LIBROS DE AYER Y HOY
¿Se acordará Augusto Gómez Villanueva de los elogios desmesurados otorgados al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), cuando Estados Unidos lo tenía en su agenda para invadir la Nicaragua sandinista?
Sacado de las profundidades del baúl priista, el ex embajador en aquel país, es ahora, a sus cerca de noventa años, nada menos que el presidente decano, de la mesa directiva de la asamblea constituyente, en una designación abusiva dada la poca presencia del PRI en la Ciudad de México y el desconocimiento que tiene del asunto el viejo líder.
Son los formalismos de la edad y la trayectoria, lo que se está usando. Ahora se entiende porque la población ha despreciado a todos los niveles la constitución que nos van a imponer.
En aquel tiempo -1981- 82- el también ex secretario de la Reforma Agraria, acababa de llegar a Managua y en el aeropuerto, en medio de un grupo numeroso de reporteros nicaragüenses y de extranjeros que cubrían la revolución instalada, y ante una pregunta, soltó aquel elogio fuera de tono para el TIAR, tildándole de instrumento de la democracia, cuando todo mundo sabía que era el arma formal de Estados Unidos para enfrentar a Cuba y al naciente gobierno de Nicaragua.
Se apoyaba en Honduras, Guatemala y El Salvador, para hacerlo. Los rostros de estupor de los periodistas fueron un cromo ante esa respuesta sorpresiva. Regañado desde aquí o quizá asesorado allá, el político mexicano hizo como que no se había dado cuenta e inició su período como diplomático, después de haber sido parte de las huestes cenecistas sin ningún nexo con las relaciones exteriores. Como suele suceder con muchos llamados embajadores.
Yo recuerdo haber estado varias veces en la bella y elegantísima casa que le habían dado los sandinistas. Casa de floración abundante, enorme, con muebles de bambú; eran las herencias del somocismo. Y en compañía de otros reporteros, hablar con él de todo menos de diplomacia, hombre de trato bromista y agradable, pero que de embajador sabía poco, aunque se desempeñó en apoyo del sandinismo lo que motivó una protesta de Estados Unidos.
No sabemos si le pasará lo mismo en la asamblea constituyente con otros protagonistas. El TIAR, también llamado Tratado de Río, porque se firmó en Río de Janeiro en septiembre de 1947, ha sido un instrumento creado por los países americanos para la defensa mutua ante posibles agresiones del exterior y en controversias internas.
Fue uno de los resultados de la posguerra que creó tantos tratados y organismos de ese tipo, la ONU entre ellos. Unidos ante aquel documento, México, los países del Cono Sur y de Centroamérica, no se dieron cuenta que el colmillo estadounidense se empezaba a mostrar y se vio en varias ocasiones, como en el caso de Nicaragua -que curiosamente era parte del tratado- y más tarde con el problema de las Islas Malvinas cuya soberanía corresponde a Argentina.
Estados Unidos se negó a que se utilizara el TIAR, porque alegó la invasión de parte de Argentina de las islas. Prefirió en ese caso, acogerse a su también pertenencia al Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y apoyó a Inglaterra. Eso causó mucha molestia y una desbandada porque se alegó que el tratado no servía de defensa a los americanos. Inglaterra salió boyante.
Uno de esos países, México, dejó el tratado en 2002 “por obsoleto” y más tarde en 2012, los llamados países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) Bolivia, Cuba, Venezuela, Nicaragua y Ecuador, que con México integraron seis países fuera del TIAR. Contra 16 que quedaron dentro.
El TIAR es un documento breve, de 26 artículos que le da a México el origen de su creación, ya que el acuerdo se tomó aquí, pero se firmó en Río. Es sencillo a diferencia de otros mamotretos que no se terminan de leer y menos se cumplen. Cosa, esto último, que también ocurrió con el TIAR.
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx