enriqueta, el actor Alejandro Parodi.
Se trata del ruedo de Manzanares donde murió corneado en 1934 el torero Ignacio Sánchez Mejías. Federico García Lorca escribió su famoso poema A las cinco de la tarde (“eran las cinco en todos los relojes”). El actor Parodi hizo papeles memorables en películas, una de ellas Su Alteza serenísima, en la que representó el papel del aventurero Antonio López de Santa Anna a partir de la obra de Enrique Serna, El Seductor de la Patria.
El cuadro, que se llama también A la cinco de la tarde, del que tengo la serie once de 15, es de color rosa mexicano igual que las portadas del Diccionario bibliográfico Mil quinientas mujeres en nuestra conciencia colectiva, un libro grueso, 620 páginas, que cumplió todos los requerimientos técnicos del arte libresco, un libro valioso, de primer nivel, que permite echar vuelo a los recuerdos y a la fantasía.
En el se encuentran, como lo señala una de las presentadoras, Patricia Galeana, combatientes, revolucionarias, trabajadoras, empresarias, artistas, científicas, líderes campesinas y obreras, políticas y diplomáticas, nacidas antes de 1925. Trataremos de volver a esta nutrida obra en otra ocasión.
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